"Mandar es servir con excelencia"
El director del Diccionario Biográfico Español coordina a 5.349 colaboradores
Jaime Olmedo, de 38 años, es un hombre aplomado y flemático. Su aspecto se asemeja al de uno de esos caballeros londinenses que transitan veloces a diario, salvo sábados, por la City de la perla del Támesis. Sin embargo, él es natural de la impar y toledana Talavera de la Reina, bañada por el Tajo. Apenas se le nota esa acentuación, tan de allí, que hace restallar chispeantes las elles.
Jaime Olmedo acude cada día al barrio de Las Letras, donde culmina un asunto, precisamente de letras: le fue encomendado hace una década. Tras una etapa de esfuerzo incesante, ni más ni menos, Olmedo tiene a su cargo el Diccionario Biográfico Español (DBE), que la Real Academia de la Historia se apresta a editar. Sólo quedan detalles por rematar.
Filólogo y gestor, ha creado un eficaz equipo, unido por lazos de amistad
Ha contado con 500 instituciones para biografiar hasta 40.000 notables
Gonzalo Anes, presidente de la institución, fue el impulsor desde la primera hora de esta obra titánica -hasta 40.000 biografías de hombres y mujeres relevantes de la historia de España e Iberoamérica- cuya dirección técnica encomendó a Jaime Olmedo. Filólogo por la Complutense y por la Universidad de Bolonia, donde ocupó la misma habitación del gramático renacentista Antonio de Nebrija, Olmedo acometió la tarea con entusiasta entrega. Valiéndose de su desenvoltura como filólogo y, además, como gestor consumado al que ya la Real Academia Española había encargado un diccionario de dudas del castellano, se puso manos a una obra casi sin precedentes desde la gesta erudita de San Isidoro, catorce siglos hace.
Para acometer su tarea, con la supervisión de los 36 numerarios de la Academia de la Historia, se dotó de un equipo paritario en mujeres y hombres, dividido en 12 comisiones, con presencia de medievalistas, historiadores del arte, literatos, politólogos, economistas o filólogos como él mismo. "Lo primero fue definir el criterio a seguir para satisfacer la vieja demanda de la Academia que, desde su fundación en 1738, quiso dotarse de un diccionario de varones ilustres españoles", explica Olmedo. "Los académicos nos ayudaron a delimitar la importancia de los personajes; luego, establecí un canon sobre la extensión, en páginas, que el diccionario les asignaría: los muy relevantes ocuparían ocho páginas; cuatro páginas los relevantes; dos, los notables y media página los menos notables". En principio, quiso asignar diez biografías a cada futuro redactor, pero el desarrollo del proyecto le llevaría a rebajar esta cuota hasta unas siete biografías por autor, ya que el número de biógrafos que Olmedo ha coordinado y con el que ha contado ha sido de 5.340. Hasta 500 instituciones públicas y privadas han cooperado también en la obra. "No hemos alterado en ningún momento los contenidos de las biografías encargadas, tan sólo para asuntos de edición o de formato", precisa. "Cuando descubrimos algún error, lo comunicamos inmediatamente a su autor para que él mismo lo subsane", señala.
A juicio de este filólogo amante de la poesía, poeta él mismo -diez años mantuvo oculto su poemario Sensación de universo, editado ahora y prologado por Luis Alberto de Cuenca- "las satisfacciones de este enorme reto han sido superiores a las adversidades. La principal", admite, "ha sido añadir a la alegría de culminar un desafío así, con 40.000 compromisos con la historia de España e Iberoamérica, el descubrimiento de las personas de mi equipo, donde se han trenzado relaciones de amistad muy profundas". Y explica: "Viajamos con nuestras parejas e hijos, el diccionario nos ha hecho amigos a todos y el clima de trabajo ha sido muy estimulante". También a través del DBE Olmedo dice haber conseguido, si no conjurar la damnatio memoria, el 'estigma del olvido' que pesaba sobre muchos personajes de la historia, "al menos rescatar a muchos otros que, por desidia, sufrían la negación de su existencia".
Para corregir los desajustes que la historia ha creado con sus numerosas discriminaciones relativas al género o la alcurnia, Jaime Olmedo ha contado con un criterio singular: "Habitualmente, nos hemos acostumbrado a contemplar el discurrir histórico como un desfilar de personajes, cuando todo nos mostraba que detrás de los grandes relumbrones se hallaban personas igualmente decisivas pero con menos proyección". Por consiguiente, establece: "Hemos querido que este sea el diccionario biográfico de las personas que hicieron la historia". Y ello porque "de Velázquez o de Goya, que constan en el diccionario, hay suficiente información por doquier; pero de las personas decisivas y desconocidas, apenas hay referencias; por ello las hemos llevado al primer plano".
Uno de los numerosos hallazgos rescatados por el diccionario es el de Beatriz de Saa, portuguesa y cuñada del poeta Garcilaso de la Vega, principal inspiradora de sus inolvidables Églogas. Gracias a ella la lírica universal llegó a una de sus más sublimes cimas en lengua castellana. "También figuran amantes, bufones, incluso regicidas, desde los caudillos prerromanos a nuestros días", explica Jaime Olmedo.
Tener a su cargo más de 5.000 personas, organizar la producción de originales, su recepción, corrección y edición no parece haber modificado su aplomo, pese los miles de obstáculos que con certeza ha debido sortear junto a su equipo. "No hemos tenido que vadear demasiados orgullos de esos que nos atribuyen a los españoles", matiza.
Cuando posa junto a su gente, se respira una atmósfera de laborioso esfuerzo, pero se ve cundir también la alegría de haber culminado un reto ciclópeo, que, con toda certeza, hará trascender a quienes pusieron nombres y apellidos a tantos acontecimientos memorables. ¿Le gusta mandar a Jaime Olmedo? "Mandar es servir con excelencia. Sólo así lo asumo".
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