Madrid, superpotencia minera
Un centenar de explotaciones se reparten por la región, que atesora además el 80% de las reservas mundiales de sepiolita
Pocos madrileños conocen que la Comunidad de Madrid es una superpotencia minera: no sólo cuenta con más de un centenar de minas en explotación sino que, además, posee yacimientos de sepiolita que atesoran el 80% de las reservas mundiales.
Lo aseguran así los datos extraidos del Libro blanco de la minería, editado por la Comunidad de Madrid y el Instituto geominero. Los yacimientos se encuentran dentro de distritos capitalinos como Vicálvaro, Barajas y Vallecas Villa, así como en Campo Real y exportan su riqueza en enorme cantidad -más de medio millón de toneladas al año- a los cinco continentes donde hay demanda de este mineral yesífero, arcilloso y absorbente.
Conocida en la antigüedad como espuma de mar, la sepiolita se emplea para la elaboración de objetos tan diferentes como pipas de fumar, camas de gato, excipientes farmacéuticos y los áridos para la construcción. Hasta 3.000 empleos directos y 8.000 indirectos genera en la región este sector, que mueve más de 1.000 millones de euros anuales. Sólo de este tipo de minas hay 65 explotaciones en el territorio madrileño.
La explotación más famosa de la región se llama La Perla y está en Prádena del Rincón
En el siglo XIX existió un canal fluvial a la altura de Legazpi para exportar los yesos
Tan importante es este yacimiento que, junto con los de sílex, fue conocido desde la antigüedad, que ya en el siglo XIX existió un canal fluvial específico, paralelo al curso del río Manzanares, a la altura de la glorieta de Legazpi, para exportar los preciados yesos por vía fluvial. Aún cabe ver algunos vestigios de esa vía canalizada hallados durante las recientes obras de soterramiento de la ruta de circunvalación de la capital, la M-30.
Por otra parte, los yacimientos de la localidad madrileña de Colmenar de Oreja convierten a España en el único país del mundo que produce sulfato sódico natural.
La riqueza yesífera madrileña es un don de la geología que se debe a la configuración del subsuelo a base de rocas sedimentarias en una amplia zona de la Comunidad de Madrid -aproximadamente las dos terceras partes de su superficie- que abarcaría desde una línea imaginaria que une Colmenar Viejo y Navalcarnero hasta el límite oriental con Guadalajara y el septentrional de la provincia con Segovia y que incluye Alcalá de Henares.
Desde esa misma línea, pero en dirección norte, noreste y noroeste, e incluyendo la localidad septentrional de Torrelaguna, la composición de los suelos de Madrid varía y se ve configurada por rocas ígneas, de origen plutónico, que generan diferentes formas de granito y albergan minerales específicos.
En esta zona serrana y sotomontana, se encuentran abundantes yacimientos de galena, sobre todo en Gargantilla de Lozoya, así como calcopiritas, a base de mineral de cobre. Hay también yacimientos de estaño, en forma de casiteritas y de wolframita, ambos en Hoyo de Manzanares.
El wolframio, por su elevadísimo punto de fusión, fue muy apreciado para la fabricación de piezas de artillería y en etapas previas o coincidentes con guerras, su acopio y sus precios se disparaban. También fueron objeto de codicia los yacimientos de uranio natural de la localidad madrileña de Galapagar y, ya en Segovia, los de San Rafael.
Su riqueza fue tanta que tras la II Guerra Mundial, al comenzar la carrera nuclear, España figuraba entre los países más dotados de este mineral estratégico entre todos los de Europa, atrayendo la atención de Estados Unidos. También permitió al almirante Luis Carrero Blanco, mano derecha del dictador Francisco Franco, desarrollar investigaciones nucleares propias sobre la bomba atómica, bajo la tapadera de un Instituto de Óptica -asignado al entonces Ministerio de Marina y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas- que dirigía José María Otero Navascués.
Las rocas metamórficas, pueblan otra parte del subsuelo de esta zona, alojan minerales de otro tipo. Se trata de metales, en Madrid señaladamente argentíferos. Sí, es cierto: el subsuelo madrileño alberga plata y desde el año de 1417 han sido explotadas minas de este preciado y fulgurante mineral. Las bocaminas de algunas de ellas aún pueden verse en el área de Horcajo de los Montes, una de las zonas mineras más importantes de la región.
La veta argentífera madrileña, que se adentra en la región por Somosierra y desciende hacia la zona serrana flanqueada por el alto Jarama, es la misma que permitió extraer plata desde siglos atrás en la localidad de Hiendelencina, en la limítrofe provincia de Guadalajara, perteneciente a la Comunidad de Castilla-La Mancha. Con ese metal precioso llegaron a acuñarse lingotes para la elaboración de monedas en las cecas segovianas, según añejos documentos.
Sobre la variedad de la riqueza mineral madrileña, de su pluralidad, dio fe el investigador minero alemán Gottlieb Werner quien, en 1773, descubrió un nuevo mineral (al que bautizó como andalucita) en los yacimientos del norte de la provincia, en Montejo de la Sierra.
Allí abunda también la moscovita, quizá el más vistoso de los minerales aquí hallados, por el fulgor de sus numerosas facies. Este tipo de mineral abunda en el área de Montejo de la Sierra.
Otro foco minero con variadísima cantidad de minerales es Prádena del Rincón, donde los cuarzos argentíferos generan pirargiritas, argentitas y estefanita de vivísimas cristalizaciones.
La mina más famosa de la región se llama La Perla y se encuentra en las inmediaciones de esta localidad del norte madrileño. En las inmediaciones de su bocamina se conservan escombreras e instalaciones vinculadas a la producción del preciado mineral. Hay asimismo minas de plata en La Acebeda y Robregordo, donde una de sus galerías afloró en la construcción de una vía pública.
En Horcajuelo se sitúa la mina San Francisco y la más y mejor conservada se encuentra en el paraje denominado Cerro del Frontón.
En el valle del Lozoya hay plomo y también cobre, señaladamente en la mina cuprífera Fernandito ubicada, en condiciones óptimas a dos kilómetros al sureste de Garganta de los Montes. El solitario Cerro de San Pedro, encima de Colmenar Viejo, alberga yacimientos de arsénico, en su falda norte y de plata en su falda sur, en una veta que arranca de la tapia de la dehesa comunal junto a la base de helicópteros de Los Remedios.
Pero el área minera más amplia de la Comunidad de Madrid, según algunas fuentes, es la de Colmenar del Arroyo, donde existen aún en actividad seis minas, como la denominada de Nuestro Padre Jesús, situada junto a la llamada Vía Pecuaria Oriental, y otra llamada de San Eusebio, en la carretera a Robledo de Chavela.
Hay pozos madrileños con nombres tan pintorescos como Asturias o Maribel. Los sondeos más profundos realizados en la región corresponden a Tielmes, donde se ha descendido a 1.622 metros de profundidad y a El Pradillo, que alcanzó 3.554 metros.
Otra curiosidad madrileña es que entre Pinto y Valdemoro se explota un yacimiento de bentonita, un árido arcilloso empleado en construcción. Igualmente, en la localidad madrileña de Morata de Tajuña se encuentra la fábrica de cementos El Alto, la más importante de España, lo que da idea de la potencia de los cercanos yacimientos de áridos.
Las autoridades regionales creen, como han manifestado en sus informes oficiales, que pese a esta riqueza minera, Madrid no ocupa aún el lugar que le corresponde en el escalafón minero de España, habida cuenta de que el sector da trabajo a 1.098 mineros, siendo la exportación de yeso natural el 2,5% del total nacional y el del granito, el 0,5%, si bien el granito madrileño, de excelente calidad, se envía primero a Galicia, desde donde se exporta.
La producción madrileña ocupa el 4% del total de la producción estatal, el 2% del empleo y el 3% por el valor de su producción. Sin embargo, las inversiones extranjeras en el sector son consideradas insignificantes, según informes del Instituto Geominero y del Gobierno regional.
EL 4% DE LA PRODUCCIÓN
La producción minera madrileña supone el 4% de la estatal.
El sector emplea 3.000 puestos directos y 8.000 indirectos.
Los sondeos más profundos se han realizado en Tielmes, donde se ha descendido a 1.622 metros.
El área más amplia es la de Colmenar de Arroyo con seis minas activas.
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