_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Homenaje a Canito: una feliz promiscuidad

Diego A. Manrique

A principios de 1980, la nueva ola madrileña se desenvolvía en la clandestinidad: apenas había locales para el directo, fuera del circuito universitario; sus canciones se escuchaban muy raramente y todavía en estado de maqueta. Sonaban en los programas de Onda Dos de Radio España, presentadas, entre otros, por Gonzalo Garrido, Juan de Pablos, Rafael Abitbol y Jesús Ordovás.

Una muerte absurda permitió que gran parte de aquellos grupos emergentes se juntaran por una noche, en un escenario grande.

El equipo de Popgrama, en la Segunda Cadena de TVE, decidió que sería una buena ocasión para tomar el pulso a lo que parecía aspirar a movimiento. En realidad, sólo Carlos Tena y un servidor apostamos por llevar las cámaras a la Escuela de Caminos. Allí vimos momentos mágicos: un encuentro de las tribus, donde coincidieron proyectos luego irreconciliables, como Mamá y los Pegamoides. También destacó el deleite del público: unos desconocidos Mario Tenia y Los Solitarios trenzaban pasos de baile mientras tocaban y provocaban rugidos de placer; aquellos músicos hacían pop y reivindicaban su historia.

Todo hubiera quedado en un acontecimiento local de no estar presente TVE. La emisión del Concierto para Canito lo convirtió en un revulsivo nacional. Los grupos, en general, estaban muy verdes; tampoco suele ser bueno el sonido en conciertos colectivos y nosotros no teníamos grandes medios.

Así que sobre Popgrama cayeron cartas airadas, deplorando que diéramos cancha a semejantes diletantes, en vez de programar honestos grupos de rock urbano. Hasta nuestros compañeros fueron muy críticos con aquel especial. Sin embargo, supuso la irrupción mediática de una nueva generación, de espíritu lúdico y voluntad rupturista. Lo que luego se bautizaría como la movida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_