Felipe González, el rey del mitin
"Nunca se me ocurrió dar una orden de matar a nadie", afirma el ex presidente en Leganés
Lo de ayer fue una auténtica lección. En un escenario de circo con tintes surrealistas para un mitin electoral en el que hubo sitio para una hora de payasos, para una banda municipal tocando jazz, para un discurso político del músico Ramoncín, para otro del alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez; y para su posible sucesor, Rafael Gómez, y para el candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas... El colofón final lo puso el ex presidente del Gobierno Felipe González, que ensombreció las actuaciones precedentes de manera aplastante. El "orgullo de España", como le denominó Simancas, demostró que lo de dar mítines es como montar en bicicleta, nunca se olvida. Y dio una lección de oratoria apabullante, con la que se metió en el bolsillo al auditorio del teatro Egáleo a rebosar (unas 1.700 personas). Eso sí, la mayoría de ellos, jubilados con sus nietos.
"¡Felipe!, ¡Felipe!", gritaban los asistentes en cuanto le vieron entrar. González entró de lleno: "Pepiño Blanco no me deja, dice que hay que 'templarse', pero a los toros antes de templarlos hay que pararlos. Y a éste aún no lo hemos parado". Y, recogiendo el testigo de "hablar claro" que le dejó en bandeja Ramoncín puso la primera banderilla: "Hoy es un día muy especial para mí porque el Tribunal Europeo ha reconocido que Rafael Vera y Barrionuevo fueron injustamente condenados". González se refería a la admisión a trámite de la demanda del ex secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, contra el juez Baltasar Garzón.
El ex presidente, recordando el escándalo de los GAL, aseguró que entonces, los populares, "lo que quisieron juzgar fue la tarea de mi Gobierno, los 14 años de un Gobierno de izquierdas". Y, aún habló más claro: "Nunca se me ocurrió dar una orden de matar a nadie, ni siquiera a un hijo de perra".
González quiso atacar a los populares de hoy y aseguró que, frente a su saber perder ("yo perdí sonriendo"), ellos no han sabido perder. Y en un tono aleccionador se dirigió a Simancas: "Hay que decirlo, Rafa, por qué no: no supieron perder hace cuatro años en la Comunidad cuando se compraron dos votos infames. Y tampoco supieron hacerlo en marzo de 2004, cuando empezaron una campaña terrible de injurias".
El público interrumpía el discurso con aplausos, gritos y comentarios que González recogía con habilidad e introducía en su perorata con ironía. Parecía que nadie se acordara del discurso "por el cambio" de Simancas que, salvo el asunto que tenía que ver concretamente con el municipio de Leganés (la polémica protagonizada por el PP en el hospital Severo Ochoa, relativa al uso abusivo de anestesia en los casos de enfermedad terminal), repitió los contenidos del mitin que dio por la mañana con Miguel Sebastán, en un escenario de Latinal mucho más desangelado (unos 100 asistentes).
Allí, como en el de la tarde, dedicó parte de su discurso a hablar de los "duendes" de Telemadrid que habían tratado de boicotearle el debate del viernes con las otras dos aspirantes a la presidencia de la Comunidad. "Unos duendes con nombres y apellidos, de derechas que eliminan el sonido en mi spot, vuelven loco a mi cronómetro y hacen que grúas de 17 metros se caigan sobre el plató en el momento trascendental de pedirle el voto a los ciudadanos".
El ex presidente socialista intercaló incluso chistes en su discurso y tuvo tiempo para más banderillas. Y habló de la "basura mediática", en alusión a la Cope, Telemadrid y El Mundo "y toda esa inmundicia mediática", dijo; de los escándalos de corrupción urbanística de los populares y de las manipulaciones de los censos en Melilla: "Eso es como esa señora de la residencia a la que le dieron el sobre cerrado con el voto dentro y se plantó diciendo que ella quería saber a quién votaba, y le respondieron: señora, ¿pero nadie le ha explicado que el voto es secreto?".
Y, cuando la despedida, la gente empezó a pedirle que no se marchara, como si aquello fuese un concierto y hubiera bises. Y González finalmente, tiró a matar el toro: "Cuando la derecha aprenda a perder, les respetaremos, mientras tanto no son respetables. Así que ánimo, a votar, que para exigir derechos hay que votar". Con las gradas en pie, el que a sí mismo se comparó con un "jarrón chino" en un apartamento pequeño ("nadie lo tira por si vale algo, pero estorba en todas partes"), ayer fue el rey del circo de Leganés.
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