_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Descampado

Este Fabio, ay dolor, que ves ahora campus de soledad, mustio collado iba a ser la vanguardista sede de la anacrónica Justicia española. Del legajo y de la "brida", del cartapacio y el mamotreto, en el campus de Valdebebas se iba a producir el vertiginoso viaje a la modernidad digital, arruinado por la falaz coyuntura económica. Una sola foto de Santi Burgos en las páginas de este periódico resume la tragedia de esta colosal operación abortada en sus inicios: en primer término, unas docenas de ladrillos abandonados a su suerte en medio de un devastado solar, al fondo tras dos hileras de escuálidos arbolillos, la achaparrada silueta en forma de hongo del que iba a ser el Instituto de Medicina Legal, edificio único e inconcluso de un campus que no pasó de descampado por mucho que abonaran el suelo desparramando euros del presupuesto comunitario.

El fallido Instituto de Medicina Legal será un monumento a la vacuidad y la incompetencia

Iban a globalizar la justicia y se les pinchó el globo, el inmueble del fallido instituto médico parece eso, un globo deshinchado y perplejo. La Justicia necesitaba más jueces, más secretarios y funcionarios, más medios y otros remedios, pero en la Comunidad de Madrid les iban a dar ladrillos, muchos ladrillos, ladrillos de diseño para que los apilaran prestigiosos arquitectos llamados a concurso.

La colocación de la primera piedra del parque temático de la Justicia, con cuarteto de cuerda incluido, salió por un pico, un milloncejo de euros, más o menos. Considerando que iban a ser 20 los edificios a construir, nos queda el consuelo de habernos ahorrado una pasta en primeras piedras. Gastos suntuarios para un proyecto suntuoso. Megaproyecto le llamaban sus mentores que pensaban financiar su babélica obra mediante la venta de los inmuebles que ocupan los diferentes juzgados de la capital, operación frustrada por la caída del mercado inmobiliario.

Iba a ser lo comido por lo servido, un cuento de la lechera con el final previsto y su tardía moraleja: con lo que nos den por la venta de los juzgados las constructoras pagaremos a las mismas, o a diferentes compañías para que edifiquen la edificante megalópolis justiciera. El fallido Instituto de Medicina Legal, construido en un 90%, va a ser clausurado antes que inaugurado.

No habrá cadáveres ni forenses en Valdebebas. A los segundos seguro que les hacía ilusión trabajar en un centro moderno al estilo del CSI de las series de EE UU.

Hasta hoy, para mantenerles encerrados y sumisos en las anticuadas instalaciones del Instituto Anatómico Forense, la Comunidad les había vendido su pronto trasvase al rutilante inmueble que carece, y parece que seguirá careciendo, de luz y de saneamientos, de líneas telefónicas y cableados imprescindibles. Vacío, sellado y vigilado por sus promotores, el edificio será un búnker y un monumento a la vacuidad, la incompetencia y el despilfarro. Para descargar culpas uno de los funcionarios implicados en el proyecto declaraba que las maquetas habían salido muy caras. Los mentores del proyecto, la Sociedad Anónima del Campus de la Justicia, estaban vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Las maquetas de lujo viajarían en autobuses por la Comunidad para promocionar entre los madrileños el futuro emporio justiciero, venderían aire, promocionarían los flatulentos aires de grandeza del megaproyecto macroencefálico, del hiperespacio pluscuamperfecto que nunca se concretaría.

Interrogado al respecto, Francisco Granados, consejero justiciero, declaró no saber nada sobre los gastos del proyecto y justificó su ignorancia explicando que tampoco estaba al tanto de lo que se podía gastar la Consejería de Deportes en adquirir una papelera. A esa papelera han ido a parar, de momento y según el PSOE, 300 millones de euros, una cifra muy por encima del presupuesto inicial y es que las maquetas, los cuartetos de cuerda y las papeleras están por las nubes.

Entre cirros, nimbos y cúmulos planea también Esperanza Aguirre. Ella tampoco sabe nada aunque figure al frente de la Sociedad Anónima del Campus. La culpa, toda la culpa es del diablo de Prada, Alfredo Prada, defenestrado de la Comunidad por pasarse al bando de Rajoy, espiado y descalificado por hereje y renegado por sus correligionarios de la secta rival. Presunto culpable y providencial chivo expiatorio, Alfredo Prada insiste en que informó puntualmente sobre sus principales actuaciones al Consejo de Gobierno de la Comunidad. Para desviar la atención sobre sus manejos, solo le falta a Granados, explicarnos que el espionaje de sus gamones a Prada se utilizó para vigilar de cerca los dispendios del espiado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_