Arcángel, susurros y desgarros
El cantaor onubense despliega su arte en una noche de sentimiento en los jardines de Sabatini - Entre el público, espontáneos olés y miradas absortas
"Soy como el oro", canta Arcángel en su primer arranque ante un auditorio que lo escucha rendido. Francisco José Arcángel Ramos es el nombre completo de este cantaor de padres alosneros que anoche derramó su duende en los Veranos de la Villa. Una toná de trilla para dar comienzo al concierto que recuerda a una saeta como las que solía cantar en Sevilla y en Huelva durante la Exaltación de la Saeta que precede cada Semana Santa, porque este canto sacro cristiano deriva en realidad de la clásica toná.
Arcángel, que solo tiene 33 años, confía en las guitarras para que le hagan compañía en esta toná aprendida en Alosno, patria del cante onubense y del fandango, y tierra de sus padres. El cantaor despierta espontáneos olés entre sus más devotos seguidores. Solo seis sillas hacen falta en escena para hacer posible que por una hora Andalucía inunde este jardín clásico.
A su lado, el guitarrista Miguel Ángel Cortés le tiene tomada la medida
El flamenco, tal y como cree Arcángel, no tiene tiempo ni lugar. Hace una semana cantaba a 80 metros de profundidad en la mina Agrupa Vicenta de La Unión (Murcia), y ahora su silueta se perfila sobre la fachada iluminada e imponente del Palacio de Oriente.
Vibra el suelo de madera sobre el que se disponen las sillas del público. Para algunos es inevitable seguir el compás con los pies. Frente a ellos, un Arcángel con la camisa arremangada y los ojos cerrados se sujeta el pecho mientras canta por soleares la pena de un desamor. A su lado, fiel en el escenario, Miguel Ángel Cortés, un guitarrista que viene de tocar con grandes como Manolo Sanlúcar o Estrella Morente, y que le tiene tomada la medida al cantaor onubense. También junto a él un percusionista, Agustín Diassera, al que piropea sinceramente diciendo que "lo mejor que tiene, es que no molesta".
"Haga usted el favor de apagar la luna", canta en los tangos este Arcángel que lo mismo susurra que desgarra la voz. De los graves más cálidos a unos agudos imprevisibles que hacen a algunos pegar un pequeño salto en la silla. La luna orgullosa, mientras tanto, se va desplazando hasta posarse sobre él en el cielo limpio de Madrid.
Siguen a los tangos, bulerías y alegrías, palos festivos y bulliciosos que tradicionalmente se constituyeron para el baile. Por eso Arcángel decide ponerse de pie, encararse a un público que mira absorto al cantaor, algunos con la boca abierta. Algunos dicen que es el cantaor preferido para los bailaores, y muestra de ello son sus colaboraciones con Eva Yerbabuena y Javier Barón. Bulerías a ritmo del "tiriti tran tran tran", en homenaje al difunto cantaor jerezano Chano Lobato.
Para el final, lo que ha escuchado desde que empezó a cantar con 10 años junto a la ría onubense. Fandangos de Huelva que lleva dentro, junto a la cantaora India Martínez, invitada al festín. Arcángel se marcha y algunos se quedan tamborileando con los dedos en las sillas, dejando tras de sí un repertorio que no caduca. Como el cantaor suele decir, el flamenco es "beber del agua de ayer y sonar a hoy mismo para tener sentido pasado mañana".
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