Aguirre excluye a Granados del Gobierno
La presidenta dibuja un Ejecutivo regional a la medida de Ignacio González
Esperanza Aguirre tomó ayer por la mañana juramento como presidenta de la Comunidad de Madrid, y por la tarde anunció la composición de su Ejecutivo regional a través de Twitter. La principal novedad es que prescinde de Francisco Granados, que ocupaba la cartera de Presidencia, Justicia e Interior. Este llevaba desde 2004 en el Gobierno regional de Madrid y era hasta ahora el número tres en la Administración autónoma.
La decisión de Aguirre ha causado gran sorpresa en el grupo popular porque Granados es el secretario general del PP de Madrid y como tal ha negociado con UPyD las alcaldías de los municipios donde no tenía mayoría absoluta como Leganés, Getafe...
La semana pasada Aguirre se reunió con Granados para ofrecerle la portavocía del grupo popular en la Asamblea y uno de los cinco escaños en el Senado que le corresponde al PP por designación autonómica. La idea de la presidenta era reforzar el grupo parlamentario ahora que enfrente tienen a Tomás Gómez, jefe de los socialistas madrileños.
Pero Granados rechazó la portavocía con cierto malestar porque la consideraba una degradación, él mantenía otras aspiraciones. Fuentes de la Asamblea aseguran que la reunión terminó con bronca. Con la salida de Granados se acaban los frecuentes pulsos que mantenía con el vicepresidente y número dos de Aguirre, Ignacio González. Ambos se disputaban el poder interno.
Otras interpretaciones sobre la exclusión de Granados apuntan al espionaje político en la Comunidad. Hace dos meses, justo antes de las pasadas elecciones, la Audiencia Provincial de Madrid reabrió el caso del seguimiento a cargos del PP en la región. Granados era el jefe de los supuestos espías a los que el tribunal acusa de malversación de fondos. Fue él quien los contrató y les puso a trabajar para la Administración regional con el doble de sueldo que cobraban como guardias civiles. Mientras Granados era el responsable, los agentes siguieron al exconsejero de Justicia, Alfredo Prada, y al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo. Además, durante la pasada legislatura circularon varios dosieres sobre el patrimonio del exalcalde de Valdemoro. Hasta ayer, Francisco Granados, Ignacio González y Engracia Hidalgo eran los únicos miembros del Ejecutivo regional que permanecían junto a Aguirre desde 2004, año en el que llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Ahora, el único que sigue al lado de la presidenta regional es González, que se mantiene como su hombre fuerte. Es el vicepresidente regional, portavoz del Gobierno y mantiene las consejerías de Cultura y Deportes. Es el maestro de ceremonias en el Consejo de Gobierno y por sus manos pasan todos los asuntos relevantes del Ejecutivo autónomo, que esta vez parece diseñado a la medida de González.
El número dos de Madrid mantenía frecuentes pulsos políticos con Granados y se sentía incómodo con la ortodoxia presupuestaria de Antonio Beteta como consejero de Economía y Hacienda. Aguirre desplaza al responsable del mayor recorte presupuestario de Madrid a la cartera de Transportes e Infraestructuras, que apenas cuenta con recursos en esta legislatura de austeridad.
González ve así su camino despejado para desempeñar el papel de cabeza y mano de la presidenta regional. Lleva con Esperanza Aguirre desde que esta era concejal de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid. La acompañó en su etapa en el Gobierno de Aznar. Y es el único que sigue a su lado desde el primer Gobierno tras el tamayazo. Con este espaldarazo se esfuman los rumores que le situaban como presidente de la futura empresa resultante de la privatización del Canal de Isabel II. Su frustrado asalto a la presidencia de Caja Madrid, a la que no pudo acceder porque Rajoy colocó a Rodrigo Rato, trastocó los planes de Aguirre, que hasta entonces toleraba la bicefalia en su Gobierno. Ahora todo ha cambiado.
Otra de las que sale es Engracia Hidalgo, que también había sido consejera desde entonces. Abandona el Gobierno para ser senadora. La cartera de Asuntos Sociales e Inmigración, que ocupaba, pasa a manos de Salvador Victoria, hasta ahora secretario general del Consejo de Gobierno y hombre de confianza de González. Victoria es responsable de asuntos jurídicos del PP regional y ha sido el encargado de preparar la ofensiva judicial de los populares contra los socialistas. Era normal verle a las puertas de los juzgados presentando denuncias contra los alcaldes socialistas.
La cartera de Granados la asume Regina Plañiol, de la máxima confianza de González y Aguirre. Viceconsejera de Asuntos Sociales y Familia, hasta ahora era la responsable de poner en marcha la Ley de Dependencia. Plañiol tendrá que poner orden en la justicia madrileña. Fue el único asunto en el que la presidenta regional reconoció alguna deficiencia el pasado martes durante su discurso de investidura. Aguirre anunció la creación de una comisión para averiguar por qué, si había multiplicado por cinco la inversión en justicia, los ciudadanos no tenían esa sensación de mejoría. Era también una fórmula de abonar el terreno para la estrategia contra Granados. La consejería de Plañiol pierde el apellido de Interior, aunque mantiene las competencias. Tendrá que reordenar el área de la que dependían los supuestos espías.
La cartera de Beteta la recoge Percival Manglano, hasta ahora en segunda línea política como viceconsejero de Inmigración. Manglano es un hombre próximo al grupo de FAES, la fundación del PP, que en Madrid tiene como referencia al consejero de Sanidad Javier Fernández Lasquetty. A ese núcleo pertenece también Lucía Figar, que mantiene Educación y absorbe Empleo, hasta ahora en manos de Paloma Adrados, que ha logrado la alcaldía de Pozuelo de Alarcón. Figar mantiene una estrecha relación con Aguirre y atesora una gran influencia sobre ella.
La remodelación de la presidenta regional deja al Gobierno autónomo con ocho consejerías, la mitad de las que tenía en 2007, cuando Aguirre diseñaba un Ejecutivo con 15 áreas. Las salidas despejan las incógnitas de los cinco puestos para senadores: Francisco Granados, Engracia Hidalgo, Elvira Rodríguez, expresidenta de la Asamblea; tendrán escaño asegurado. El resto se lo repartirán entre Juan van Halen, Beatriz Elorriaga, Gador Ongil y Luis Peral, diputados del PP en la Cámara regional.
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