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El corazón rebelde que descongeló el alma de los británicos

'Time' publica un reportaje sobre el papel de Diana de Gales, como adalid de la apertura emocional vivida en su país

Contenidos, reservados, educados. Los británicos se han jactado durante siglos de su propio temperamento, cuya máxima expresión de emoción se realiza mediante una mano discretamente posada en el hombro. La llamada flema británica. Pero, según cuenta la revista Time en un extenso reportaje, esos muros de frialdad cayeron con la muerte de la princesa Diana de Gales. La revista no duda en calificar a La princesa del pueblo como el "adalid" del cambio en el carácter británico, mucho más abierto a la expresión de las emociones, desde entonces.

"Los británicos se vieron sobrepasados aquel 6 de septiembre. Londres, la grande, era una ciudad de lamento, tomada por un de millón de enlutados, apostados en el camino hacia la Abadía de Westminster. El silencio se amplificaba por el sonido del cortejo que salía del palacio de Kensington: el estruendo de las ruedas en el asfalto, los cascos de los caballos y la campana que tocaba a lánguidos intervalos. Pero cuando la procesión salió a la vista de todos, dejando atrás las puertas de palacio y adentrándose en la calle pública, un grito perforó el aire de la mañana: "¡Diana, my Diana!. Y, entonces, comenzó un lamento repetido: "¡Te queremos, Diana!". El acostumbrado estoicismo británico estaba abrumado por la pena cruda y desenfrenada", escribe Catherine Mayer en el prestigioso semanario. La catarsis del pueblo británico.

Esta periodista explica que, diez años después de la muerte de Diana, su figura se ha desdibujado. Pese a que Diana sigue siendo la personalidad británica más conocida en el mundo, sus logros se han diluido y muchos británicos piensan que no hizo mucho más que interesarse por el mundo de la moda. Por eso, Mayer escribe un reportaje en el que hace un repaso por los que cree sus logros: impulsar la modernización de la monarquía y llamar la atención sobre distintas causas humanitarias, como los trastornos alimentarios, el hambre o las minas anti persona.

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