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Seísmo mortal en Murcia

"El suelo saltaba resquebrajándose y abriéndose como si estuviera vivo"

Los vecinos de Lorca relatan el pánico desatado tras los dos temblores

Caos. Nerviosismo. Heridos graves esperando en la calle ambulancias que no podían llegar. Coches y edificios enteros destruidos. Vecinos de Lorca (Murcia) relataban ayer por la noche la inquietud y el miedo que provocaron dos terremotos sucesivos de 4,5 y 5,1 grados en la escala de Richter que en ese momento no se sabía si serían los últimos ni los más graves. "Estamos en situación de emergencia", relataba por teléfono con voz angustiada una enfermera del Hospital Virgen del Alcázar. "No podemos pararnos a hablar". A última hora de la tarde todo el mundo estaba en la calle. No había edificios con luces encendidas y la gente llenaba los coches con sus pertenencias más queridas ante el temor de que sus casas se vinieran abajo y lo perdieran todo.

Muchas personas llevaron a los coches sus pertenencias
Las ambulancias no podían entrar en la zona más dañada por el seísmo
"He sentido un latigazo y he visto una grieta subiendo por la pared"
"Me he metido con mis dos niñas debajo de la mesa hasta que ha pasado"
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Nadie quería volver a su casa. Muchos vecinos se marcharon a Águilas o a casas de campo de las afueras mientras otros se preparaban para dormir a la intemperie. El estadio de fútbol, polideportivos y albergues fueron habilitados para quienes buscaban cobijo. Se aprovechó también el patio del colegio Sagrado Corazón. El interior de la escuela, sin embargo, había quedado destrozado. "Ha sido espantoso", relataba Charo Román, presidenta de la asociación de madres y padres de la escuela Sagrado Corazón de Jesús. "Menos mal que a esa hora ya no había niños dentro. Hemos pasado muchísimo miedo". A su marido, Salvador Martínez, el terremoto le sorprendió conduciendo. El coche derrapó y a duras penas logró controlarlo. Entonces, vio a los peatones derrumbarse en cadena y una gran polvareda que lo inundaba todo.

Los vecinos se echaron a la calle tras los temblores sin tener muy claro adónde debían dirigirse, esperando alguna instrucción de las autoridades. "No sabemos si ir a un parque o qué hacer", expresaba Paloma Sanz. "Estamos muy nerviosos porque tememos que vuelva a haber otro terremoto". Los heridos esperaban ambulancias que tardaban en llegar, y algunos médicos tuvieron que atender a gente de forma espontánea en la calle. "Estaba con un paciente en la consulta cuando se produjo el segundo temblor", relata Virtudes, una doctora de la localidad. "Salimos todos a la calle. Había gente con heridas graves, muchos inconscientes, a los que tuve que examinar porque las ambulancias no podían entrar en la zona y tardaban más de 40 minutos. Se han llevado a un chaval al que le cayó una pared encima y que tenía contusiones importantes".

A María del Mar, auxiliar de enfermería, los propios agentes de policía le pidieron que ayudara a atender a los heridos. "El tráfico estaba colapsado", explicaba ayer sobre las ocho de la tarde. "Después de echar una mano decidí salir de allí. Ahora estoy en el campo, a seis kilómetros, esperando otra réplica. Pero aquí no puede caerme nada encima porque lo único que tengo sobre la cabeza es el cielo. Ni siquiera he ido a ver si mi casa estaba dañada. Me ha dado miedo verlo. Es casi nueva".

La policía fue desalojando las viviendas casa por casa. "Nos acaban de decir que nos vayamos rápido", explicaba por teléfono María Alcaraz. "Los servicios de Protección Civil nos están dirigiendo hacia los parques y zonas abiertas porque han caído muchos cascotes de las casas, incluso se han derrumbado edificios enteros", añadía Pedro, otro vecino de la localidad. "Mi mujer ha visto cómo caía la torre del santuario de la Virgen de las Huertas".

"Esto es un caos", se lamentaba Jesús Ruiz, que vivió el terremoto en el trabajo, en un polígono industrial. "Hay edificios agrietados y todo el suelo está lleno de cascotes y cornisas. He visto cómo le cosían a un chico la cabeza", añadía. En el barrio de Las Viñas, uno de los más afectados junto a San Cristóbal y Barrios Altos, Rosario, de 56 años, salió rápidamente de su casa tras el segundo temblor llevándose a su hija, embarazada. "La escalera estaba totalmente abierta. Se había caído el techo del edificio de enfrente y también el del centro médico. Los coches estaban hechos añicos. Me han dicho que en el bar donde mi marido va todos los días a tomar café hay incluso algún fallecido".

Eliseo López, copropietario de los concesionarios de Nissan y de Renault de Lorca, tuvo que salir con todos los empleados de las instalaciones ante el peligro de derrumbe. "Todo el alicatado del suelo saltaba, resquebrajándose como si estuviera vivo", explicó. "Algunos trabajadores han estado localizando a sus familias, han perdido la casa con todo, y no podemos entrar hasta que alguien confirme que es seguro porque las grietas son tremendas, los cristales están rotos. Es un espectáculo dantesco. El primer terremoto ha sido más leve, con daños menores, así que hemos vuelto a trabajar. Estábamos en plena faena cuando se ha producido el segundo. Yo estaba despachando y he sentido un estruendo tremendo. Hemos tenido un herido, se le ha caído un trozo de techo en la cabeza y le han dado siete puntos".

A Ismael, el terremoto le pilló entrando a un restaurante al que iba a asistir a un curso de cortar jamón. "He sentido un latigazo por la espalda y de repente he visto una grieta corriendo pared hacia arriba por el restaurante. Me ha dado muchísimo miedo", relataba aún con voz temblorosa minutos después del terremoto. "La calle estaba llena de cascotes, había edificios enteros resquebrajados de arriba abajo y pasaban coches llenos de heridos que los conductores intentaban llevar al hospital -se montaron cuatro de campaña para atender a los centenares de afectados que había en la calle-. Entonces he pensado enseguida en mi madre, que tiene 89 años y vive en Totana, pero el teléfono no funcionaba, así que me he ido corriendo hacia allá. Al llegar a su casa, vi que estaba asustadísima pero bien".

Fuera de Lorca, en municipios como Totana, y en la ciudad de Murcia, también se sintieron los terremotos, pero no con la misma intensidad. "Aquí ya no queda nadie. Se ha ido todo el mundo", relataba desde Totana la recepcionista de un hotel. "Hemos pasado mucho miedo pero afortunadamente de momento no hemos visto ninguna grieta".

Cristina Selva, de 32 años, estaba en su casa de Murcia capital jugando con sus dos hijas pequeñas, de dos años, cuando empezó a moverse su edificio. "Me he asustado muchísimo, por las niñas. Las he cogido y nos hemos metido las tres debajo de la mesa y hemos esperado a que todo pasara", explica. "Han sido los 20 segundos más largos de mi vida", confiesa. Sus padres, que viven en Lorca, le contaron que se había caído todo lo que había en las estanterías y que había grietas en la casa. Tenían miedo de dormir allí por si se caía el edificio.

Con información de Natalia Junquera, Patricia R. Blanco, Raquel Seco, Mónica Ceberio y Tono Calleja.

Los dos terremotos de magnitudes 4,5 y 5,1 que sacudieron ayer la ciudad murciana de Lorca provocaron escenas de pánico entre la población. Varios vecinos corren por la calle de Galicia entre cascotes esparcidos por el suelo.
Los dos terremotos de magnitudes 4,5 y 5,1 que sacudieron ayer la ciudad murciana de Lorca provocaron escenas de pánico entre la población. Varios vecinos corren por la calle de Galicia entre cascotes esparcidos por el suelo.ISRAEL SÁNCHEZ (EFE)
Una mujer salta por el balcón de una vivienda y una pareja corre despavorida con un niño en brazos mientras observa los efectos del temblor de tierra.
Una mujer salta por el balcón de una vivienda y una pareja corre despavorida con un niño en brazos mientras observa los efectos del temblor de tierra.N. H.

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