Un presidente implacable
Javier Gómez Bermúdez pone en aprietos a traductores y abogados
El presidente del tribunal que juzga los atentados del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, se mostró implacable durante la primera jornada del juicio. Desde el minuto uno de la vista, dejó claro que lo que empezaba era "el tiempo del derecho y de la justicia" y pidió a las víctimas que mantuvieran "la templanza que les caracteriza", escucharan lo que escucharan en la sala.
El magistrado no aceptó ni una cuestión previa porque son improcedentes en este tipo de procedimientos, reconvino a los letrados que quisieron hablar a destiempo, dio un rapapolvo a los traductores de árabe y puso en aprietos al defensor de Rabei Osman, Mohamed el Egipcio.
Parece claro que Gómez Bermúdez está decidido a que la vista discurra por el recto carril de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Nada más empezar, ni siquiera permitió articular una frase completa a José Abascal, letrado de Jamal Zougam, cuando quiso pedir que no se retransmitiera en directo el juicio. Tampoco permitió a El Egipcio lanzar unas consideraciones previas. "Ahora tiene derecho a declarar o no, y al final, pero no al principio, tendrá derecho a la última palabra", le dijo serio.
Javier Gómez Bermúdez fue especialmente implacable con el interrogatorio de tintes dilatorios que mantuvo el abogado Endika Zulueta con su cliente, Mohamed El Egipcio. "No ha lugar a esa pregunta", "eso es una obviedad", "todo lo que dice ya se ha leído en sala", "puede protestar pero no puede explicar la pregunta de la protesta". Así hasta más de una docena de veces.
Sin embargo, quienes se llevaron la peor parte fueron los traductores. Lo primero que les dijo fue que la traducción tenía que ser "simultánea, no sucesiva". Sin embargo, llegó un momento en el que no había manera de entenderse. Gómez Bermúdez decidió cortar por lo sano: "Parece que los intérpretes de árabe no están muy finos esta tarde. Se suspende la sesión por diez minutos. Quiero a los intérpretes de árabe en mi despacho inmediatamente". El resultado fue fulminante. A partir de ese momento, la traducción continuó sin más incidencias.
Pero aún el abogado de El Egipcio tuvo que escuchar como le reconvenía una vez más por su insistencia en aclarar aspectos sobre el impago de la dote en el matrimonio árabe, mientras en las pantallas de la sala se podía ver el contrato matrimonial del egipcio. "Bien, ya sabemos mucho sobre el matrimonio árabe. Ahora puede preguntar algo relevante sobre el proceso". El letrado enmudeció.
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