"Nunca había visto morir a nadie"
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, pasó el día "más terrible" de su vida recorriendo los tres epicentros del atentado y visitando a los heridos en los hospitales
"Hay cosas que nunca te puedes imaginar que llegarás a vivir. Jamás hubiera pensado que iba a llegar un día en mi vida como éste. Es el día más terrible de mi vida.
Yo había visto muchos muertos en otros atentados, pero nunca había visto morir a la gente
... Y ésa es una sensación mucho más dura". El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, habla desde su coche oficial, que durante la mañana lo ha llevado y sacado del infierno varias veces en su recorrido por los tres epicentros del atentado masivo sufrido por la capital: las estaciones de cercanías de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia. Mientras cuenta sus tristes impresiones de esta jornada dramática, recibe una llamada de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que le ofrece bomberos, policías y toda la ayuda que necesite. Él responde: "Gracias de verdad. Se qué nuestra gente está hablando con la tuya. Gracias, Rita, en nombre de todos los madrileños, pero de momento no hace falta...".
Familiares de las víctimas esperaban en Ifema la identificación de los cadáveres
Ibarretxe y Jordi Pujol llamaron al regidor madrileño para mostrarle su solidaridad
También le han llamado por teléfono el lehendakari Juan José Ibarretxe, para decirle que está "consternado", el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el alcalde de Barcelona, Joan Clos. Todos quieren expresar su solidaridad al primer edil de una ciudad que se ha sumido en el caos y la depresión en cuestión de minutos. "Me llamó Pedro Calvo [concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid] a las 7.45, le dije que me iba para Atocha y él me advirtió de que tenía que esperar a que hicieran el barrido de la zona, para poder entrar seguros", recuerda el regidor.
Nada más aterrizar en el escenario del crimen, sobre los raíles de la estación de Atocha y entre los hierros del tren reventado el alcalde presencia "las escenas más tremendas" de su vida. "Estaban allí los cuerpos destrozados, los heridos destrozados... Veía a los equipos del Samur intentando recuperar vidas. He visto morir a varias personas. Es muy duro... Yo ya viví el atentado de Vallecas [en 1995], llegué muy pronto y vi cuerpos destrozados. Yo había visto muchos muertos, pero nunca había visto morir a la gente. Y ésa es una sensación mucho más dura".
Allí se encuentra también la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, el primer teniente de alcalde de Ruiz-Gallardón, Manuel Cobo, y, en permanente contacto telefónico, el ministro del Interior, Ángel Acebes, y el delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui. El alcalde ha hablado ya con el presidente José María Aznar y con el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy.
Llevan pocos minutos en Atocha cuando varios policías empiezan a gritar "¡fuera, fuera, fuera!". Un perro ha detectado otra posible bomba. El coche oficial se dirigirá después a las otras dos estaciones donde han explosionado sendos trenes: El Pozo y Santa Eugenia. Los policías vuelven a pedirles que no se adentren mucho, porque sospechan que hay más explosivos ocultos. Ni siquiera los jueces han podido acceder aún para ordenar el levantamiento de los cadáveres.
A las 11.00 se reúne en el Ministerio del Interior una especie de gabinete de crisis en el que están, junto al ministro Acebes, el alcalde y la presidenta Aguirre. Allí se decide el traslado, en ambulancias, de los cuerpos al pabellón 6 del recinto ferial Ifema. Antes de viajar a ese tanatorio improvisado, Ruiz-Gallardón acude al Ayuntamiento, convoca una Junta de Gobierno extraordinaria para declarar tres días de luto en la capital y comienza otro triste periplo: acompañado por la concejal de Empleo y Servicios al Ciudadano, Ana Botella, visita a las decenas de heridos ingresadas en los hospitales Gregorio Marañón y Doce de Octubre, y a las familias de aquellos que se encuentran en situación de extrema gravedad.
En la vorágine, tiene tiempo de llamar a su mujer para saber de sus hijos y de los amigos de sus hijos, y ordena que los servicios sociales presten atención a los familiares en los hospitales.
Al pabellón 6 de Ifema llega la comitiva de autoridades a primera hora de la tarde. El suelo ha sido cubierto con plásticos, y los cuerpos de los asesinados reposan encima. Tapados con sábanas negras los cadáveres ya identificados; de blanco, los que aún no tienen identidad conocida. En un rincón de la sala, varios móviles empiezan a sonar dentro de los bolsos y mochilas encontrados junto a los cuerpos en los trenes y trasladados también a Ifema. Un policía amaga con atender uno de los teléfonos y observa que ya guarda en su pantalla 60 llamadas perdidas.
Una planta más arriba están los familiares, que aún no saben si alguno de los cadáveres cubiertos con sábanas blancas corresponderá a un ser querido. Entre esos familiares silenciosos está uno de los conductores de Ruiz-Gallardón, que lleva media vida a su servicio y que tiene una hermana que coge todos los días el tren de Alcalá de Henares. Está desaparecida.
Antes de abandonar este tanatorio provisional, el alcalde vuelve a reclamar que todos los madrileños acudan hoy a la manifestación en favor de la Constitución y contra el terrorismo. En la plaza de Colón, a las siete de la tarde.
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