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ANÁLISIS
Columna
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La derrota de la ETA de Txeroki

Luis R. Aizpeolea

La detención, el jueves en Francia del etarra Iñaki Dominguez, cuando regresaba de comprar materal electrónico en Italia, revela que el Estado democrático mantiene la vigilancia sobre ETA y que no se fía de su declaración de tregua. Pero esa detención no cuestiona que ETA esté en fase terminal.

No solo lo está sino que puede afirmarse que la ETA de Txeroki ha sido derrotada, la ETA que quiso imponerse sobre una izquierda abertzale que, tras la ruptura de la tregua de 2006, pretendía zafarse por vez primera de su papel tradicional de brazo político de la banda. Lo reconoce Txeroki en sus comentarios al señalar que la "lucha armada no procede" y que debe dejar paso a la política. Con lo que le da la razón a la izquierda abertzale, tras casi cinco años de disputa con ella.

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Y ha sido, a su vez, el Estado de derecho el que ha llevado al que fue brazo político de ETA cada vez más lejos en sus planteamientos, como el rechazo expreso a la violencia de la banda. Pero la izquierda abertzale no ha terminado su recorrido. Le queda pendiente reclamar a ETA el final de la violencia y reconocer el daño causado durante años.

La credibilidad recibida en las urnas el 22-M, con el masivo voto a Bildu, la puede perder si no demuestra del todo su rechazo a la violencia de ETA con la presión sobre la banda para que eche la persiana. Si no cumple esa función, más pronto que tarde percibirá que pierde apoyos, porque los tuvo precisamente para lograr ese objetivo.

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