El criminal de guerra vuelve a casa
Ivica Rajic, condenado por 37 muertes en Bosnia, sale de la cárcel a los ocho años
Sentada en el sofá de una de las casas reconstruidas de Stupni Do, frente a una taza de café turco, Ferida Lukic hace cuentas con los dedos. Cuando adivina el resultado de su división se echa a llorar y grita: "Ni tres meses de prisión por cada muerto, me siento humillada. Hubiera sido mejor que dejaran libres a todos esos animales". Los muertos de los que habla Ferida fueron 37 vecinos de este pueblo de montaña, entre ellos su marido, Mehmet. Los "animales", la unidad del Ejército bosnio-croata (HVO) que el excomandante Ivica Rajic lanzó contra sus habitantes el 23 de octubre de 1993, durante la guerra que asoló Bosnia entre 1992 y 1995 causando más de 100.000 muertos. El objetivo de la operación era exterminar a la población, casi íntegramente musulmana, no sin antes violar a las mujeres y reducirlo a cenizas. Casi lo consiguieron.
El excomandante salió ayer de una prisión de Madrid rumbo a Croacia
Ordenó atacar Stupni Do para acabar con todos los musulmanes
"Dejar de disparar, los quemaremos vivos", dijo uno de los soldados
En su pueblo, a 48 kilómetros de la masacre, le esperan con una placa
Rajic, condenado en 2006 a 12 años de cárcel por el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia (TPIY) como responsable de esa matanza, salió ayer en libertad condicional anticipada de la prisión de Navalcarnero. El juez de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis de Castro, lo excarceló tras haber cumplido ocho años -dos tercios de su condena- debido a su buena conducta y su favorable pronóstico de reinserción, acatando la orden de los magistrados que lo sentenciaron. Después fue conducido a Barcelona, donde cogió un avión a Croacia, su país de acogida. El cálculo de Ferida, pues, era correcto. Dos meses y medio por víctima. Y sin contar los abusos sexuales y los tremendos desperfectos que causaron los soldados. Arrasaron el pueblo.
Dieciocho años después, esta campesina musulmana de unos 50 años, que fue testigo en el proceso contra Rajic en La Haya, cuenta cómo logró escapar de ellos de milagro. A las ocho de la mañana de ese día, ella y su marido proporcionaban los primeros cuidados al ganado. Cuando llegaron los soldados, los dos, junto con otros 17 vecinos, entre ellos varios niños, corrieron a esconderse en un sótano, el lugar seleccionado como refugio en caso de invasión. Pero los descubrieron.
"Los militares tomaron como rehén a una niña tras matar a su madre ante ella y la obligaron a delatarnos", recuerda. "Entraron en la casa donde nos ocultábamos y se llevaron todo lo de valor: oro, joyas... Después nos sacaron del sótano y nos colocaron en dos filas, a un lado los hombres, al otro, mujeres y niños. A los hombres, entre ellos mi esposo, los mataron de inmediato", prosigue. "Una señora les suplicó que no hicieran lo mismo con ellas y los niños, pero también la mataron. Yo era la siguiente de la fila".
El soldado que acababa de disparar a su vecina se acercó a Ferida provocándola con sus insultos. Al ver que no reaccionaba, disparó a ambos lados de su cabeza y entre sus piernas, pero esta permaneció impasible. "No me podía mover, estaba en estado de shock", afirma. Entonces, los dos hombres al mando ordenaron detener las muertes. "Vamos a hacer algo peor", recuerda Ferida que dijeron. "Los vamos a quemar vivos". Así que los recluyeron a todos en una cabaña de madera y le prendieron fuego.
"Los niños lloraban y tosían por el humo. No podíamos saltar por las ventanas porque estaban a mucha altura", continúa. Hasta que encontraron un hacha y consiguieron derribar la puerta. "Cuando salimos, todas las casas ardían y las calles estaban llenas de cadáveres. Los vi mientras corría para escapar y refugiarme con los demás en el bosque". Desde entonces, Ferida y otras 150 personas vagaron como refugiados por distintos pueblos de Bosnia durante casi 10 años. Hasta que la Cruz Roja reconstruyó sus casas y volvieron a Stupni Do. Atrás quedaron 37 vecinos abatidos a tiros o degollados, entre ellos cinco niños, dos de ellos quemados vivos. También 21 mujeres, algunas de las cuales habían sido violadas; una era inválida.
Tras los sucesos de Stupni Do, Rajic, con la ayuda del HVO, cambió su nombre por el de Viktor Andric para huir de sus crímenes. Con su nueva identidad, se escondió en Croacia, pero en 2003 la policía lo detuvo en Split para conducirlo a La Haya. El acusado llegó a un acuerdo con el fiscal y reconoció los hechos. En mayo de 2006 fue condenado por homicidio, tratos inhumanos (incluidos abusos sexuales), apropiación y destrucción de bienes. Pero su pena, gracias a su colaboración y a la delación de algunos de sus cómplices, quedó reducida a 12 años y el tribunal eligió a España para que la cumpliera.
Ahora a solo 48 kilómetros de Stupni Do, en Kiseljak, el pueblo de mayoría croata de Rajic, lo esperan con sentimientos encontrados. Miroslav Sokoro, presidente de la Asociación de Excombatientes del HVO, que defiende los intereses de los 1.000 veteranos de ese bando en el municipio, cuenta que algunos de sus excompañeros recibirán al criminal como a un traidor. "Confesó e involucró a varios de nuestros asociados. Y se comprometió a colaborar para llevarlos ante el juez", explica.
Pero, acto seguido, saca de un armario una placa que se inaugurará en cuanto Rajic visite la ciudad. "En eterna memoria y gratitud por su extraordinaria contribución a la vida y libertad de su pueblo. Por su coraje en la organización y liderazgo de su unidad militar para la protección y defensa del pueblo croata de Bosnia central", dice su texto. Debajo, la firma de Tihomir Blaskic, máximo responsable del HVO que cumple 25 años de condena en Reino Unido por ordenar la muerte de 2.000 musulmanes. El inductor de los 37 asesinatos de Stupni Do. El de la muerte de Mehmet, el marido de Ferida.
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