El cielo puede esperar
Por suerte para todos los donostiarras, empezando por mí mismo, no es probable que yo llegue a ser alcalde de mi ciudad: la verdad es que no conozco a nadie menos municipal que yo. También tengo en mi contra para alcanzar esa magistratura urbana varias insuficiencias, como mi completa ignorancia de las peripecias de la Real Sociedad y del fútbol en general. Es difícil ser alcalde y no tener nada que lamentar o que elogiar en el equipo local... salvo el himno, que me parece muy afortunado.
Otra carencia: no soy simpatizante sino abiertamente "antipatizante" del nacionalismo vasco. Por no ser, ni siquiera soy esa amable tontería, "vasquista", porque bastante tengo con ser vasco (también soy macho pero no machista y tengo apéndice pero no apendicitis). Además, como ETA-Batasuna siente por mí tan poco cariño como yo por ella, sólo me puedo mover por Donosti acompañado de beneméritos escoltas y evitando ciertos barrios. Así es imposible hacer campaña electoral como se debe, estrechando manos y acariciando niños, tomando txikitos y los célebres pintxos que el mundo entero envidia. No se puede ser jatorra (algo así como "castizo" o "retrechero" en nuestra jerga local) acompañado forzosamente por la fuerza pública.
De modo que imposible conseguir el sillón consistorial. Pero imaginemos por un momento -¡temblad, malditos!- que me sentase en él. Ah, pues entonces me daría unos cuantos gustazos. Empezando por la izada de bandera que marca el comienzo de las fiestas patronales, el 20 de enero. La plaza de la Constitución está desde la tarde anterior tapizada con pancartas a favor de la amnistía para los etarras, ataques a los partidos constitucionales y emblemas de ETA. Yo no quitaría ninguna pero encargaría otras tantas repudiando el terrorismo, recordando que el lugar de los criminales es la cárcel y vitoreando a los grupos cívicos como el Foro de Ermua, Covite o Basta Ya. Así en la tamborrada no se sentiría nadie molesto... o nos fastidiaríamos todos por igual. Y lo mismo cuando la Korrika en pro del euskera (?) pasase por Donosti con sus habituales fotografías de presos, lemas abertzales, etc...Yo incorporaría al cortejo los retratos de los asesinados y camisetas pidiendo respeto igual en la educación para las dos lenguas maternas de nuestra Comunidad Autónoma Vasca.
También potenciaría dos instituciones culturales. Primero, La Tabacalera convertida en lugar de exposiciones y debates, esperemos que no sólo de tema audiovisual. Allí podrían encontrarse escritores y artistas de todas las tendencias, con especial atención a los que siempre han sido marginados en otros medios. Seguro que Josean Muñoz, hombre abierto, es la persona adecuada para impulsar estas reuniones ecuménicas. Y en segundo lugar, el hipódromo de Zubieta... pero, claro, esto ya se lo esperaban ustedes del nuevo alcalde virtual.
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