Uno de esos cerebros que se fugan
En mi país me siento pequeña, insignificante. Mi título no vale nada. No se me trata con respeto ya que nunca podría tener un empleo digno, ni cobrar lo suficiente para vivir independientemente o tener hijos
Mi historia es como la de muchos jóvenes que nos hemos visto obligados a emigrar a otros países porque el nuestro nos da la espalda.
Como yo somos muchos, rozando la treintena, sobradamente preparados y totalmente dedicados a nuestra profesión. Pero en cambio nos sentimos perdidos, totalmente incomprendidos. En España no podemos sentirnos orgullosos de nuestros logros, ni de ser un colectivo tremendamente apreciado en el resto del mundo...no, en España nos sentimos pequeños y maltratados porque deberíamos ser la élite y tenemos que esconder que somos doctores.
Podria borrar mi nombre y esta historia seria aplicable a muchísima gente que quisiéramos volver a nuestro país y estar al lado de nuestras familias mientras avanzamos en nuestra profesión. Tengo 31 años y no he cotizado ni un solo día en España. Hablo castellano, catalán, inglés, francés e italiano. He hecho estancias en innumerables laboratorios. Soy una experta. Soy licenciada en Biología y doctora en Microbiología. Tengo dos postdocs, uno en la Universidad de Harvard. Y aun así solo mi familia siente orgullo de mi esfuerzo, de tanto sacrificio, de tantos dias que he invertido en formarme... días que les he privado de mi presencia.
Y en mi propio país me siento pequeña, insignificante. Mi título no vale nada. No se me trata con respeto ya que nunca podría tener un empleo digno, ni cobrar lo suficiente para vivir independientemente. Ni mucho menos para comprarme un piso o plantearme tener hijos.
Yo decidí marcharme en busca de un futuro mejor, como tantos inmigrantes que llegan a España para poder sacar adelante a sus familias. En la distancia me he perdido reuniones familiares, celebraciones de cumpleaños, el poder tener a un amigo que te abraza cuando todo te falla. Soy como tantos otros que hablan con sus familias por videoconferencia, que ahorran para poder volver a casa por Navidad, que no pueden evitar soltar una lagrima cuando les dejan de nuevo. Muchos amigos míos, también doctores, decidieron quedarse porque el dejar a sus familias les resultaba muy duro y han vivido un autentico periplo viviendo como mileuristas con contratos precarios de la Universidad... jóvenes sobradamente preparados y grandes científicos.
Algunos dirán que he tenido suerte porque he seguido mi sueño pero llevo seis años fuera de España y mi sensación de desarraigo es enorme. Tal y como están las cosas quizás nunca pueda volver allí para quedarme.
Tengo 31 años y estoy enriqueciendo científicamente a un país que no es el mio. Soy uno de esos cerebros que se fugan de España....
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