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Rajoy intenta anestesiar a los votantes del PSOE

El líder del PP trata de no generar polémica para evitar el voto anti-PP - Su estrategia consiste en aguardar a que los socialistas se desplomen solos

Carlos E. Cué

La durísima noche electoral de 2008, en la que casi todos pensaron que había decidido dimitir, Mariano Rajoy tenía a su lado a su asesor Pedro Arriola y a los dos les costaba entender lo que había pasado. Con casi 10,3 millones de votos, rozando el resultado de la mayoría absoluta de Aznar en 2000, habían perdido las elecciones. Rajoy aún habla de ello con incredulidad. La noche electoral de las europeas, de nuevo con Arriola al lado, todo era distinto. Con un pequeño aumento de su voto -200.000 apoyos más-, le habían sacado casi cuatro puntos al PSOE.

Arriola trató de reducir la euforia, pero todos los que prepararon con Rajoy el discurso y compartieron el análisis esa noche estuvieron de acuerdo: el voto del miedo al PP, el que le hizo perder las elecciones de 2008 al dar 11,2 millones votos al PSOE, ya no funciona. Ni siquiera en Cataluña, donde el PP empeoró ligeramente en votos en las europeas, pero llegó a ganar el distrito de Les Corts (Barcelona), algo inédito, mientras el PSC se hundía. "La etapa de la demonización del PP ha terminado", sentenció Rajoy este lunes.

"Si Zapatero virara al centro, no tendríamos nada que hacer, pero no lo hará"
"No creo que nos voten entusiasmados si sólo les ofrecemos sentido común"

Todos los sociólogos y expertos políticos coinciden en analizar unos datos de por sí evidentes: el PP no arrasó. Ganó por el desplome socialista -que perdió más de 700.000 votos- especialmente, en los barrios más afectados por la crisis económica.

Por eso, y pese a la gran satisfacción que ha producido la victoria, sobre todo por el efecto de aplacar definitivamente a los críticos, en los cuarteles del PP son muy conscientes de que eso no basta para ganar las generales. "Esta vez había que movilizar a los más fieles, los dos partidos habíamos renunciado al centro. Ahora tenemos que recuperar voto urbano, de centro", explica un dirigente. Otro lo hace de manera más gráfica. "Ahora que Jaime Mayor se vuelve a Europa y no se le volverá a ver en cinco años, que Alejo Vidal-Quadras vuelve a Estrasburgo, que hasta Jiménez Losantos deja la Cope, Rajoy ya puede ocuparse de mejorar su imagen, construir la alternativa y acabar con todo rastro de voto anti-PP". Otro cree que el mayor aliado es, paradójicamente, José Luis Rodríguez Zapatero. "Si girara al centro, el PP no tendría nada que hacer. Pero no lo hará, es muy soberbio. Vive alejado de la realidad. Lo de Garoña es una clara prueba. En un asunto complicado para nosotros, como el aborto a los 16 años, nos ha dado una vía de escape e incluso le ha quitado votos. Nos lo pone muy fácil, siempre hace cosas que no le gustan a las clases medias, a los moderados".

Rajoy, por el contrario, adopta la estrategia de cocinar su victoria a fuego lento, sin destacar, evitando animar ese voto anti-PP que tanto teme. "Es como si quisiera instalar a la izquierda en un estado lisérgico, ganar sin que apenas se den cuenta, por eso pasa de puntillas por todos los temas", asegura un veterano.

Todo obedece a una norma de Arriola: "Las elecciones no las gana la oposición, las pierde el Gobierno". Esta estrategia de no llamar la atención llega al punto de que el PP se abstiene en la mayoría de las votaciones importantes. "Nos abstuvimos incluso en el decreto de la subida de las tarifas eléctricas", se queja un diputado. Una estrategia que, obviamente, no gusta a todo el mundo: "Parece que lo mejor que podemos ofrecer es sentido común, ésa es la gran propuesta de Rajoy. No creo que la gente nos vote entusiasmada si sólo les ofrecemos eso", señala un destacado y veterano dirigente.

La mayoría de los críticos, que ya no arman ruido ante la evidencia de que poco se puede hacer para impedir que Rajoy llegue a 2012, sigue dudando de su capacidad de liderazgo y le ve obsesionado con reforzarse internamente. "Es una forma más de restregar la victoria a los derrotados, en especial Esperanza Aguirre. Es de mal vencedor", sentencia otro veterano.

Ajeno a las críticas, con la piel de rinoceronte que le caracteriza, Rajoy prepara la inauguración del Campus FAES con José María Aznar, que podría marcar un nuevo armisticio entre los dos, muy distanciados, y su reacción a la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. Ésta le puede abrir paso para un nuevo discurso allí, muy bloqueado por el recurso que presentó el PP, y una nueva relación con CiU. "Tenemos un año sin elecciones para pensar en muchas cosas. Si somos prudentes, Zapatero caerá por su propio peso", sentencia uno de los estrategas.

Mariano Rajoy llega al Congreso para debatir una moción sobre la Ley del Aborto, el pasado martes.
Mariano Rajoy llega al Congreso para debatir una moción sobre la Ley del Aborto, el pasado martes.EFE

Campaña televisiva absolutamente controlada

Rajoy cree cada vez menos en las campañas tradicionales. Sus discursos son casi siempre un conjunto de chascarrillos, pocas veces hace vibrar a la militancia, que sin embargo sigue llenando los mítines. No son discursos pensados para lanzar un mensaje político complejo que discutirán los periódicos, radios y televisiones. El PP y sus estrategas están en otra cosa. Y creen que funciona. El discurso tradicional ya no vende y los medios tradicionales ya no les interesan. Por eso se han concentrado en otras formas de llegar a los votantes y tienen absolutamente controlado el mensaje televisivo. Un equipo de producción del PP sigue al líder y envía al satélite, de manera gratuita -algo demasiado jugoso como para que las televisiones renuncien a ello-, las mejores imágenes de entusiasmo, la mejor frase, el mejor plano de Rajoy con un niño o jugando al fútbol en un pueblo. Desde Génova se han dedicado además a lo que llaman dominar el terreno. Los populares están cada vez más interesados en los medios locales, que hacen llegar su mensaje, dicen, más claro, sin el tono crítico que caracteriza a la prensa de cobertura nacional. Por eso en los comicios europeos multiplicaron sus actos locales, más de 10.000, y movilizaron a diputados, senadores y alcaldes como si se tratara de unas municipales. Además, se concentraron en el trabajo de despacho, y en la lucha sorda de Internet, donde hay que trabajar para ganar encuestas, estar en los debates, parar las críticas. Desde el gabinete del Rajoy se han llegado a mandar 80.000 mails con vídeo incorporado, 100.000 SMS, y se han logrado casi 60.000 visitas al videoblog del líder. "Rajoy se encerraba en el despacho cuando era director de campaña. Pepe Blanco, también. Leire Pajín, no. Hemos dominado mejor el campo de juego, hemos llevado la pelota, con asuntos como el Falcon", sentencian en Génova.

En la sombra está un gurú muy apreciado en el entorno de Rajoy: Antonio Sola, un profesional que se hizo famoso con la campaña de Felipe Calderón en México y que crea imagen no sólo con la estética -a Rajoy le elegía las corbatas- sino con ideas como la de la famosa niña.

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