Máxima alerta en Melilla tras el asalto de 150 inmigrantes
La policía repele con gases una avalancha de subsaharianosen la frontera - Llega a El Hierro un cayuco con dos muertos
Más numerosos y más violentos. Así fueron, ayer de madrugada, el sexto y séptimo asalto de inmigrantes subsaharianos a Melilla en tan sólo dos semanas. De ahí que la Delegación del Gobierno en la ciudad mantenga el "máximo nivel de alerta" en el perímetro fronterizo.
Primero fueron, sobre las 5.30, entre 150 y 200 subsaharianos los que intentaron entrar corriendo en la ciudad autónoma a través de Beni Enzar, el principal paso fronterizo con Marruecos. Los policías y guardias civiles pudieron cerrar a tiempo la puerta de rejas.
Al rato fueron 60, pertenecientes al grupo anterior, los que volvieron a intentarlo derribando la puerta con una valla que arrastraron desde Marruecos. Iban provistos, esta vez, de palos, piedras y ladrillos con los que trataron de impedir acercarse a los policías españoles.
84 'sin papeles' fueron detenidos por la policía marroquí en los incidentes
Éstos les lanzaron, como ya hicieron hace tres años, granadas lacrimógenas y pelotas de goma mientras que los antidisturbios marroquíes, que acababan de llegar, cargaron. Ningún subsahariano logró pisar la ciudad de sus sueños.
La policía marroquí detuvo a 84 subsaharianos de los que 14 estaban ligeramente heridos, según informó el Ministerio del Interior de Rabat. Dos guardias españoles y siete marroquíes resultaron también contusionados.
Desde que el 26 de octubre unas lluvias torrenciales arrasaron parte de la verja que marca la frontera con Marruecos, los subsaharianos han intentado cruzar a Melilla en siete ocasiones, pero sólo en dos lo consiguieron algunos de ellos.
Por otra parte, un cayuco con 123 inmigrantes, de los que 28 son niños y adolescentes de entre 8 y 17 años, llegó ayer a la isla canaria de El Hierro sin ser detectado pese a tener 27 metros de eslora y tres de manga.
Sus pasajeros llevaban más de 20 días de navegación, los tres últimos sin ingerir alimentos ni agua potable, aunque algunos intentaron beberse el mar a sorbos. Dos de ellos murieron al pisar el muelle del puerto de La Restinga mientras que otros 14 fueron hospitalizados, nueve de ellos en estado grave. Pocas veces los pasajeros de un cayuco se habían parecido tanto a las imágenes con las que la prensa relaciona el hambre en el mundo.
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