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Elecciones 27M

Lizartza, donde lo difícil no es ganar

La lista del PP es la única en liza en un feudo tradicional de Batasuna

No parece casualidad que el PNV y EA, que esta vez no forman coalición electoral, hayan renunciado a presentarse a las elecciones en Lizartza, una pequeña localidad guipuzcoana de apenas 600 vecinos cuyo último alcalde ha sido el presidente del PNV en Guipúzcoa, Joseba Egibar, quien la ha gobernado a distancia y bajo la presión y los insultos de la ilegalizada Batasuna. Esta formación no se ha recatado en mostrarle su hostilidad a lo largo de estos cuatro años y, entre otros gestos de repudio, le llegó a declarar alcalde non grato.

Al renunciar el nacionalismo moderado a repetir la experiencia y presentar una lista de foráneos y si, como parece previsible, prospera en el Constitucional la anulación de las candidaturas de la agrupación local de ASB y de ANV, le tocará al Partido Popular coger el testigo y gobernar este pueblo de la comarca de Tolosaldea que desde 1983 hasta la ilegalización de Batasuna en 2003 ha sido gobernado siempre por los independentistas.

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El Supremo ha dejado la candidatura que encabeza el militante madrileño del PP Santiago Gandarias Maestre, seguido por un hermano suyo y otras cinco personas, todas ellas residentes fuera del País Vasco, como la única lista y, por tanto, la destinada a salir elegida, aunque sea por un pequeño puñado de votos.

La experiencia de la coalición PNV-EA de incrustarse en ese feudo independentista ha resultado tan hostil que ni siquiera un dirigente como Egibar, que encabeza en su partido la tendencia ideológica más proclive a pactar con la izquierda abertzale, se ha librado de padecer las iras de ésta. Ya su tumultuosa toma de posesión hace cuatro años, en medio de los insultos de una treintena de radicales, resultó un ejemplo del comportamiento antidemocrático de la izquierda abertzale, y una advertencia de lo que le venía encima.

Desde los primeros meses, el único alcalde de Lizartza que no ha sido independentista y su corporación de ediles nacionalistas moderados tuvo problemas para llevar a cabo la gestión administrativa diaria y la celebración de los plenos debido al boicoteo sistemático al que se les sometía.

Egibar trató de solventar el problema un año después intentando incorporar a tres ediles abertzales, pero su propio partido se lo impidió. Utilizando la opción legal que permite al alcalde la designación de concejales si renuncia la lista presentada, Egibar aceptó en enero de 2004 el cese de tres ediles propios y en julio propuso a la Junta Electoral Central el nombramiento de tres radicales de Batasuna en su lugar. La iniciativa fue interceptada por la dirección peneuvista, con Josu Jon Imaz al frente, que dijo no poder responsabilizarse de los "comportamientos, actos u omisiones" que esos candidatos a ediles "pudieran realizar bajo las siglas del PNV".

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