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El Gobierno de Aguirre le pide que se lance

"Me anima mucha gente. La verdad es que no me apetece, pero en la vida no siempre he hecho lo que me apetecía", contestó la presidenta de Madrid a sus consejeros

Carlos E. Cué

Sólo ella tiene la última palabra, pero si se deja llevar por lo que escucha cada día, Esperanza Aguirre debe de estar muy animada a tirarse a la piscina y presentarse como candidata alternativa a Mariano Rajoy para tomar las riendas del PP. No sólo entusiastas como el diputado Antonio Beteta la empujan a hacerlo.

Prácticamente todos los consejeros regionales están en esa línea, con su vicepresidente, Ignacio González, a la cabeza, según explicaron varios de ellos a EL PAÍS. Entre los más cercanos, sólo Francisco Granados, secretario general del PP de Madrid, lo ve demasiado complicado.

"Un congreso de 3.000 personas no se puede controlar", dijo un consejero
"En cuanto haya dos candidaturas, algunos barones se decantarán por ella"
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Ese entusiasmo quedó en evidencia el pasado jueves. El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid terminó pronto, a eso de las 11.30, y Aguirre invitó a sus consejeros a un café, de forma muy inusual, para hablar de un asunto que hasta ese momento sólo había tratado con los más cercanos -González, Granados, Isabel Gallego, su responsable de comunicación-.

Allí estaban Juan José Güemes, Manuel Lamela, Engracia Hidalgo, Lucía Figar, Beatriz Elorriaga, Gádor Ongil, Ana Isabel Mariño, Santiago Fisas, Alberto López Viejo y Paloma Adrados. La presidenta fue muy crítica con la situación del partido, según cuentan algunos presentes. Dijo que ella sólo había querido abrir el debate de ideas porque creía que Rajoy estaba gestionando muy mal la situación poselectoral.

"Tenemos a la militancia muy enfadada. Estamos perdiendo votos a chorros. No podemos dar la imagen de partido anquilosado, de que perdemos las elecciones y nos dedicamos a aplaudir más que antes. Nuestra gente ha pasado cuatro años muy movilizada porque creía que la derrota era culpa del 11-M. Tenemos que dar una imagen ilusionante. El congreso debe ser un revulsivo", recuerdan que dijo.

Entonces hablaron ellos. Y uno tras otro -González se había bajado a dar la rueda de prensa y Granados tenía que encargarse, como consejero de Interior, de un incendio en Aranjuez- todos la animaron a dar el paso. Varios de ellos, incluidos algunos con mucho peso en el Ejecutivo regional, pronunciaron una misma frase, según recuerdan los que reconstruyen la reunión para EL PAÍS: "Si logramos los 600 avales obligatorios para presentarse, ganas seguro, presidenta".

Entre los consejeros de Aguirre hay personas muy cercanas a Rodrigo Rato, como Juan José Güemes. Por eso en el partido muchos dirigentes piensan que la mano derecha de José María Aznar en los 90 está con la presidenta. Fue Ana Isabel Mariño, otra ratista, quien introdujo el nombre de Rato en esa reunión: "Rodrigo está alucinado con lo que está pasando", comentó. En el PP corre por todas partes el malestar que el ex vicepresidente económico está trasladando porque Rajoy nunca le ha pedido que le ayude y por cómo está gestionando la derrota electoral del 9-M. La convicción de que si se consiguen los avales, la victoria está asegurada, fue mayoritaria.

Otros consejeros coincidieron con una idea que le han escuchado a González: "Un congreso de 3.000 personas es algo imposible de controlar por el aparato". Fisas, mientras, insistió mucho en que había que reflexionar sobre los resultados en Cataluña.

Después de un largo debate en el que sólo algunos matizaban que tal vez convenía esperar un poco más porque si no ella quedaría "como la mala de la película", Lucía Figar le preguntó si a ella realmente, en lo personal, le apetecía asumir el reto. Entonces Aguirre se confesó ante sus consejeros. "Mirad, tengo muchas presiones. Me lo está pidiendo mucha gente. Me animan amigos, militantes, empresarios, periodistas... Si os digo la verdad, a mí no me apetece nada. Mi hijo se casa en julio, quiero tener más tiempo para la familia, fines de semana más tranquilos..."

Algunos empezaron a pensar que eso era un no. Pero luego llegó la puerta abierta que dejó a todos muy buen sabor de boca y la convicción de que la decisión final será un sí: "No me apetece, pero en la vida no siempre he hecho lo que me apetecía", cerró Aguirre.

Granados, que no estaba en esa reunión pero sí intercambia opiniones con muchos consejeros y pertenece al círculo al que la presidenta consulta las decisiones importantes, es menos entusiasta que sus compañeros. Él es el hombre de aparato, el responsable del partido en Madrid y el encargado, si llega el caso, de hacer las llamadas pertinentes a los dirigentes provinciales -mucho más importantes en un congreso de 3.000 personas que los barones autonómicos, según coinciden varios expertos- para buscar apoyos para Aguirre.

Granados, según explican otros consejeros y diputados que han hablado con él en estos días, cree que para lanzarse a la piscina, Aguirre debería tener garantizado el apoyo al menos de algún barón regional para que su candidatura tuviera más fuerza. Los entusiastas que le rodean replican que eso sólo sucederá cuando Aguirre dé el paso al frente. "Nadie quiere arriesgarse ahora que ella aún no ha anunciado que se presenta. Pero en cuanto haya dos candidaturas algunos barones se decantarán por Aguirre", sentencia un consejero madrileño. "El grupo parlamentario está más tranquilo ahora, pero en cuanto se anuncien dos candidaturas se dividirá", sentencia un veterano diputado.

Lo que más ha animado a los aguirristas, y preocupado al entorno de Rajoy -que de inmediato le ha preparado al líder una campaña por toda España para reforzar su autoridad y obligar a los barones a retratarse a su favor- es la entrada en juego de Francisco Álvarez-Cascos, el ex secretario general, un hombre que lo fue todo en los 90 y aún tiene predicamento en los cuadros medios del partido. Aún sin decantarse por Aguirre, Cascos dijo que no se puede "enterrar por aclamación" el necesario debate tras la derrota electoral.

El que con más fuerza la empuja, según coinciden todos los consultados, es Ignacio González, que la acaba de acompañar en su viaje oficial de dos días a los Emiratos Árabes. Él es el hombre fuerte del Gobierno y el aspirante natural a suceder en el cargo a la presidenta si ésta lo deja por responsabilidades mayores. Los enemigos de González quieren ver en esa posibilidad el motivo de su entusiasmo con la candidatura. Lo cierto es que no está solo en la convicción de que el éxito es posible. Tiene a casi todo el Gobierno con él. Pero ella tiene la última palabra.

Aguirre, en una mezquita de Emiratos Árabes durante su visita oficial.
Aguirre, en una mezquita de Emiratos Árabes durante su visita oficial.EFE

La 'cumbre' de Aguirre y sus consejeros

- Aguirre: "Tengo muchas presiones. Me lo pide mucha gente. Amigos, militantes, empresarios, periodistas... Si os digo la verdad, a mí no me apetece nada. Pero en la vida no siempre he hecho lo que me apetecía".- Varios consejeros repitieron la misma frase: "Si logramos los 600 avales obligatorios para presentarse, ganas seguro, presidenta".- Aguirre: "Estamos perdiendo votos a chorros. No podemos dar la imagen de partido anquilosado, de que perdemos las elecciones y nos dedicamos a aplaudir más que antes. Tenemos que dar una imagen ilusionante. El congreso debe ser un revulsivo".- Anabel Mariño: "Rato está alucinado con lo que está pasando en el partido".- Ignacio González es quien más empuja. Francisco Granados cree que necesitaría el apoyo del algún barón.

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