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Día de difuntos en las cunetas

Familiares de víctimas del franquismo llevan flores a las fosas comunes

Natalia Junquera

Como no podían ir a los cementerios, cientos de familiares de víctimas del franquismo acudieron ayer, 1 de noviembre, a las cunetas donde sus muertos permanecen enterrados sin lápida y sin nombre. Y allí les dejaron flores. Ocurrió en el monte de La Pedraja (Burgos), donde el año pasado un equipo de arqueólogos y forenses recuperó 104 cuerpos y ayer, en una segunda exhumación, fueron hallados otros 50. También en Chillón (Ciudad Real), donde han sido desenterrados de una fosa común nueve hombres maniatados con alambres, asesinados, ya terminada la Guerra Civil por un grupo de vecinos.

Otras muchas familias no pudieron hacer ni eso, dejar un ramo en una cuneta, porque, según denuncia la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) 75 años después del inicio de la Guerra Civil y 36 desde la muerte de Franco aún "quedan 113.000 fusilados en fosas comunes".

Capilla: "Celebraron que habían matado a mi padre con una buena juerga"

"La primera vez que vine, me dijeron que aquí había más de 300 fusilados", relató, desde La Pedraja, el forense Francisco Etxeberria. "Pensé que era una exageración, una leyenda. Ahora creo que es verdad. Hemos abierto dos fosas y no son las únicas". Etxeberria estaba este 1 de noviembre, como el anterior y el anterior, abriendo una fosa del franquismo. En este caso, de 14 metros de largo por dos de ancho. "Mi padre está aquí, pero no sabemos dónde", contaba desde La Pedraja Rafael Martínez, de 89 años. "Lo detuvieron al día siguiente del golpe, el 19 de julio de 1936, y lo fusilaron el 3 de octubre. Era presidente de la Agrupación Socialista de Briviesca y contratista de obra pública. Las cuadrillas de enterradores, vecinos de la zona, a las que los asesinos obligaban a enterrarlos -les encargaban abrir las zanjas con antelación, ya que sabían que iban a llenarlas- le reconocieron enseguida. Fueron a mi casa a decírselo a mi madre. Yo tenía tres años".

Los familiares de los nueve fusilados en Chillón también les llevaron flores, esta vez, ante la fosa abierta. "Fueron asesinados dos meses después del final de la Guerra Civil por falangistas y vecinos. Se mezcló la política con venganzas personales", explica el investigador Luis Miguel Montes, bisnieto de una de las víctimas, la mayoría mineros, un maestro, un zapatero y un labrador. "No todos tenían afinidades políticas".

Entre ellas está el padre de Anselmo Capilla, socialista y afiliado a UGT. "El día que lo mataron yo tenía 8 años y mi padre, 39. Dicen en el pueblo que los asesinos lo celebraron con una juerga".

La juez de Almadén visitó esta exhumación al recibir la denuncia de la ARMH por el hallazgo de restos humanos con signos de muerte violenta. Las familias han acordado volver a enterrarlos todos juntos, pero en un cementerio, con un panteón en el que se puedan leer sus nombres. "Este es el último año que tendremos que venir aquí a traerles flores".

Familiares de fusilados dejan flores en la fosa común exhumada ayer en La Pedraja (Burgos).
Familiares de fusilados dejan flores en la fosa común exhumada ayer en La Pedraja (Burgos).ÓSCAR RODRÍGUEZ

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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