Réquiem por el usted
Cuando yo era niña, a comienzos del siglo pasado -¿cómo pueden decir algunos que la vida es corta o que pasa en un soplo?, a mí me parece interminable-, el tuteo se utilizaba con los amigos, con la mayoría de familiares, con las personas de confianza, y desde luego con nosotros, los niños. También la gente sencilla solía emplear más el tuteo. El usted quedaba reservado a las personas con las que no existían relaciones estrechas de parentesco o amistad. Marcaba una distancia, un respeto. Por eso me llamaba la atención que algunos niños tuvieran que tratar de usted a sus padres. Era el caso, bien próximo, de mi abuela paterna, a quien todos los hijos, y por supuesto los nietos, tratamos siempre de usted. No me gustaba ni pizca usar un tratamiento tan protocolario con un pariente tan próximo.
No existe mayor clasismo que tratar de tú a los obligados a tratarte de usted
Existía otro tratamiento, el vos, que me fascinaba. Quizás porque sólo lo encontraba en el teatro y en los cuentos de hadas, y eso le confería un toque mágico. Era propio de príncipes y princesas, de damas y caballeros de otros tiempos, y carecía del matiz un punto engolado y antipático y oficinesco del usted. Descubrí con envidia que algunos niños voseaban a sus padres en catalán. Pero el réquiem por el vos debió de entonarse hace ya tiempo, porque oigo que mi nieto y sus amigos utilizan también en catalán el tuteo con sus padres.
Quedan, pues, el tú y el usted, enzarzados en una pugna donde el usted va perdiendo inexorablemente terreno. Es una batalla que iniciaron los "progres", que iniciamos los "progres", en los sesenta. Parecía una medida igualitaria, izquierdosa, un modo más de eliminar las diferencias de clase. Pero tenía un fallo irremediable: no existe mayor clasismo que dirigirse de tú a individuos que por su condición se ven forzados a tratarte a ti de usted, no existe peor clasismo que tutear a las criadas, al chófer, al camarero de un buen restaurante. No hay nada que haga tan explícita la diferencia. Mientras no exista, claro, un sistema en que el tuteo sea obligado para todos.
Si no hay una razón ideológica que lo justifique, si no se trata de que sea "políticamente correcto", ¿qué ventajas reporta empobrecer el lenguaje eliminando el usted? ¿No es preferible que haya más alternativas, mayor posibilidad de matices y de juegos? ¿Por qué no marcar en el lenguaje unas diferencias que se dan en la realidad? ¿En qué mejora la relación profesor-alumno que el chaval que ingresa en la Universidad tutee desde el primer día al catedrático? ¿Por qué la dependienta de un supermercado, la empleada de una peluquería, a las que llevo cuarenta años y a las que quizás veo por primera vez, han de tratarme de tú? ¿Es acertado que una compañía aérea -Vueling- muestre lo muy moderna que es y busque granjearse al público más joven mediante el uso generalizado del tuteo, y de tú nos hable el capitán por el altavoz y con el tú se nos dirijan a las ancianas pasajeras las azafatas de veinte años?
Comprendo que es inútil pretender que nadie me trate de vos, como a las princesas de los cuentos y a las damiselas medievales, pero me gustaría que las personas con las que no media confianza ninguna y, sobre todo, si son mucho más jóvenes, me trataran inicialmente de usted, hasta que fuera yo quien les propusiera apear el tratamiento. Porque ésta es otra ventaja de que subsista el usted: la posibilidad de que llegue el momento, a veces de alto valor simbólico, en que la persona de mayor respeto ofrece el paso al tuteo y traslada así la relación a un plano distinto y superior.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.