¿Qué será del Boeing 737?
La compañía aeronáutica decidirá el futuro de su avión a finales de año
Airbus juega en casa en Le Bourget, la feria aeronáutica que se celebra a las afueras de París. Y por eso en Boeing tienen claro que su rival europeo aprovechará el evento para llevar en volandas su nuevo juguete, el avión de pasillo único A320neo. "Van a anunciar muchos pedidos", anticipa Jim McNerney, consejero delegado del gigante aeroespacial estadounidense.
Y eso equivale a más presión para que la dirección en Chicago decida sobre el futuro de su modelo de pasillo único B737, hasta ahora el preferido por las aerolíneas para cubrir trayectos cortos. ¿Apostará por una actualización o por un avión completamente nuevo? "Es algo que queremos tener claro para final de este año o, como tarde, comienzos de 2012", comenta McNerney en una entrevista ofrecida en Nueva York a varios medios de comunicación europeos.
El máximo directivo de la empresa vaticina un buen año de pedidos
Las oportunidades de crecimiento están en Asia y Oriente Próximo
"Los clientes nos recuerdan de vez en cuando que tienen alternativas. Son ellos los que marcan los tiempos", añade. De haber un sustituto del B737, no llegaría hasta 2019, es decir, tres años después de la entrega del primer A320neo. ¿No es un riesgo esperar tanto? "Es lo que tenemos que ver", comenta, aunque considera que ocho años es suficiente para desarrollar un nuevo avión.
Anticipándose a los acontecimientos, el gigante del aluminio Alcoa ya está tratando de convencer a los ingenieros de Boeing para que utilicen una aleación de metales ligeros en lugar de plásticos y materiales compuestos como los que tejen el B787 Dreamliner. "Son un socio muy valioso, por eso estudiamos sus ideas con la mente abierta. Pero deben probar que es mejor para ganar la batalla".
Hay gran expectación en el sector. McNerney considera que 2011 será un año importante, a pesar de los problemas de la economía y el revuelo fiscal provocado por la degradación de las cuentas públicas en Europa y EE UU. Las oportunidades de crecimiento, opina, están por ello en Asia y Oriente Próximo. Y hacia allí es donde miran buscando el dinero.
En la división comercial de Boeing se espera un buen año en cuanto a pedidos. Antes de la feria de Le Bourget, Boeing llevaba la delantera a Airbus. Pero en el segmento de defensa no descarta una caída. Por eso la compañía busca compensar el impacto en su cartera de los recortes presupuestarios en EE UU, Reino Unido y otros países occidentales con contratos en emergentes, como India.
McNerney califica de "desafortunado" que la crisis coincida en el tiempo con la jubilación de los transbordadores espaciales de la NASA. Eso se está traduciendo en cientos de despidos en la división de Exploración Espacia de Boeing, mientras la compañía trata de conseguir autorización del Congreso de EE UU para lanzar nuevos proyectos. Se trata, dice el ejecutivo, de llenar el hueco abierto entre los viejos y los nuevos programas.
A estos contratiempos se suma el estancamiento económico y el repunte del precio de las materias primas. "Es algo que siempre preocupa", comenta, aunque se inclina a pensar que se trata más de un "bache" que de una recaída en la recesión. De hecho, pronostica un crecimiento sostenido para la industria durante los próximos años, en gran parte gracias a la renovación de las flotas.
Boeing anunció esta semana que acelera la producción del B737 Next Generation para atender la creciente demanda global y responder más rápido a los pedidos que se le acumulan. La idea es conseguir ensamblar 42 aviones al mes en 2014, frente a las casi 32 unidades actuales. Respecto al B787 Dreamliner, el plan es entregar el primer avión a final del tercer trimestre.
El Dreamliner acumula un importante retraso, en parte debido a problemas logísticos. El terremoto de Japón puso en evidencia los riesgos que afrontan estos gigantes industriales. "Por suerte, nuestros socios están en el sur. Pero aún pesa la amenaza del racionamiento energético". Dos experiencias que, explica, les hizo ser "cuidadosos" al anunciar el alza de la producción.
Es su forma de asegurar a los inversores -en el pasado, muy críticos con la compañía por el modelo que siguió para desarrollar el B787- que su cadena de producción será capaz de soportar un ritmo mayor de ensamblaje. La otra incógnita en Wall Street es si, en su pugna con Airbus, la empresa estadounidense acabará sacrificando su margen de beneficio para robarle la atención.
La batalla entre Boeing y Airbus no se libra solo en el mercado. También en los despachos. En este sentido, respecto a la guerra de las subvenciones, McNerney dice que hará frente a cualquier medida proteccionista que vea injusta. Y espera que el gigante aeroespacial EADS haga los ajustes que le exige la Organización Mundial de Comercio (OMC).
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