La reunión con ZP y el reto de la patronal
Oportunidad de la CEOE para acercarse a la gran empresa y ser más representativa
Ayer, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pudo demostrar al mundo que España no es como Irlanda. Juntó en La Moncloa a una representación más que notable de empresas que son líderes internacionales en sus sectores, están a la vanguardia de la innovación y rompen moldes allá por donde van. ¿Quién podría pronunciar el nombre de tres empresas irlandesas o incluso solo una con hechura mundial? Difícil. Sin embargo, en España, Zapatero puede presumir de entidades financieras, constructoras, compañías de telecomunicación, energéticas, tecnológicas, aseguradoras, etcétera, que aparecen en los primeros puestos de las clasificaciones y no solo en la órbita latinoamericana.
La idea de la convocatoria se viene manejando desde hace un tiempo en La Moncloa y ya se había transmitido a alguno de los empresarios más significativos en busca de opinión; pero se precipitó precisamente por la crisis de Irlanda y los ataques a España. Al final, la foto de ayer fue la mejor manera de fortalecer la marca España, posiblemente a falta de otros fundamentos en materia macroeconómica. La mejor manera de demostrar a los mercados que hay sintonía con las empresas y que estas creen en su país y están dispuestas a "aunar esfuerzos", como se les pedía en la convocatoria.
Sin embargo, los servicios de Presidencia, quizá por esa aceleración de la última semana tras desvelarlo el presidente, no estuvieron muy atinados en la selección. Tras una primera relación, en la que se limitaron a lo obvio (las grandes empresas) y lo completaron con otras firmas del Ibex 35 (no todas), tuvieron que ampliar la lista con nuevas sociedades. Dos de las empresas invitadas a última hora del viernes fueron Abengoa y Agbar, lo que muestra el desconcierto que ha habido. Aún así al cierre de esta edición todavía quedaban sin invitación otras compañías que han abierto brecha en su sector internacionalmente como la firma de perfumes Puig, propietaria de marcas conocidas por todo el orbe; los autobuses Alsa, que rompieron el mercado chino; Mango, cuyo presidente, Isak Andic, preside además el influyente Instituto de Empresa Familiar (muchos de cuyos integrantes estuvieron en la foto); Campofrío, durante muchos años paradigma del mercado alimentario en Rusia...
También se echó en falta una mayor representación del sector turístico pese a la ampliación a alguna empresa más en la segunda fase, del editorial y de la comunicación y la presencia de bufetes de abogados (Garrigues, Uría, Cuatrecasas). Es verdad que no se trataba de hacer algo demasiado multitudinario; pero posiblemente se podía haber realizado un esfuerzo más concienzudo y selectivo, y una vez que se abrió el abanico el riesgo fue dejar fuera a algunos sectores y empresarios representativos.
Resultó anómalo que tampoco se invitara a ningún representante de la patronal. Visto con actitud crítica, es lógico que así fuera, dado que el actual presidente, Gerardo Díaz Ferrán, está en retirada y, además, no es un ejemplo tras la quiebra de su empresa y los procesos judiciales en los que está inmerso.
No obstante, cualquier polémica se habría resuelto con la invitación del presidente de CEPYME, Jesús Terciado, que es la imagen del tejido empresarial del país. Pero de lo que se trataba es de dar cancha a las grandes marcas y es bien sabido que las pymes viven en gran medida de contratas con las grandes empresas. Así que... Seguramente, si no hubieran existido esos problemas y la CEOE no estuviera en un proceso electoral, sí les habrían invitado.
Esa es otra cuestión. Este asunto ha escenificado las distancias que existen, no solo entre la patronal y el Gobierno, sino también entre el aparato administrativo de la patronal y las grandes empresas (y las no tan grandes). Las grandes se han ido alejando a medida que comprobaban que tenían más fuerza por su cuenta y en lobbies sectoriales. Pese a que todas están integradas en sus respectivas organizaciones, nunca ha habido una simbiosis. Ni siquiera ha servido el consejo asesor que montó José María Cuevas y amplió Díaz Ferrán. Que eso funcione, es decir, que la relación sea fluida con todas las empresas y con el Gobierno, es uno de los grandes retos que tiene el presidente que salga de las elecciones del próximo 21 de diciembre.
Ayer, precisamente, terminó el plazo para presentar a los 819 miembros de la asamblea que debe elegir al presidente y de donde debe salir. La fecha límite para presentar candidaturas es el próximo 14 de diciembre.
La sucesión en la CEOE se retransmite en los foros
Mientras se cuestiona el papel de la CEOE en la sociedad, se deshoja la margarita para las elecciones a presidente. De momento permanecen los tres aspirantes que anunciaron su interés: Juan Rosell, Jesús Banegas y Santiago Herrero (por orden de aparición). Ha quedado descartado Manuel Pizarro, que el próximo día 2 presentará a Rosell en Nueva Economía Fórum, que se ha convertido en el escaparate de la disputa. La actitud de Pizarro da un respaldo al dirigente catalán y al tiempo reafirma que él no tiene ningún interés. Y parece que también se autodescarta Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña CEIM y del grupo empresarial Arturo. Fernández, que empezó postulando a Pizarro y viendo con simpatía a Rosell, será el introductor de Herrero en el mismo foro el 10 de diciembre. A cambio de su apoyo, Herrero le ha prometido la vicepresidencia primera. Pese a todo, Fernández asegura que no ha dicho su ultima palabra, quizá porque Rosell también le ofrece lo mismo. El tercer aspirante, Jesús Banegas, también tiene previsto acudir a ese foro el 16, es decir, dos días después de acabarse el plazo de candidaturas. Banegas ha buscado un presentador de postín, de los que acudieron a la reunión con Zapatero; pero sin éxito. Además, tal van las cosas, para esa fecha es posible que haya alcanzado un pacto para enganchar una vicepresidencia con responsabilidad en el área internacional del propio Herrero y se retire de la disputa.
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