Insectos contra las plagas
Agrobío produce cientos de millones de ejemplares con destino a invernaderos de España, Marruecos, Italia y Holanda
Combatir las enfermedades y las plagas en agricultura es indispensable para mantener y aumentar la producción. Tradicionalmente, esas prácticas se han hecho con plaguicidas basados en activos químicos, con el consiguiente riesgo de residuos en los suelos y en los propios productos, si el uso no es el correcto, y con la eliminación de otros insectos del medio que son beneficiosos para las plantas.
Algunos problemas de residuos detectados ocasionalmente en partidas de productos impulsaron el desarrollo de nuevos plaguicidas de baja intensidad, así como la fabricación de plaguicidas biológicos que tienen como principios activos un agente natural.
Frente a estos sistemas, últimamente se está imponiendo el control biológico de las plagas mediante la utilización de insectos. Agrobío, nacida de la mano de un proyecto de la Universidad de Almería, ha sido la empresa pionera en estos desarrollos. Inicialmente, sus producciones estuvieron destinadas a los invernaderos almerienses para pasar luego a los de otras provincias, así como para su utilización en otras producciones. Hoy, estos insectos almerienses se utilizan en explotaciones de Marruecos, Italia y Holanda.
Combatir plagas con insectos cuesta 2.000 euros por hectárea en los invernaderos
Agrobío está especializada en la producción de polilleros, trampas, rollos adhesivos, así como en abejorros y todo tipo de insectos, ácaros y chinches, dentro de su estrategia contra las plagas. El abejorro se utiliza sobre todo para trabajos de polinización, pero se considera también muy útil como indicador de situaciones de polución. Los insectos están dirigidos a combatir cada plaga específica de cada cultivo. Hoy hay nuevas plagas surgidas de la importación de productos agrarios.
La producción de insectos es diferente en función de las características de cada animal. Un ácaro depredador se puede obtener en un periodo de una semana a una temperatura de 25 grados y una chinche se logra en tres semanas.
La suelta de los insectos en las explotaciones se realiza en función de las condiciones de cada cultivo. En general, los animales no tienen gran movilidad y permanecen en los cultivos donde se depositan. La vida de una chinche puede situarse en dos meses, y la de un ácaro, en 20 días. Sin embargo, los insectos se integran desde el primer momento en las plantas donde se alimentan, ponen huevos y se reproducen, a la vez que eliminan los elementos nocivos para la explotación.
Este sistema de lucha contra las plagas tiene otro efecto beneficioso. Son insectos que dejan vivir a congéneres habituales en el medio y que son a su vez enemigos naturales de las plagas. El resultado es que se restablece el equilibrio en el territorio. Combatir las plagas con insectos no es más costoso que hacerlo con agroquímicos. Técnicos de Agrobío sitúan el coste medio en 2.000 euros por hectárea de invernadero.
El control biológico de las plagas se lleva hoy a cabo sobre todo en los invernaderos, pero también se ha desarrollado su empleo en otras producciones como los cítricos y los frutales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.