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Reportaje:

Platos rotos en Sargadelos

El fundador de la cerámica gallega pierde el control del grupo tras enfrentarse con los socios

Después del televisor y la nevera, y posiblemente en competencia con la lavadora y el teléfono, los elementos más presentes en los hogares gallegos son una vajilla de O Castro o una figura de Sargadelos. Las marcas hermanas de cerámica son una de las excepciones a la regla de que las empresas culturales tienen que escoger entre ser culturales o empresariales. Sin embargo, en los últimos meses, los accionistas de ambas sociedades han apartado de la presidencia a Isaac Díaz Pardo, el hombre que las fundó a mediados de los años sesenta y las ha pilotado desde entonces.

Sargadelos y O Castro son hijas de los sueños de dos exiliados y del padrinazgo de empresarios que conservaron cierto galleguismo tras 1936

La crisis ha sido dolorosa. El destituido ha acusado de traición y deslealtad a sus socios, y la nueva cúpula dirigente ha optado por mantener silencio sobre lo que considera una decisión tan necesaria como estrictamente empresarial.

Sargadelos y O Castro son hijas del trabajo y los sueños de dos exiliados y del padrinazgo de lo que había quedado de empresariado más o menos galleguista después de 1936. Retornados de Argentina, Isaac Díaz Pardo y el pintor y escritor Luis Seoane formaron a comienzos de los años sesenta el Laboratorio de Formas de Galicia, que se unió con Cerámicas do Castro (creada en 1949) para fundar Sargadelos. Lo que hoy se conoce como Sargadelos engloba un conglomerado de sociedades que no tiene carácter de grupo empresarial. Cerámicas do Castro (Sada, A Coruña), con una plantilla de 128 personas, ha facturado en 2005 4.442.000 euros y ha obtenido 254.000 de beneficios. Es propiedad de media docena de socios, entre los que Díaz Pardo es el accionista mayoritario (27%).

Fábrica de Cerámicas de Sargadelos (Cervo, Lugo, 132 empleados) ha facturado 4.720.000 euros en 2005, con un resultado positivo de 99.915. Los mayores accionistas son Cerámicas do Castro (37%), Laboratorio de Formas (19%) y Grupo Técnico y Organizador de Cerámica de Sargadelos (14%). Alrededor de estas dos sociedades pivotan una decena de empresas, desde una editorial (Edicións do Castro) hasta un museo de arte moderno o el Instituto Galego da Información, nacido como germen de un periódico. En la mayoría de los balances, las cifras de 2005 han sido inferiores a las de los ejercicios anteriores.

Las desavenencias entre los accionistas históricos se originaron hace algo más de cuatro años, a raíz de la pretensión de Díaz Pardo, que este año ha cumplido los 86 años, de crear la Fundación Sargadelos como órgano director y propietario común. La fundación recibiría el 51% de las acciones de las distintas empresas, y tendría en la presidencia y en la vicepresidencia a dos hijos del fundador, Xosé y Camilo. Algunos socios se negaron, y el enfrentamiento creció hasta que, en mayo, en la junta de Cerámicas do Castro, el presidente sólo tuvo el apoyo del 31% del accionariado. Un mes después, en una tensa sesión, la junta de Sargadelos decidió apartar del consejo a Díaz Pardo y a sus hijos.

El ex presidente considera la operación "una maniobra de deslealtad del administrador, al que voy a demandar penalmente, y de esta gente a la que en su día se le regalaron acciones. Una maniobra política al servicio de determinados poderes y con el único fin de vender todo, porque lo único que les interesa es el dinero", asegura. "Nadie está en esta empresa para ganar dinero, pero tampoco para perderlo. Isaac se merece todo el reconocimiento como artista e intelectual, e incluso como empresario habilidoso, pero como directivo debería admitir en la empresa la democracia por la que siempre luchó", dice un accionista minoritario, ajeno a ambos bandos.

El actual equipo directivo es consciente de la impopularidad del nuevo rumbo de Sargadelos (en Internet, por ejemplo, se prodigan los banners de apoyo a Díaz Pardo) y ha apostado por la discreción. "Sólo tenemos dos directrices: mantener los principios fundacionales y acometer una política de renovación para asegurar que la empresa sea viable", dice el nuevo presidente, Xosé Luis Vázquez Montero. "¡Claro que es viable, por eso la quieren!", masculla Díaz Pardo a pocos metros, en un edificio de su propiedad.

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