Más de lo mismo en el Manzanares
El Atlético es incapaz de ganar a un Mallorca que concedió dos penaltis, terminó con nueve y empató en el minuto 90
El Atlético es un club tan contracultural, tan a contracorriente, que hasta cumplir con los tópicos del fútbol le cuesta un mundo. Uno de los más extendidos dice que el cambio de entrenador garantiza los tres puntos, y más cuando al equipo de enfrente le expulsan dos jugadores y concede dos penaltis. Ni por ésas ganó la escuadra del Manzanares, que hace difícil lo fácil e imposible lo difícil. Pasan las jornadas y sus partidos son cada vez más surrealistas. El relevo de Abel Resino por Quique Flores, que se hartó de tomar notas en el palco mientras Santi Denia ejercía de interino, no arregló los males de un equipo al borde del colapso y al que le costó un mundo empatar con un Mallorca que le arrinconó con una fe inquebrantable.
FICHA DEL PARTIDO
Atlético de Madrid: De Gea; Ujfalusi, Pablo, Domínguez, Antonio López; Maxi Rodríguez (Reyes, m. 64), Assuncao (Jurado, m.46), Raúl García, Simao; Forlán y 'Kun' Agüero (Cléber Santana, m.75).
Mallorca: Aouate; Josemi, Ramis, Nunes, Ayoze; Julio Alvarez, Mario Suárez, Borja Valero, Castro (Rubén, m. 57); Víctor Casadesús (Corrales, m. 29) y Webó.
Goles: 1-0, m. 52: Forlán, de penalti. 1-1, m. 90: Borja Valera, desde dentro del área.
Árbitro: César Muñiz Fernández (C. Asturiano). Expulsó a Josemi (m. 26) y Ramis (m. 50), del Mallorca, ambos por doble amarilla. Amonestó a los visitantes Corrales (m. 34) y Mario Suárez (m. 68).
Con uno menos tras la expulsión de Josemi a los 20 minutos, al que siguió Corrales nada más iniciarse el segundo tiempo, el cuadro de Gregorio Manzano se resistió como un gato panza arriba a entregar la cuchara. El premio llegó sobre la bocina, tras otra esperpéntica actuación de la defensa colchonera -Pablo hizo de Perea, castigado en la banca- que Valero mandó a la red tras pasar el balón entre las piernas de De Gea. El conjunto balear abandonó el tapete con la cabeza bien alta, consciente de la oportunidad perdida, mientras que la escuadra del Manzanares se hundía un poco más en el diván, sin los tres puntos de sutura con los que ya contaba.
El Atlético es tal indescifrable que ni siquiera un partido en apariencia plácido, con todo a favor, le sirvió para hacer terapia. Quizás valió para aliviar unas migajas la desazón de uno de sus buques insignia, Diego Forlán, que no termina de enchufarse. Después de mandar a la grada la primera pena máxima, en la que Josemi vio la segunda amarilla tras cortar un envío del Kun con la mano en el área, el bota de oro aprovechó el segundo penalti que cometió el Mallorca, éste mucho más polémico y protestado por los jugadores visitantes. Corrales apenas aguantó media hora en el césped tras entrar desde el banquillo. Manzano, otro entrenador que salió del Calderón tarifando, no terminaba de creérselo. Aun así dejó en evidencia a un grupo en estado comatoso que salió enchufado al partido y lo dejó hecho un ovillo, pidiendo la hora y con el Mallorca a cuchillo.
Y eso que el Atlético empezó como un tiro, con Maxi y Simão dando mucha guerra por las bandas y Forlán y Agüero esperando con la caña puesta. Denia, el hombre de la casa elegido para dirigir la transición en el banquillo, le concedió la titularidad al interior argentino, uno de los que más fuegos le montaba a Abel en el vestuario. La adrenalina le aguantó 20 minutos, el tiempo que tardó el primer remate de Webó. A partir de ese momento, el Mallorca se asentó y nadie le tosió. Ausente Jurado en la primera parte, Assunção corrió como un galgo detrás del balón, movido con criterio por Borja Valero y Mario.
El centro del campo bermellón impuso su doctrina frente a un equipo que añora como el comer un conductor. Salvo un par de destellos, Jurado no termina de afianzarse. Bien lo sabe la defensa, que a falta de soluciones en el mediocampo optó por colgar balones a Forlán y Agüero. Una tentación que le costó a Asenjo la suplencia. Su persistencia en sacar la pelota siempre en largo contra el Chelsea, que siempre la echaba el lazo, le abrió las puertas a De Gea. Las circunstancias exigían un héroe, y quién mejor que el imberbe portero, decisivo en la victoria sobre el Zaragoza, la única que la escuadra del Manzanares contaba hasta anoche.
Al final ni De Gea salvó de la quema a un Atlético que perdió el norte con el paso de los minutos y amenaza ruina con un triunfo de 11 posibles. Tan mal lo vio Santi Denia que intentó asegurar los tres puntos mandando a la caseta al Kun por Cleber Santana, con el que buscó más empaque en la medular. La estrategia le salió rana. El Mallorca olió el miedo y, pese a no disponer de su pistolero estrella, el lesionado Aduriz, ahogó los intentos del Atlético de salir adelante. Quique tiene mucho tajo por delante.
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