Nadal pasa a cuartos y roza el número dos
El español derrota a Monfils por 6-7 (3), 6-3, 6-1 y 6-3 y supera a Murray en la clasificación
Cuando la grada de la Arthur Ashe rompe en gritos de "¡Monfils!, "!Monfils!", el aludido, que se llama Gael y es el número 13 del mundo, grita sapos y culebras por la boca, salta como un boxeador y levanta los brazos pidiendo guerra, igual que Mohamed Alí, su ídolo, retaba rivales avisándoles de que había calentado para la pelea luchando contra caimanes. Eso es lo que tiene enfrente Rafael Nadal. Un tenista que pega como un peso pesado. Uno que saca y da cera. Uno sin miedo, respeto, ni pena, que le arranca la primera manga en la muerte súbita (7-6). Juega Nadal rodeado de circunstancias interesantes: la derrota de Andy Murray ante Marin Cilic (7-5, 6-2 y 6-2) abre la posibilidad de que recupere el número dos si gana el partido; la derrota de Jo Wilfried Tsonga ante Fernando González (3-6, 6-3, 7-6 y 6-4) le asegura, al menos, jugar hasta semifinales sin haberse enfrentado en todo el torneo a uno de los diez mejores del mundo; y la cinta adhesiva marrón que recorre sus abdominales en vertical, sin embargo, le avisa de que la tarea será fina. El español sólo ha frenado su día y medio sin sacar dos horas y media antes del partido. Sólo sacó entonces. Ni se ha notado: concedió tres roturas y seis bolas de break, pero su impresionante movilidad, su resistencia y su tenacidad le han llevado hasta los cuartos (6-7, 6-3, 6-1 y 6-3), donde espera González.
Primero, la explicación de su victoria: dolorido en los abdominales, Nadal afrontó el encuentro con la mejor actitud posible. Puesto ante una prueba mayor, Monfils y sus males, el español recuperó algunas de las armas que parecía tener perdidas. Su porcentaje de primeros servicios subió del 60% de media de los encuentros anteriores al 74% de esta noche. Su revés, por primera vez desde su reaparición, empujó con constancia y fuerza. El Nadal que ganó a Kiefer y Almagro no se pareció al que venció a Monfils más que en el resultado. Éste, como siempre que avanza la competición, fue un escalón superior a su versión anterior, con un elemento que unió todos esos partidos: venció controlando sus propios errores. El español ganó 124 puntos. Más del 50%, 63 en concreto, vinieron gracias a errores no forzados de su rival francés. Nadal cometió 24.
Queda ahora conocer cómo se recuperará el español del esfuerzo, de esos agónicos esprints para recuperar bolas con peso de piedras. Por ahora, sólo una carambola le separa de recuperar el número dos: que él pierda en cuartos y Novak Djokovic, que hoy miércoles juega en esa misma ronda contra Fernando Verdasco, gana el torneo. Lo que es seguro es que el español superará el lunes al escocés Andy Murray en la clasificación mundial. Este es el mundo de Nadal. Un mundo de imposibles. Un mundo en el que un tenista sale dolorido en los abdominales, recién salido de dos meses y medio de inactividad por una lesión en ambas rodillas, con tres partidos previos muy mejorables, frente a un rival de verdad duro, el número trece del mundo...y aún así logra la victoria. Puro Nadal.
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