La 'Champions' es otra cosa
El Liverpool rebaja al Madrid, maniatado y sin los bríos de la Liga
Maniatado, excesivamente contenido y sin los bríos recientes, el Madrid se despeñó ante un rival que le hizo un nudo desde el calentamiento hasta el final. Temeroso y con el depósito justo, al equipo de Juande Ramos se le vieron demasiados costurones llegado el momento de mayor exigencia. Como si el escalón de la Champions aún le resulte fuera de su alcance. Ante un conjunto tan cuajado como el Liverpool, al Madrid no le alcanzó con su optimización de recursos en la Liga y nunca tuvo el mando del encuentro, siempre a rebufo del tacticismo de los ingleses. La Liga de Campeones es otra cosa.
Con la única intención de candar el partido desde el inicio, el Liverpool logró mucho más que su principal propósito: si su idea era mantener la vela hasta Anfield, un gol de Benayoun le otorga aún mayor margen de maniobra. Sin gracia alguna el equipo inglés, y demasiado tieso el Madrid, no resultó un encuentro almibarado. Ni mucho menos. Nadie quiso mayor destape del necesario, como si ambos dieran por hecho que la eliminatoria se decidirá a orillas del Mersey. Ni siquiera resultó un choque energético. Con tanta cautela no hubo resquicio para la aventura.
R. MADRID 0 - LIVERPOOL 1
Real Madrid: Iker Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Cannavaro, Heinze; Robben, Lass, Gago, Marcelo (Guti, m.46); Raúl e Higuaín.
Liverpool: Reina; Arbeloa, Skrtel, Carragher, Fábio Aurelio; Benayoun, Xabi Alonso, Mascherano, Riera (Gerrard, m.88); Kuyt (Lucas Leiva, m.90) y Fernando Torres (Babel, m.61).
Goles: 0-1, m.82: Benayoun.
Árbitro: Roberto Rosetti (ITA). Mostró cartulinas amarillas a Cannavaro (47) y Gago (87) por el Real Madrid y a Fernando Torres (55), Mascherano (67) y Riera (83) por el Liverpool.
Incidencias: partido de ida de los octavos de final de Liga de Campeones disputado en el estadio Santiago Bernabéu. Lleno, 79.500 aficionados en las gradas, 4.000 de ellos seguidores del Liverpool.
Al Madrid le faltó soltura frente a un adversario tan plomizo, tan reseteado por su técnico que no varía el Pentium ni aunque su ariete se quede cojo. Le ocurrió a Fernando Torres, que jugó con una pierna media hora. Así son las cosas con Rafa Benítez. Frente a un rival indigesto que mina el campo como nadie, el equipo de Juande Ramos se quedó sin respuesta, encogido. Enfrente, al Liverpool no le descompuso ni la baja final de Gerrard. De ello se encargó Xabi Alonso, imperial toda la noche. En un equipo con tanta espesura, Alonso es el general y en partidos como el de Chamartín su presencia es aún más relevante que la de su capitán. Cuesta creer que el Madrid, que tantos pivotes ha tragado en las últimas temporadas, no le tenga aún en su escaparate.
El Madrid no tuvo el aire vitalista de las últimas jornadas. Sometidos por la sabiduría y destreza de Xabi Alonso y las mandíbulas de Mascherano, Lass y Gago se encadenaron el uno al otro, siempre en paralelo, sin que ninguno se infiltrara de vez en cuando cerca de los dos delanteros. Dos arietes, por cierto, postizos. Lo mejor de Raúl e Higuaín es cuando llegan, no cuando están. Sin Huntelaar como diana, ni el capitán ni el argentino exhibieron el dinamismo de otras ocasiones. Nada que ver con esos dos jugadores veletas que descosieron al Sporting y al Betis.
El Madrid pagó cara la chapuza de Mijatovic y sus coristas, que se olvidaron del reglamento cuando afiliaron al sustituto de Van Nistelrooy, tan necesario en la Liga como en un torneo de eliminatorias con dos asaltos, en el que los mínimos detalles son primordiales. No son pocos los rematadores que en un momento de lucidez son capaces de descorchar duelos semejantes. Tampoco Marcelo tuvo el recorrido apuntado en las semanas precedentes. En realidad, el Madrid no tuvo peso por los costados, salvo un par de culebreos de Robben, esposado por Fabio Aurelio, y siempre con Riera y Mascherano al quite.
El Liverpool está tejido para desnaturalizar a sus contrarios. Se siente un gobernante cuando su oponente se achica, por mucho que esta noche fuera más exigente ante Casillas que los reds ante Reina. El internacional español se vio apurado por remates de Torres, Benayoun y Xabi Alonso, este último excepcional con un golpeo desde su propio campo. Es curioso el ataque del Liverpool. El primer lanzador es Reina y practica con machaconería el envío a Kuyt, ayer de nuevo delantero por la baja de Gerrard. Como extremo sólo es un estajanovista; como punta se aleja del área a medida que se le acerca la jugada. El chico vive de peinar la pelota una y otra vez con la coronilla. Órdenes de Benítez.
A la vista de las tinieblas, Juande recurrió al ingenio de Guti en detrimento de Marcelo. Por mucho que el equipo perdiera simetría, alguien tenía que encender la luz. No logró el efecto deseado. El Madrid se mantuvo tan parsimonioso como al principio, sin chispa, sin la decisión que requería la cita ante un enemigo que se suele agrietar cuando se le impone un alto voltaje. En lo anodino, el Liverpool navega feliz. Le seduce como nada la idea de sentirse protegido. Luego, siempre a la espera, aguarda su ocasión. No le importa que sean pocas o tarden en llegar. Para todas las que se le conceden tiene los apuntes memorizados. Todo está estudiado.
Por ejemplo, las estrategias con la pelota detenida. Como la que ingenuamente le concedió Heinze, que sin apreturas le regaló una falta cercana al córner izquierdo de Casillas. Fabio Aurelio, zurdo cerrado, dio curva al balón y Benayoun, el más bajito y liviano de la tropa de Anfield, frustró la racha madridista tras nueve partidos inmaculados. Un azote para el Madrid, pero que ni mucho menos le destierra para la vuelta. En Inglaterra se encontrará a un rival con el mismo guión que ayer. Será el propio Madrid quien tenga que alterar el suyo. Sin tanto corsé puede que le vaya mejor. No le queda otra opción.
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