El Barça supera sus límites
El equipo de Guardiola se impone al Villarreal, que se adelantó en el marcador, en un soberbio partido de Xavi y Cazorla
Después de ventilarse, por este orden, al Atlético, el Sevilla, el Valencia, el Madrid y el Villarreal, cabría pensar que el Barcelona de Pep Guardiola no tiene límites. Y, sin embargo, su paso anoche por Vila-real también invita a pensar lo contrario. Es humano. El conjunto amarillo le obligó a remontar, a exigirse al máximo, a explorar sus propios límites. El envite le servirá a Guardiola para mantener vivo su discurso sobre la humildad, tan necesaria en un colectivo tan propenso a caer en las redes de la vanidad. El Barça reaccionó con la grandeza y el oficio que se le supone, pero también con una pizca de fortuna para que los remates finales de Guille Franco y Nihat se perdieran junto al poste. Al contrario que el Madrid la semana pasada, el Villarreal planteó un duelo de gigantes, sin complejos, y propició un partido total, con un despliegue físico, técnico y táctico impresionante. Un homenaje al fútbol en el que dos jugadores, uno por bando, se elevaron por encima de los demás. Xavi, en el Barça, y Cazorla, en el Villarreal, movieron a sus compañeros con coraje, intensidad y toneladas de clase.
VILLARREAL 1-2 BARCELONA
Villarreal: Diego López, Ángel, Gonzalo, Godín, Capdevila, Eguren, Senna (Ibagaza, m.80), Cazorla, Pires, Cani (Guille Franco, m.71) y Rossi (Nihat, m.71).
Barcelona: Valdés, Alves, Piqué, Puyol, Abidal, Xavi, Busquets (Toure Yaya, m.67), Keita, Messi, Eto''o (Hleb, m.84) y Henry (Cáceres, m.80).
Goles: 1-0, m.48: Cani. 1-1, m.55: Keita. 1-2, m.66: Henry.
Árbitro: Clos Gómez, del comité aragonés. Amonestó al jugador local Guille Franco y al visitante Henry. Expulsó a Piqué en el 74 por doble amarilla.
Incidencias: Partido correspondiente a la decimosexta jornada del campeonato nacional de Liga disputado en el estadio El Madrigal ante unos 25.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. Emilio Sánchez Vicario, capitán del equipo campeón de Copa Davis, realizó el saque de honor.
Es imposible ver un mal encuentro cuando se juntan el Villarreal y el Barça. La primera parte resultó una delicia para los entrenadores. La presión total al adversario, los equipos muy juntos y el ritmo trepidante. En medio de todo ello, una precisión técnica de alta escuela. El balón silbaba anoche en El Madrigal mientras ambos equipos trataban de ver algún resquicio por el que romper el partido. Henry lo encontró en el primer minuto, pero le respondió el pie izquierdo de Diego López en un acto reflejo. El portero estaba inspirado y lo recordó media hora después en un vuelo a su escuadra izquierda para desviar un voleón impactante de Sergio Busquets desde fuera del área. El Villarreal replicó con algunos contragolpes. Sobre todo, en uno en el que Rossi aprovechó que Puyol había tirado mal el fuera de juego. El delantero italiano cruzó demasiado ante Víctor Valdés.
El Villarreal se atrevió a cuestionarle el balón al Barça. Gracias a la claridad de Cazorla y a la tenacidad de Senna y Eguren para neutralizar la magnanimidad del centro del campo azulgrana, en el que se antojaba imposible que Xavi fallara un solo pase. En el cuadro de Manuel Pellegrini se fueron animando todos: también Cani, sorpresa en la alineación y sorpresa por su sobresaliente actuación después de varios meses de oscuridad. Al volante nunca le faltó calidad, pero sí carácter para responder a las expectativas que había levantado. Ayer las alcanzó. Y cruzó perfecto ante Valdés tras un pase picado de Rossi en el tanto que adelantaba al Villarreal.
El Barça reaccionó con rabia. Xavi buscó a Messi, medio tapado en la primera parte. La solución, sin embargo, llegó por el lado más inesperado. La valentía de Keita para meter la cabeza en el primer palo, allí donde reinan los porteros, y cabecear un centro mordido de Alves. Se la comió Diego López. El equipo de Guardiola no se conformó con el empate, naturalmente. A rebufo del gol, amenazó con lanzar un ataque total. Pero no lo hizo. Se paró e hizo como si firmara una tregua cuando, en realidad, estaba preparando el asalto definitivo. O eso es lo que pasaba por la privilegiada cabeza de Xavi, que se descolgó al pico derecho del área para centrar en una posición poco habitual en él. ¿Incómodo alejado del centro? Tampoco. Su centro templado dejó solo a Henry ante la portería. El delantero remató de primeras con facilidad. Xavi seguía sin dar un mal servicio.
Últimos cartuchos
Pellegrini extrajo del banquillo todo lo que le quedaba: Nihat y Guille Franco. Pasó a jugar con dos puntas. Y se encontró con la expulsión de Piqué, que recibió la segunda tarjeta amarilla tras chocar fortuitamente con Guille Franco. Injustamente. El Barça tiró del oficio y de la picaresca de Alves. Guardiola recurrió a Cáceres para volver a ocupar el hueco dejado por Piqué. La entrada del central abrió un boquete en la zaga azulgrana. Lo aprovechó primero Guille Franco para infiltrarse, pero remató muy desviado. Venía precedido de un gran pase de Nihat, que también dispuso de su oportunidad ante Valdés. También falló. Llegó el final y los jugadores del Villarreal, exhaustos, se quedaron unos minutos en el campo reflexionando sobre lo que había sucedido. Sin aliento. Xavi les felicitó uno por uno. Sabía que había asistido a un espectáculo soberbio. El día en que el Barça conoció sus límites. Y supo superarlos.
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