El Valencia vuelve a sufrir
El Copenhague empata tras un error defensivo y continuas pérdidas de balón
Sufrir. Eso hace últimamente el Valencia. Lo hizo, también en Mestalla, frente al Racing. Ofrece, propone, toca, llega. Pero no marca. Y pierde balones inexplicables. El error se paga muy caro. Ayer le costó la victoria. Echó un vistazo Emery a su larga lista de jugadores de centro del campo. Se sintió artista y poco exigido ante un rival, en teoría, muy por debajo del Valencia. Y apostó por la creación en el círculo central. Edu y Baraja formaron en la medular para dar descanso a los más habituales. Sobre todo a Fernandes. Porque Albelda ni siquiera entró en la convocatoria.
Y extrañó el equipo a un futbolista del corte del valenciano. Duro. Destructor del juego del rival. Hasta Marchena perdió ayer balones en esa zona. Los daneses salieron a la contra una y otra vez. No tuvieron que iniciar sus jugadas de ataque. Ya lo hacía el Valencia. Solo su falta de calidad, infinitamente inferior a la de los de Mestalla, explica la ausencia inicial de goles. Se colocaron ante Renan con comodidad. Pero no supieron qué hacer con el balón cuando se tropezaron con él. Llegó tanto por la izquierda, como por la derecha el brasileño Aílton Almeida. También Santin, que forzó un pase de pecho del guardamenta brasileño.
VALENCIA 1 - COPENHAGUE 1
Valencia: Renan; Miguel, Marchena, Albiol, Del Horno; Pablo, Baraja (Fernandes, m. 66), Edu, Vicente; Hugo Viana (Mata, m. 57) y Morientes (Villa, m. 72). No utilizados: Guaita; Moretti, Maduro y Angulo.
Copenhague: Christiansen; Pospech, Zanka Jorgensen, Antonsson, Wendt; Kvist, Norregaard, Kristensen (Sionko, m. 63), Hutchinson; Almeida (Nordstrand, m. 88) y Santin (Würtz, M. 87). No utilizados: Coe; Jensen y Junior.
Goles: 1-0. M. 61. Morientes. 1-1. M. 84. Santin.
Árbitro: Knut Kircher (Alemania). Amonestó a Pospech.
Unos 15.000 aficionados en Mestalla.
El público empezó a cansarse. Y a impacientarse. Pues miraba de reojo a Villa y a Mata, que calentaban en la banda. No es nadie el Valencia sin su pareja de goleadores. Emery llamó al burgalés. Puso la mano en su hombro y le indicó qué quería de él. Mestalla respiró aliviado. No hay magia, ni gol, con Viana en la mediapunta.
Y aunque no fue Mata el culpable del gol, sí revolucionó con su entrada el juego de su equipo. Vicente, a quien Del Horno había abandonado en el carril izquierdo, sintió el aliento del joven jugador. Y alcanzó, sin descanso, su esquina preferida. En una de esas llegadas, apareció como una exhalación Edu, con olfato goleador ayer. Puso el pecho. Y el disparo. Alcanzó a despejar Christiansen. Que no era consciente del error. A Morientes no se le resiste un balón muerto a escasos metros de la línea de gol.
Entonces, con el resultado ya a favor y el fútbol de su parte, entró Fernandes. Como un toro. Y Villa. Poco podía hacer ya el Copenhague. Pero el Valencia se lo volvió a servir en bandeja. Un error en defensa dio la gloria a Santin.
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