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FÚTBOL | SEVILLA 4 - ATHLETIC 0

El Sevilla exprime al Athletic

El cuadro de Jiménez recupera la solidez y golea a los de Caparrós, inanes en la delantera

El Sevilla empieza a tomar forma. No es que no hubiera ofrecido señales de mejoría en los anteriores encuentros, pero ayer quedó patente que las piezas del puzle de Manolo Jiménez ya encajan. El equipo respondió a las exigencias de su técnico y mostró sus señas de identidad: solidez defensiva, dominio del balón, velocidad y eficacia. Navas las reunió todas. Cubrió los espacios que dejaba Konko en el lateral derecho, se ofreció a sus compañeros en el centro del campo, corrió como una gacela en su hábitat natural, la orilla derecha, y en sus botas se iniciaron dos jugadas que terminarían con el balón en el fondo de la red. Sólo le faltó ser uno de los cuatro jugadores que batieron la portería del Athletic, un equipo que se desintegra por momentos.

El conjunto bilbaíno gusta de tocar la pelota, de sentirse dominador del círculo central. De ahí que Caparrós reforzara la zona con la presencia de Yeste, para que el vizcaíno se hiciera con la manija. Funcionó el invento durante 25 minutos, con Llorente y Javi Martínez presionando la salida del balón de la cueva sevillista. Hasta que apareció la picardía de Navas. Iraizoz sacó el balón hacia Balenziaga, que esperaba en la frontal del área. El joven guipuzcoano, más atento al cielo de Sevilla que a lo que se le avecinaba por la espalda, se dejó sorprender por el extremo sevillista. A Navas le bastó con meter la uña del pie para robarle la cartera y pasársela a Kanouté, que venció en el cara a cara al meta del Athletic. Un mazazo para los de Caparrós, que bajo el disfraz de leones esconden un alma de cachorros.

Al cuadro de San Mamés no se le puede achacar falta de ganas y pundonor, pero muestra una carencia de puntería alarmante. Sus delanteros se han convertido en su talón de Aquiles. Llorente, un chicarrón de 1,95 metros, pasa más tiempo observando el juego de sus compañeros que tratando de encañonar al meta rival. Y Javi Martínez, al que Caparrós probó ayer como pareja de Llorente, se sintió perdido en un lugar que le resulta extraño. Así las cosas, con el marcador en contra, y sin atisbo de recuperación, el Athletic se entregó a lo irremediable: un Sevilla recuperando su esplendor.

El equipo de Nervión asumió el peso del partido, después de que los rojiblancos se declararan en huelga. De nuevo el peligro llegaba por el ala derecha del Sevilla, donde Balenziaga aún se recuperaba de su error en el primer gol. Aclarado el punto flaco de la retaguardia bilbaína, Navas insistió. Voló tras un balón de Kanouté como si le fuera la vida en ello y se lo puso en bandeja a Renato, que con un cabezazo picado batió a Iraizoz.

Caparrós intentó revitalizar su punta de lanza tras el descanso. Junto a Susaeta, salió Ion Vélez sustituyendo a un inane Llorente. El Athletic recobró pujanza en el área de Palop, pero todo fue un espejismo. Un contragolpe del Sevilla, en el que llegaron a participar 5 jugadores, acabó con Adriano de celebración. Para el broche final, Chevantón, cuando sólo llevaba tres minutos sobre el césped, empujó el balón al fondo de la red. No se lo pensó. Corrió a festejarlo con Jiménez.

La táctica del error-acierto, que Jiménez había rebautizado con las manidas rotaciones, va dando sus frutos. El equipo se consolida y los nuevos se asientan en sus posiciones. Konko, cuestionado en varias ocasiones, dio señales de ser una laterla derecho de garantías, capaz de sumarse al ataque cuando le sea requerido. Lo mismo se puede decir del francés Squillaci, muy sólido junto a su compatriota en el centro de la zaga. Por no hablar de Fernando Navarro, que en poco tiempo ha grabado su nombre en la banda izquierda de la defensa. Y así con Romaric, apuntalándose en el medio campo; Duscher o el recuperado Renato.

Chevanton celebra un gol
Chevanton celebra un golFP

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