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Tensión entre España e Italia por el papel de sus tropas en Afganistán

Berlusconi presiona para designar a un mando clave, que ahora es español

Los comentarios de carácter machista y los ataques a la prensa de Silvio Berlusconi en la rueda de prensa conjunta con José Luis Rodríguez Zapatero el pasado día 10 en Cerdeña eclipsaron una buena noticia: Il Cavaliere dio por hecho que un general español sustituirá al italiano Claudio Graziano al frente de los cascos azules en Líbano cuando concluya su mandato, en febrero del año que viene. Algo que la ministra de Defensa, Carme Chacón, presente en la cumbre, no tenía garantizado.

Ése fue el gesto amable. La puñalada llegó el pasado jueves, en forma de un artículo sin firma en la primera página del diario Il Foglio, cuyo director, Giuliano Ferrara, es un hombre de confianza de Berlusconi.

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En una crítica tan furibunda como bien documentada -hasta el punto de que medios diplomáticos españoles no dudan en atribuirla a una filtración del Ministerio de Defensa italiano-, el artículo aseguraba que "el mando italiano [en Afganistán] ha tenido que combatir este verano numerosas batallas sin poder contar con los 780 militares españoles, que han aumentado a 1.250 con motivo de las elecciones, debido a las rigidísimas limitaciones impuestas por el Gobierno de Zapatero, que impiden a los españoles participar en acciones ofensivas, incluso al lado de los afganos, y permiten el uso de las armas sólo en defensa propia".

"La escasa combatividad de los españoles ha favorecido la ofensiva talibán", agregaba el articulista, "y cuando se mueven de la base de Qala-i-Naw caen a menudo en emboscadas de las que sólo los cazas americanos y, más frecuentemente, los helicópteros de ataque italianos Mangusta A-129 consiguen liberarlos".

Como publicó el pasado jueves EL PAÍS, España ha decidido trasladar a la base de Qala-i-Naw la compañía de reacción rápida que ahora tiene en Herat para formar, junto a los 220 militares que serán enviados como refuerzo, un Grupo Táctico de Maniobra. La interpretación que ese mismo día daba Il Foglio a este movimiento era radicalmente contraria: "El mando italiano", aseguraba, "ha tenido que disolver el batallón mixto italo-español [de Herat] para crear dos de paracaidistas italianos, uno de ellos en la violenta zona de Bala Murghab, provincia de Badghis, oficialmente asignada a las tropas de Madrid pero de hecho defendida por los italianos".

"En las batallas combatidas en esta zona entre mayo y julio no ha participado ninguna unidad española", agregaba. "Madrid ha negado la ayuda de sus seis helicópteros de transporte y de los aparatos teledirigidos Searcher, alineados en Herat como equipo nacional, pero no disponibles para los aliados".

Lo cierto, según fuentes españolas, es que los helicópteros de España, de transporte y evacuación médica, acuden cuando son requeridos, aunque no son lógicamente helicópteros de ataque, como los Mangusta italianos, mientras que los Searcher realizan misiones encomendadas por la OTAN, pero sujetas a su limitada autonomía.

¿Cuál es el trasfondo de estas críticas? El propio artículo da la clave. "Los españoles tienen el mando de la base de Herat", explica, "y este liderazgo ha sido contestado por Roma, dado que Italia aporta 3.000 militares, 18 helicópteros y cinco aviones".

Pero no es sólo el mando de la base de Herat, que ostenta un coronel del Ejército del Aire español, lo que está en juego. También, y sobre todo, el puesto de jefe del Estado Mayor del Mando Regional Oeste, que corresponde a otro coronel español. El jefe del Estado Mayor es, de hecho, el número dos de la OTAN en la región y un puesto decisivo, ya que por sus manos pasa el planeamiento de todas las operaciones.

Fuentes españolas admiten presiones italianas para ceder este puesto, pero advierten de que España tiene pleno derecho al mismo. Precisamente porque la aportación italiana es muy superior, España ha aceptado que el máximo mando regional sea siempre un general italiano y que dicho puesto no sea rotativo, como es habitual en estos casos.

El mismo día en que Il Foglio arremetía contra las tropas españolas, seis militares italianos murieron en Afganistán. Y no lo hicieron en Herat sino en Kabul, víctimas de un atentado con un vehículo cargado de explosivos. La matanza ha abierto un debate en Italia sobre la retirada de sus tropas de Afganistán. Ni los helicópteros de ataque ni las reglas de enfrentamiento, que en el caso del contingente italiano permiten acciones ofensivas, sirven frente al terrorismo suicida.

Un convoy de militares españoles en el sur de Herat (Afganistán), en agosto de 2005.
Un convoy de militares españoles en el sur de Herat (Afganistán), en agosto de 2005.REUTERS

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