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El agravamiento de la crisis

La promesa de otra intervención del BCE logra estabilizar las Bolsas

Los mercados ignoran la retórica de los ministros del G-20 - El grupo de países ricos y emergentes posterga nuevas medidas hasta noviembre

Alejandro Bolaños

Lo que no pudieron las promesas apresuradas de los ministros de Economía del G-20, lo lograron las declaraciones de varios consejeros del Banco Central Europeo (BCE). Los dirigentes de la autoridad monetaria de la zona euro adelantaron que, en la próxima reunión del consejo de Gobierno del BCE, el 6 de octubre, se discutirán medidas para reactivar el crédito ante la debilidad económica y los apuros de la banca. Bastó para estabilizar las Bolsas, que terminaron al alza una de las peores semanas del año.

Como ha ocurrido en los últimos días, la evolución de las principales Bolsas vino marcada por lo que ocurre en Washington, donde la asamblea anual de FMI reúne a ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales. El batacazo de las Bolsas forzó a los ministros de Economía del G-20 a improvisar, en la madrugada del viernes, un comunicado para reiterar su compromiso de que "se tomarán todas las medidas necesarias para garantizar la estabilidad de los mercados financieros y del sistema bancario". Pero el anunciado "plan de acción colectiva" se dejó para la cumbre del grupo de países ricos y emergentes, a principios de noviembre en Cannes (Francia).

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La retórica del G-20 apenas calmó a los mercados unas horas. Al mediodía, todas las plazas europeas reflejaban pérdidas. Pero entonces, ya se difundían declaraciones de los consejeros del BCE. Y la promesa de que "los bancos centrales se mantendrán alerta para proveer liquidez cuando sea necesario", también recogida en el comunicado urgente, cogió forma.

No fue, en ningún caso, un rebote consistente. Solo en el Ibex español, donde la cotización de los bancos -directamente beneficiados por una intervención del BCE- pesa más, la subida fue significativa, con un alza del 2,1%. París (1%), Berlín (0,6%) y Londres (0,5%) cerraron con avances mucho más modestos, mientras Milán escalaba al 1,4%. En Wall Street apenas hubo variación.

Los mercados siguen muy pendientes de los pasos que tome la UE para afrontar la crisis griega y para desarrollar un mecanismo efectivo que limite el contagio de la incertidumbre por una suspensión de pagos de Grecia. Mientras tanto, las palabras de los consejeros del BCE actuaron de bálsamo. Abrió fuego el gobernador del banco central belga, Luc Coen. "Si los datos, al principio de octubre, muestran que las cosas están peor de lo que esperábamos, estudiaremos nuevas medidas para afrontar la situación", afirmó en una entrevista con Bloomberg.

Las palabras de Coen, que dio la entrevista en la noche del jueves, estaban en los teletipos en la apertura de los mercados, junto al comunicado urgente del G-20. Pero solo empezaron a influir cuando fueron corroboradas por el gobernador austriaco, y sobre todo, por el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, en sendos encuentros con la prensa al mediodía del viernes. "El BCE discutirá probablemente la reintroducción de una línea de liquidez a 12 meses", explicó el austriaco Ewal Nowotny.

La autoridad monetaria europea, que ofrece con regularidad préstamos a una semana, un mes y tres meses, da otro paso en el reconocimiento de la gravedad de la situación. Ya había recuperado los créditos a seis meses, para garantizar liquidez a medio plazo. Y hace una semana, acordó con la Reserva Federal operaciones de permuta para ofrecer dólares, dadas las dificultades de algunas entidades europeas para captar financiación en la divisa estadounidense. Ahora se plantea recuperar una línea de crédito a un año (un plazo mayor, que debería dar más holgura a los bancos para prestar a familias y empresas), una medida que no adoptaba desde finales de 2009, cuando la Gran Recesión aún mordía.

"Estamos dispuestos a dotar de liquidez a los mercados, incluso a plazos mayores", confirmó Weidmann, que suele fijar la posición más ortodoxa en el BCE. El anuncio fue interpretado por los analistas como un paso más hacia la rebaja de los tipos de interés de la zona euro (ahora en el 1,5%, tras dos subidas en el año). Como es habitual, los tres consejeros se negaron a confirmar o desmentir la medida, reclamada entre otros muchos por el FMI esta semana.

La buena acogida al movimiento del BCE compensó el escaso impacto del comunicado del G-20, una peligrosa señal de debilidad. La cena de los ministros volvió a evidenciar sus diferencias en multitud de cuestiones, asuntos que además no estaba previsto resolver ahora en Washington. Pero la presión de los mercados y el empuje del FMI, que minó la cita con sombrías alertas, obligó a dar una imagen de unidad, que se resquebraja en los detalles.

El ministro de Finanzas japonés, Jun Azumi, reveló que varios asistentes a la cena pidieron a los europeos una intervención más decidida. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, mostró su confianza en que la UE confiera más poder de actuación al fondo de rescates.

A las presiones, los líderes de la UE dieron la callada por respuesta. Su objetivo es salvar las dos próximas semanas. O lo que es lo mismo desbloquear la asistencia financiera a Grecia y culminar el proceso de aprobación en los distintos Parlamentos de la ampliación del fondo de rescates. "Son aportaciones interesantes para hacer un cortafuegos eficaz, pero no son para discutirlas hoy", sintetizó en la noche del jueves Francois Baroin, ministro de Economía francés

Tampoco hubo avance en otros frentes. La aireada posibilidad de que los gigantes emergentes concierten ayuda financiera la zona euro no llegó siquiera a la mesa. Sí sus quejas porque el traspaso de poder en las organizaciones internacionales se estanca. Y a la recurrente reclamación para que incentiven el consumo en sus economías, opusieron la necesidad de dar más peso a otras divisas, más allá del dólar y el euro. "El FMI debería hacer más ante los defectos inherentes al sistema monetario internacional", lamentó el ministro de Finanzas chino, Xie Xuren

El ministro de Finanzas de China, Xie Xuren, en la reunión del FMI en Washington.
El ministro de Finanzas de China, Xie Xuren, en la reunión del FMI en Washington.YURI GRIPAS (REUTERS)

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