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Reportaje:Economía global

El peligro estaba a la vista

Las autopsias a los bancos de EE UU revelan fallos de supervisión

El informe del juez de instrucción no dejaba lugar a dudas en cuando a la causa de la muerte: préstamos tóxicos. Ésta era la conclusión de la autopsia financiera que las autoridades llevaron a cabo en Haven Trust Bank, un pequeño banco de Duluth, en el Estado norteamericano de Georgia, que se hundió el pasado diciembre.

En lo que parece un episodio de CSI: Wall Street, docenas de investigadores del Gobierno -los jueces de instrucción de la crisis financiera- están efectuando autopsias en las entidades crediticias que han quebrado en EE UU. Sus hallazgos dibujan un increíble retrato de pasos en falso administrativos y fallos regulatorios.

En un banco detrás de otro, los forenses están descubriendo que los reguladores estatales y federales sabían que las entidades crediticias estaban participando en prácticas empresariales peligrosas, pero no intervinieron hasta que fue demasiado tarde. En Haven Trust, por ejemplo, los reguladores hicieron sonar la alarma sobre las libertinas normas de concesión de préstamos, los controles de riesgo deficientes y la acumulación de préstamos peligrosos otorgados al tornadizo sector de la construcción. A pesar de las advertencias -que se remontan hasta 2002-, ni la directiva del banco ni los reguladores tomaron medidas. Historias por el estilo han tenido lugar en entidades crediticias desde Maryland hasta California.

Los reguladores conocían las prácticas peligrosas de los bancos
No se actuó para meter en vereda a las entidades fuera de control
De los 8.100 bancos del país, unos 2.200 superan con creces el umbral de riesgo
Las entidades temen ahora ser castigadas con excesiva severidad

¿Qué es lo que salió mal? En muchos casos, los supervisores financieros no intervinieron con la suficiente rapidez y firmeza para meter en vereda a los bancos fuera de control, según informes recopilados por los inspectores generales de los cuatro organismos federales de regulación bancaria más importantes. En total, han completado 41 investigaciones y tienen en marcha otras 75 más.

Reguladores bancarios en activo y retirados reconocen que deberían haber estado más alerta. "Todos podríamos haber hecho un trabajo mejor", admite Sheila C. Bair, presidenta de la Federal Deposit Insurance Corporation.

Los informes hurgan en el pasado, pero su importancia reside en la manera en que pueden forjar el futuro. Dado que otra oleada de quiebras bancarias se perfila en el horizonte, los legisladores barajan diversas medidas que reforzarían las finanzas de los bancos y limitarían su capacidad para prestar de manera impulsiva dinero a sectores arriesgados como el de la construcción. Los banqueros alegan que estas medidas no sólo perjudicarán a sus empresas, sino también a la economía en general, porque estrangularán la afluencia de crédito justo ahora que el crecimiento empieza a reanudarse.

Pero mientras que lo peor parece haber pasado para el sector en su conjunto, muchos prestamistas siguen en peligro. Los estragos causados por el hundimiento del mercado de la vivienda se ven ahora exacerbados por el empeoramiento del mercado inmobiliario comercial, que muchos analistas consideran el próximo punto crítico del sector.

Dados los deslices del pasado, algunos se preguntan si los inspectores identificarán los nuevos problemas a tiempo. De los 8.100 bancos del país, unos 2.200 (que van desde prestamistas comunitarios hasta agentes regionales de tamaño medio) superan con creces los umbrales de riesgo que normalmente darían lugar a un mayor escrutinio por parte de los gestores y reguladores, según

Foresight Analytics, una empresa de investigación bancaria.

Según la misma fuente, unos 600 bancos de pequeño tamaño están en peligro de hundirse por culpa de los préstamos inmobiliarios problemáticos, a menos que apuntalen pronto sus finanzas. Unas 150 entidades crediticias han quebrado desde que estalló la crisis a mediados de 2007.

Muchos inspectores bancarios reconocen que se confiaron al creer que los buenos tiempos para los bancos serían duraderos. También admiten que, en determinados momentos, se resistieron a tomar medidas cuando los problemas salieron a la luz, por miedo a desestabilizar el mercado de la vivienda y la economía.

Entonces, como ahora, los grupos de presión de la banca se opusieron ferozmente a los intentos de controlar los bancos, como las directrices de 2006 que disuadían a las entidades bancarias de mantener posiciones fuertes en el mercado inmobiliario comercial. "Juzgar a posteriori es maravilloso", decía Timothy W. Long, el jefe de análisis bancario de la Oficina del Interventor de la Moneda. "En el momento culminante del boom económico, tomar una postura de supervisión agresiva y decirle a la gente que deje de prestar dinero es algo difícil de hacer".

Haven Trust, fundada en el año 2000, disfrutó de un breve contacto con sus reguladores, según revela su autopsia, que finalizó en agosto. Casi desde el principio, los inspectores de la Corporación Federal de Garantías de Depósitos y el Estado de Georgia dieron la señal de alarma. En 2002, los funcionarios de la Corporación encontraron problemas en las prácticas aseguradoras del banco. Durante los años siguientes, la cartera de préstamos inmobiliarios comerciales de riesgo de Haven creció tan deprisa (al asombroso ritmo del 40% anual), que los reguladores plantearon dudas sobre los peligros.

Pero no fue hasta agosto de 2008 cuando los examinadores intensificaron su control diciéndole a Haven que aumentase su reserva de capital. Un mes después, los reguladores remitieron un memorando de entendimiento ordenándole al banco que limitase su concentración de préstamos de riesgo. Los inspectores de Haven "no siempre han actuado de acuerdo con las señales de alarma", dice el informe, que tiene una extensión de 29 páginas. "Para cuando el memorando fue enviado en septiembre de 2008, el hundimiento de Haven era absolutamente inevitable", concluye.

Pero el fracaso de Haven Trust no tenía nada de extraordinario. Por ejemplo, en el Ocala National Bank de Florida, una entidad en rápida expansión, los examinadores de la Oficina del Interventor de la Moneda encontraron unas normas de préstamo poco rígidas y una alta concentración de préstamos para la construcción. Pero los reguladores "no tomaron medidas contundentes para que esto se corrigiese", según una revisión posterior al hundimiento. El banco cayó a finales de enero.

En el County Bank de California, un posible barril de dinamita de préstamos para la construcción y la adquisición de terrenos garantizaba una acción "temprana, directa y contundente" por parte del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, según una revisión sobre la entidad en quiebra, que se hundió a comienzos de febrero.

Los reguladores han empezado a actuar basándose en las lecciones aprendidas. Daniel K. Tarullo, el gobernador de la Reserva Federal que supervisa el control bancario, ha propuesto recientemente imponer nuevas normas que exigirían que los bancos aumentasen su capital en caso de que superasen determinados umbrales financieros en asuntos como el retraso en la devolución de los préstamos o su impago.

Pero los ejecutivos bancarios y algunos reguladores temen que, tras el largo periodo de supervisión poco estricta de la que se hacen eco los informes, los reguladores castiguen con demasiada severidad. El reto, afirman estas fuentes, es lograr un equilibrio entre una supervisión rigurosa y una regulación opresiva. La mano dura podría disuadir a los bancos de prestar dinero.

"Ahora mismo, los banqueros no necesitan que se les diga que éste es un mundo peligroso", dice William M. Isaac, ex presidente de la Corporación Federal de Garantías de Depósitos y ahora consultor de regulación. "Lo que necesitan ahora mismo es que se les diga que habrá un mañana".

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