Innovar por orden del Rey
Cotec denuncia que sin competitividad no habrá nuevo modelo productivo
No podemos esperar que el nuevo modelo productivo caiga del cielo. O despertar una mañana y que se nos haya encendido una bombilla, que será por supuesto de bajo consumo. ¿Cómo lo hacemos? España es poco competitiva y parece que de poco sirve para su tejido empresarial que la Unión Europea subvencione la investigación en nanotubos, cuando ninguna de nuestras compañías sabría qué hacer con ellos.
Por ello, Cotec, una organización empresarial para promover la innovación, bajo el patronato del rey Juan Carlos I, ha reclamado esta semana en Madrid, en su V encuentro, que se regule un programa de ayudas específicas para las realidades del sur de Europa. Los jefes de Estado de Italia, España y Portugal, donde está implantada Cotec, consideran que el Programa Marco de la UE no se ajusta a los requisitos de la realidad sureña.
Sólo hay en el país unas 12.000 firmas que sean realmente competitivas
"Las condiciones de las ayudas de la Comisión Europea funcionan muy bien para países con empresas de alto valor tecnológico, pero son poco compatibles con las de nuestros tres países", dice Juan Mulet, director general de Cotec, y resalta el carácter primordialmente científico del Programa Marco.
Existe otro modelo "más centrado en la innovación en la empresa", explica Mulet, llamado Programa para la Competitividad e Innovación (CIP, en sus siglas en inglés). "Pero se creó con poco dinero, está desestructurado y no se puede hacer gran cosa con él", se queja. Cotec pidió a Bruselas un aumento de sus fondos y una mejor organización.
Pero España peca de falta de competitividad. La productividad española es de las más bajas de Europa. La productividad, medida como la relación del PIB por hora trabajada, es el 74% de la de Estados Unidos. La de Francia, respecto a EE UU, representa el 97%; la de Alemania, un 96%, y la del Reino Unido, un 89%.
"Nuestro principal problema es que tenemos una economía hilada por [pequeñas y medianas empresas] pymes, que tienen poco acceso al conocimiento", explica Juan Mulet. Las pymes en España aglutinan el 82,2% del empleo total. La media de la Unión Europea se sitúa en el 73,3% y la de Estados Unidos en el 50%. Esta dependencia sólo es, curiosamente, superada por Portugal (86,%) e Italia (86,1%).
La escasa importancia de la innovación en las economías sureuropeas tiene su reflejo en el gasto en investigación y desarrollo (I+D). Mientras que el producto interior bruto (PIB) conjunto de Italia, España y Portugal representa el 23% de la Europa de los 27, el porcentaje se adelgaza tristemente al 14% cuando se habla del esfuerzo en I+D.
¿Cuál es la solución? Mulet lo tiene claro: fomentar las fusiones entre las pymes, nacional e internacionalmente. "Hay demasiadas", explica, y no pueden competir internacionalmente con las compañías de los países nórdicos.
La sociedad española está además centrada en sectores de bajo valor añadido, lo que se traduce en poca productividad. Menos del 1% del PIB nacional se sitúa en el ramo de la alta tecnología, tres veces menos que en los países vecinos. En la situación de sectores de tecnología media-alta, que engloba la química, la automoción o la maquinaria, la cifra sólo sube hasta el 4%, la mitad aproximadamente de lo que se consigue en la Unión Europea.
Para Mulet, la crisis del modelo productivo viene dada por la poca relevancia otorgada a la formación en España. "Es un pez que se muerde la cola", cuenta. Las empresas, fundamentadas en sectores de bajo valor productivo, no se han esforzado en formar a sus empleados, por lo que el grueso del mercado laboral no ha contribuido a aumentar el valor de la productividad empresarial.
Un estudio del grupo Garben publicado esta semana indica que sólo el 12% de las compañías españolas utiliza las bonificaciones del Estado para formación de sus trabajadores. La cifra entre las pymes es todavía más desoladora: sólo el 8% recurre a las ayudas.
Pero no todo son puñaladas a los empresarios. Cotec calcula que en los últimos 10 años la innovación se ha instalado tímidamente en España y hay unas 12.000 empresas que basan su actividad en la tecnología y la innovación, es decir: son competitivas. "Su problema es que son pequeñas y están poco consolidadas en un mercado muy variable", dice Mulet. Pero entonces viene la crisis y empiezan a aflorar las dificultades de circulante. "Y recurren a los bancos. Y éstos les dicen: reduzca personal", denuncia. "Y volvemos a estar como al principio. Es muy fácil volver atrás, y muy difícil recuperar lo perdido".
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