Papandreu acepta adelantar el referéndum
Merkel y Sarkozy retienen 8.000 millones de las ayudas ya aprobadas "hasta que no haya una decisión positiva" en la consulta, que se celebrará el 4 de diciembre
El primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, envidó el lunes con la convocatoria de un referéndum sobre el segundo plan de ayuda a su país, pactado hace una semana. Con la jugada, que cogió desprevenido a todo el mundo, el líder griego pretendía lograr mejores cartas en la negociación con los socios europeos y con su propio Parlamento. Pero la partida se le puso ayer muy fea. Tras el desconcierto inicial, la UE y el FMI intentaron retomar el timón con nuevas condiciones. Si hay referéndum, cuanto antes. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller, Angela Merkel, urgieron al primer ministro griego. Papandreu cedió, se celebrará "posiblemente" el 4 de diciembre. Y, sea cual sea la redacción de la consulta, la cuestión de fondo solo puede ser una: si Grecia quiere seguir, o no, en la zona euro.
"Si no se cumple lo acordado por unanimidad [en la cumbre] el pasado 27 de octubre, la UE y el FMI no soltarán un céntimo más", advirtió Sarkozy tras la reunión.
Para el Gobierno griego, no es cuestionable su participación en la zona euro. Lo que sí ha agrietado las costuras del Ejecutivo es la conveniencia o no del referéndum. El ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, se ha pronunciado hoy en contra de la consulta, aunque hasta este momento parecía respaldarla. Según ha declarado a Reuters una fuente de su departamento, el ministro no pondría objeciones si ya estuvieran zanjados los flecos del plan de rescate, pero en estos momentos "es justamente lo que el país no necesita". En cualquier caso, Venizelos, a quien el anuncio de la consulta pilló en un hospital por un problema estomacal, sí defiende la permanencia de Grecia en el euro. "La posición de Grecia en la eurozona es una conquista histórica del país que no puede ser puesta en duda. Este logro del pueblo griego no puede depender de un referéndum", ha señalado a través de un comunicado hecho público a primera hora de esta mañana. También el ministro de Desarrollo, Michalis Chryssohoïdis, se opone a la consulta y pide al parlamento que dé su aprobación al plan de rescate.
En su respuesta al órdago de Papandreu, los líderes europeos usaron una carta marcada. Hace dos semanas, los ministros de Economía de la UE aprobaron liberar, junto al FMI, el pago de 8.000 millones de euros correspondientes al sexto tramo del crédito establecido en el primer plan de rescate. Tras varias dilaciones, la delegación técnica de la troika (completada por el Banco Central Europeo) había dado el visto bueno a los nuevos ajustes comprometidos por Atenas. Pero el pago no se ha hecho efectivo aún. Y, pese a estar aprobado, se retendrá para elevar la presión sobre el Gobierno griego, agobiado por la falta de liquidez.
La amenaza cogió cuerpo en la reunión urgente convocada por Sarkozy y Merkel en la antesala de la cumbre del G-20, que comienza hoy en Cannes (Francia). Los líderes del eje francoalemán, escoltados por los máximos dirigentes de la Comisión Europea y el FMI, citaron a Papandreu para pedirle explicaciones. Y también, para hacer valer su posición de fuerza.
"Si no se cumple lo acordado por unanimidad [en la cumbre europea] el pasado 27 de octubre, la UE y el FMI no soltarán un céntimo más", advirtió Sarkozy tras la reunión. "Es legítimo consultar a los ciudadanos, pero que sea cuanto antes para reducir la incertidumbre", insistió.
"Ha habido una decisión unilateral que nos ha puesto en otra situación", afeó Merkel a Papandreu. "No habrá un desembolso del sexto tramo del crédito hasta que no haya una decisión positiva en el referéndum que despeje todas las dudas", aclaró la canciller. "Necesitamos un euro fuerte, con o sin Grecia", advirtió con dureza.
A dos voces, Merkel y Sarkozy enfatizaron que "lo que deben decidir los ciudadanos griegos es si quieren seguir, o no, en la zona euro".
Papandreu confía en el sí de los griegos
La presión surtió efecto. A continuación de la conferencia de prensa de Merkel y Sarkozy, compareció Papandreu, de pie, ante un puñado de periodistas. No fue el único gesto medido en una guerra de nervios. Antes, a la entrada, el presidente francés evitó recibir en la alfombra roja, ante los fotógrafos, al dirigente griego. "Estamos dispuestos a convocar el referéndum en cuanto sea posible, probablemente el próximo 4 de diciembre", adelantó Papandreu. Más aún, se alineó con los líderes europeos al asumir que en la consulta, más allá de las condiciones del segundo rescate, se dirime "si los ciudadanos griegos quieren seguir en la zona euro".
Papandreu, que se mostró convencido de lograr el respaldo de los ciudadanos, justificó su decisión. "El nuevo programa de rescate obligará a muchos sacrificios, y hacía falta consenso para asumirlos. Lo he intentado muchas veces, pero no he logrado ese consenso en el Parlamento. Estoy convencido de que hay un amplio consenso entre los griegos", afirmó.
El primer ministro griego ni tan siquiera mostró enfado con la maniobra de la UE para torcerle el brazo. "El referéndum puede celebrarse antes de que necesitemos el dinero del sexto tramo de crédito para pagar salarios y pensiones", agregó. El ultimátum a Grecia tiene fecha de caducidad: según recordó Financial Times, el Gobierno griego debe afrontar el vencimiento de 12.000 millones en bonos el próximo 11 de diciembre, algo que no podrá hacer sin la asistencia de la UE y el FMI.
Los dirigentes europeos y los mercados coinciden en su valoración sobre el envite de Papandreu: su apuesta por ganar legitimidad interna ha disparado las dudas sobre el acuerdo ?ampliación del fondo de rescates, recapitalización de la banca, quita a la deuda griega y segundo plan de rescate? que urdió la UE para contener la crisis financiera. Y un eventual rechazo en el referéndum acercaría a Grecia a la quiebra, haría muy difícil su permanencia en la zona euro y extendería la crisis. Así que Sarkozy hizo un llamamiento "a la mayoría parlamentaria, pero también a la oposición griega para forjar un consenso" sobre la base del cumplimiento de los ajustes pactados.
Ante un escenario diabólico, los líderes europeos se encomendaron a la máxima atribuida al canciller alemán Otto von Bismarck, la política como el arte de lo posible. Y no dudaron en abusar del mensaje del miedo durante toda la jornada, aún a riesgo de que la presión pueda interpretarse como chantaje entre la ciudadanía griega, de que las amenazas, como un bumerán, acaben por debilitar definitivamente las opciones de un resultado positivo en la consulta. "Si hay referéndum, esto tiene que quedar claro: se elige entre una solidaridad europea que se ofrece a cambio de esfuerzos y la quiebra de un país", advirtió el primer ministro francés, François Fillon. "Las consecuencias de un rechazo al rescate serían imprevisibles y dolorosas", abundó el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso.
A falta de que la moción de confianza que afronta mañana el Gobierno griego diga otra cosa, asumen que el referéndum como inevitable. Tras progresar en su nuevo objetivo, atar condiciones y plazos de la consulta, anunciaron que se acelerarán también algunos de los acuerdos alcanzados en la cumbre: los ministros de Finanzas francés, François Baroin, y alemán, Wolfgang Schäuble, discutirán hoy con el comisario de Economía, Olli Rehn, cómo reforzar el fondo de rescates de forma urgente, un debate que tendrá continuación el próximo lunes en una reunión de ministros de la zona euro. Es un gesto llamado a aplacar a los mercados. Y al resto de países del G-20, inquietos por la debilidad institucional europea cuando otra recesión llama a la puerta.
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