Zapatero anuncia un gran plan de recuperación basado en la inversión
El presidente defiende la necesidad de estimular el consumo - Brasil aboga por constituir un G-22 con España y una potencia emergente
José Luis Rodríguez Zapatero anunció ayer, al término de la cumbre financiera mundial celebrada en Washington, un plan de reactivación económica, basado en la inversión pública, que presentará el próximo día 27 en el Congreso y llevará al Consejo Europeo de diciembre, para coordinarlo con los de los demás países de la UE. El jefe del Gobierno español salió satisfecho de su primera reunión de este nivel, aunque se mostró cauto sobre su participación en la próxima cumbre de este tipo, que se celebrará antes de final de abril en Londres. "Yo siempre me fío del señor Sarkozy", respondió, cuando se le preguntó por las declaraciones del jefe del Estado francés, que dio por sentada la continuidad de España en las cumbres del G-20.
"Lo que me importa de haber asistido a esta cumbre es que se ha reconocido el papel de España", subrayó José Luis Rodríguez Zapatero, respecto de la posible participación española en próximo encuentro.
En su intervención ante los líderes mundiales, a puerta cerrada y por unos 10 minutos, Zapatero abogó por "una acción coordinada de los Estados para reactivar la economía mediante el instrumento de las políticas fiscales". Aunque Zapatero no descartó expresamente rebajas de impuestos, aclaró en la posterior rueda de prensa que aludía a la necesidad de apoyar con inversiones públicas a la economía productiva, especialmente en ámbitos como la investigación y el desarrollo, la innovación, las infraestructuras o la energía.
"Se trata de que el sector público lidere en este momento y con carácter coyuntural la acción económica", explicó. Tras poner el ejemplo de China, que destinará medio billón de euros a inversiones públicas, insistió en que "el incremento de la inversión pública es el instrumento más sólido para combatir una situación de estancamiento o recesión económica".
Hasta ahora, el vicepresidente y ministro de Economía Pedro Solbes, que ayer se sentó a la derecha de Zapatero en el salón del Museo Nacional de Arquitectura y a quien éste encomendó que mantenga un "diálogo continuado" con las entidades financieras para asegurar la concesión de créditos, se había resistido tanto a nuevas rebajas fiscales como al aumento del gasto público, por su incidencia en el déficit, que este año rondará el 1,5% del PIB.
Pero, como explicó ayer Zapatero, "la crisis de los mercados se ha transformado en una crisis económica global que afecta a las necesidades reales de los ciudadanos", ante la cual los Estados no pueden cruzarse de brazos.
Subrayó la necesidad de coordinar los planes nacionales, especialmente en el marco de la UE, "pues se ha demostrado que las medidas país a país tienen escasa eficacia", y recordó que la Comisión Europea presentará el próximo día 26 de noviembre un plan de reactivación de la economía continental.
Aunque desde las filas del PSOE se había anunciado que daría la batalla ideológica a los postulados neoliberales, el presidente tuvo interés en subrayar que el Estado "no debe coartar la libertad económica" y que su responsabilidad es "poner orden en los mercados financieros, no sustituirlos". Rechazó la adopción de medidas proteccionistas, que a su juicio constituirían un "gravísimo error"; abogó por poner límites a los paraísos fiscales, e incluso por su eliminación; y defendió la necesidad de regular las "astronómicas retribuciones" y "beneficios injustificados" que han proliferado entre los ejecutivos del sector financiero en los últimos años.
En esa línea, se mostró partidario de implantar un "código de derechos" de los usuarios de las entidades financieras, ante la opacidad de muchos de sus productos. Zapatero aprovechó su intervención en la cena del viernes, en la Casa Blanca, para presumir del eficaz funcionamiento del sistema español de supervisión bancaria, aunque eludió proponer la extensión de la fórmula de las provisiones anticíclicas, clave de su éxito.
Respecto a las instituciones financieras, abogó por reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), para que reflejen el peso real de cada país en la economía mundial (en la actualidad están controladas por EE UU) y cuenten con recursos suficientes para apoyar a los países en dificultades. En cambio, atribuyó la coordinación de los planes de reactivación económica a la presidencia del G-20, el club bajo cuyo paraguas se convocó la cumbre de Washington y al que no pertenece España.
Al menos, todavía, pues el jefe de la diplomacia brasileña, Celso Amorim, propuso que el G-20 se convierta en el G-22, con la incorporación de España y alguna otra economía emergente. Brasil, que ocupa este año la presidencia rotativa del G-20, será sustituida en enero por el Reino Unido,zar la cumbre financiera que dé continuidad a la celebrada ayer.
Un primer paso
Zapatero agradeció a Brasil su invitación, pero evitó echar las campanas al vuelo. "Hemos dado un primer paso muy importante y seguiremos haciendo las cosas bien para consolidar nuestra posición", afirmó. Sobre la participación de expertos españoles en los grupos de trabajo que deben abordar aspectos específicos de la reforma financiera, señaló que España "está a disposición" de la troika del G-20 (integrada por Brasil, Reino Unido y Corea del Sur), a la que se ha encomendado su coordinación.
De todos los líderes reunidos en Washington, Zapatero fue seguramente uno de los más optimistas. Aseguró que las perspectivas de recuperación económica son "hoy mejoreseconómica son "hoy mejores que hace una semana" y que la foto de familia de la cumbre se recordará como la de "el día que las cosas empezaron a cambiar". El único cambio seguro es que en la próxima foto ya no estará Bush, a quien agradeció su "actitud de cortesía" pese a las "diferencias" que ha habido entre ambos.
Sin bandera española
La ausencia de la bandera española en Washington levantó suspicacias. Fuentes de La Moncloa se apresuraron a explicar que, debido a la presencia del viceprimer ministro checo en la delegación española y del ministro de Finanzas holandés en la francesa (el jefe de Gobierno de Holanda, Jan Peter Balkenende, no pudo asistir por la muerte de su padre) ambos países acordaron renunciar a sus enseñas nacionales y comparecer bajo la común de la UE. En realidad, España nunca tuvo el derecho a asistir con su propia bandera, al no formar parte del G-20.
Como a los demás mandatarios, Bush recibió a Zapatero, tanto el viernes por la noche en la puerta de la Casa Blanca como ayer por la mañana al inicio de la cumbre, con una sonrisa y un apretón de manos. Ayer incluso le obsequió con un "encantao" en español. No hay constancia de que su huésped articulase palabra. El protocolo quiso que, en la foto de familia, Zapatero se situase justo detrás de Bush.
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