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La UE y Centroamérica regatean

El segundo encuentro de las dos regiones fija 2009 como plazo para lograr un acuerdo de asociación y establecen plazos de desgravación arancelaria

La Unión Europea (UE) lanzó un plazo máximo de desgravación arancelaria a productos centroamericanos; Centroamérica propuso el doble. Los europeos accedieron a subir el lapso, aunque no tanto; los centroamericanos se lo pensaron y accedieron esperanzados a que se pueda proteger productos delicados, como los lácteos. Europa no está muy segura de eso, pero aún no ha lanzado su carta; otras ideas se cuecen veladas al lado opuesto del Atlántico. Y así, con regateos en toda la regla, las dos regiones se convirtieron oficialmente en negociadores la semana pasada.

La segunda ronda de negociación sobre un acuerdo de asociación entre la UE de los 27 y una Centroamérica de cinco se convirtió, como se preveía, en el primer combate de verdadero tira y afloja, con menos diplomacia que en encuentros anteriores y un mayor nivel de concreción, en especial en el pilar que mayor interés cobra para el istmo: un acuerdo de libre comercio. El encuentro realizado en Bruselas dejó casi definido el esquema bajo el cual ambos bloques presentarán en dos semanas sus propuestas de productos negociables. Pero, sobre todo, ahora está claro el horizonte de tiempo que envía a los centroamericanos señales de que la negociación va en serio: el proceso debe terminar en el año 2009, ha dicho João Aguiar Machado, portavoz del equipo europeo.

Las conversaciones hacia el primer acuerdo de asociación que suscribe la UE con otra región dieron, ahora sí, un paso en serio y sacan ventaja sobre la posibilidad de tratados similares en América con una región andina dividida en sus entrañas y un Mercosur plantado contra los altos subsidios agrícolas europeos. El mercado de 400 millones de personas sin obstáculos arancelarios ha pasado ya al plano de lo posible para los exportadores de Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá, que participa de las negociaciones en calidad de observador, con la idea de incorporarse a medida que se acopla al sistema de integración económica del istmo. Su afán es ampliar y establecer como permanentes los beneficios que reciben por el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP plus).

La UE ha repetido en Bruselas sus pretensiones: una superficie de unos 510.000 kilómetros cuadrados, semejante a España, por donde los bienes, los servicios y las inversiones europeas puedan transitar con seguridad y sin obstáculos, con la posibilidad de aprovechar el entramado de tratados de libre comercio (TLC) que la región aplica con economías de todo el continente, incluido Estados Unidos. Quiere también exportar su modelo de integración y lograr la unión imposible, quiere una entidad jurídica que resuelva posibles conflictos y quiere que todos los países centroamericanos ratifiquen el estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI). Nada de esto es seguro en una región que arrastra celos y desajustes.

Los centroamericanos coinciden en que los europeos exigen demasiado, pero saben que están negociando y por eso más bien repiten frases como "necesitamos de vuelta la Europa activa que tuvimos durante las guerras de los años 80" o "Europa es el balance que requerimos" frente a la aplastante influencia de Washington sobre un territorio de 40 millones de habitantes. Están negociando y las lisonjas juegan, como juegan también los anuncios ambiciosos en el regateo, que va en aumento. "Lo interesante está por venir", dijo a la prensa el portavoz centroamericano, el embajador costarricense Roberto Echandi.

Además del plazo de 2009, las partes acordaron crear cinco "canastas" de productos con tiempos diferentes de desgravación que van desde cero a 10 años, el lapso máximo que la UE aceptó tras proponer sólo siete y escuchar a los centroamericanos pidiendo 15. El istmo aún no renuncia a una "canasta" para echar ahí los productos que causan escozor en sus economías, como los derivados de la leche y algunas hortalizas, con la intención de protegerse de eventuales exportaciones subsidiadas desde Europa, que parece renuente a esa salvaguarda. Este dilema deja "un sabor agridulce" de la ronda en Bruselas, según el diario salvadoreño La Prensa Gráfica.

En dos semanas, las partes intercambiarán sus ofertas de productos negociables; en abril, empezarán a hablar de ellos en la tercera ronda, en San Salvador, y en mayo los jefes de Estado se reunirán en Perú en la Cumbre UE-América Latina y el Caribe, donde harán una evaluación y previsiblemente respaldarán el proceso que apenas ha comenzado. Europa es el destino del 12% de las exportaciones de Centroamérica, que recibe sólo el 0,4% de las ventas europeas. Los otros ejes del acuerdo de asociación, el político y el de cooperación, son menos escabrosos, pero tampoco están exentos de dilemas, como el reconocimiento de la CPI y el respaldo europeo a propuestas de fondos crediticios que enfrentan a los propios centroamericanos.

El acercamiento con la UE tiene una aceptable acogida entre la opinión pública centroamericana, incluidos los grupos civiles que con fuerza han criticado el TLC de la región con Estados Unidos. Sólo algunos colectivos cuestionan el interés de los europeos en sectores delicados, al tiempo que reclaman mayores espacios en el proceso para que el resultado no sea sólo un TLC disfrazado con el eufemismo de acuerdo de asociación.

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