"No me volverán a ver más en París"
Viéndole en chanclas, con el maillot verde de protocolo, tan grande que parece el hábito de un payaso, es difícil pensar que Óscar Freire se toma en serio el ciclismo o incluso que está orgulloso de ser el primer español que gana el maillot verde de la regularidad en el Tour. "La verdad es que ni sabía que ningún español lo había conseguido antes", dice Freire, de 31 años, triple campeón del mundo de fondo en carretera y doble ganador de la Milán-San Remo, un ciclista obligado a llevar la contraria a la tradición desde sus comienzos. "Después de esto, no volveré más a París. No creo que vuelva a terminar un Tour", dice.
Pregunta. ¿Cómo se siente siendo el primer español que llega vestido de verde a París?
"El único que me echó una mano fue Flecha. No me dan confianza en el equipo"
"He ganado muchas carreras que ningún corredor español ha ganado"
"Cuantos más 'sprinters', más fácil para mí porque no hay nadie que controle"
Especial del Tour de Francia |
Respuesta. Sabía que este maillot lo podía ganar desde hacía tiempo. Lo que pasa es que siempre he tenido muy mala suerte con las lesiones. Sabía que, respecto a los rivales, tenía la ventaja de que podía pasar etapas que ellos no podían aguantar y coger los puntos. Además, se puede decir que, prácticamente, el único que me ha echado una mano ha sido Flecha. Primero, no te dan confianza en el equipo. Y segundo, no es nada fácil porque en el caso de Hushovd, si se mete en una escapada, se puede ir, pero, si me meto yo, los equipos de los sprinters tiran y la echan abajo. Eso es una desventaja muy grande.
P. Y también parece que le falta motivación para ir recolectando puntos. Antes sólo sprintaba para ganar, no para buscar puestos.
R. Sí, el problema es que no me dan esa confianza. Yo sé que, si me apoyan desde el principio y tengo que ir a por este objetivo, lo tengo mucho más fácil que los demás. En la Vuelta a Suiza también ganaba la regularidad y no salí en la última etapa siendo una de las carreras más importantes. Sabía que en el Tour no estaba bien, aunque la regularidad no dice que vas a ganar, pero indica que estás siempre delante.
P. No hay motivación porque quizás en España no se valora ganar la regularidad en el Tour.
R. También influye la importancia que se le da a los que pueden ganar, como Valverde, que siempre puede ganar el Tour. Pero hay corredores que lo han ganado y tienen menos publicidad. En mi caso, el hecho de estar en un equipo extranjero hace que pase un poco más inadvertido. Si hubiera estado en un equipo español, habría sido diferente. El hecho de que Sastre haya ganado el Tour me roba, como es lógico, protagonismo. Creo que en un futuro ganar el maillot verde será más importante de lo que es ahora.
P. ¿Cree que es una situación parecida a cuando ganó la Milán-San Remo?
R. He ganado muchas carreras que ningún corredor español ha ganado. Varios periodistas españoles especializados en ciclismo me han llamado para preguntarme cuál era la última carrera que había corrido. Eso indica que tampoco es que se enteren mucho. Ha habido periodistas que, tras haber ganado una carrera del prestigio de la París-Tours, me han llamado al cabo de dos semanas preguntándome cuál fue la última carrera que corrí.
P. Refleja de alguna manera el mal español: ganó el Mundial cuando nadie lo esperaba y, en vez de quedarse en un equipo español, tuvo que emigrar.
R. Pienso que nunca me he equivocado en la elección de los equipos. Muchas veces no lo han valorado como es debido. Pero yo he seguido mi camino desde el principio y no me arrepiento de nada. Al contrario, estoy muy orgulloso de lo que he conseguido.
P. Recuerda a algunos golfistas, como Severiano Ballesteros, que eran más queridos en GranBretaña que en España. Si fuera belga, sería un mito en Bélgica.
R. Un deportista al que siempre había valorado yo mucho era Nadal. A Nadal se le ha empezado a valorar no hace mucho. A nivel mundial, le conocen más que a cualquier otro deportista español en toda España. Sin embargo, en España no se le ha dado esa importancia hasta relativamente hace poco.
P. Si hubiera estado en un equipo español, ¿cree que habría tenido la oportunidad de luchar por el maillot verde?
R. Creo que sí porque también es interesante salir todos los días en televisión. El problema ha sido más bien el valorar al corredor. Está claro que a todo el mundo le gusta ganar etapas en cualquier carrera. De todas maneras, no me volverán a ver más en París porque, aunque me motiva tener este maillot, una vez que lo consigues, es misión cumplida.
P. Cuando ve a un corredor tan joven y fuerte como Cavendish, que ha ganado cuatro etapas en este Tour, ¿piensa que se está haciendo ya viejo?
R. No. He corrido más carreras con él y, por ejemplo, en la Gante-Veweglem estaba en el grupo y no llegó bien. Y yo gané. Aquí, en el Tour, han sido sprints diferentes. En las etapas que ha ganado, todos hemos ido muy despacio y los sprints eran con vientos de culo y todos a su favor. Aparte de eso, tiene mucha experiencia, sabe cómo colocarse, sabe cómo sprintar y tiene un equipo muy fuerte. Eso es una ventaja.
P. En el caso de que hubiera estado mejor, ¿habrían estado más igualados los sprints?
R. No he estado muy bien. Pero tener un equipo a tu disposición lo cambia todo. Es muy fácil decir: "No, es que se defiende sólo". Es mucho más fácil defenderse con un equipo. En el último sprint que ganó Cavendish, tuve que hacer cuatro sprints antes de disputar la llegada.
P. ¿Cambiaría mucho el Tour si hubieran estado Boonen o los Quick Step en la lucha?
R. No habría cambiado mucho. Cuantos más sprinters y más equipos, es más fácil para mí porque no hay nadie que controle y todos se tienen que ir desgastando. Para mí, lo más difícil es cuando llegaba Petacchi con el equipo y todos los días tenías que estar peleándote para coger su rueda y él te llevaba hasta 150 metros de la meta. Eso es lo más difícil, ganar allí. Sin embargo, cuando hay mucha gente, como en la Tirreno-Adriático, donde cada uno se tiene que buscar la posición, para mí es un poco más fácil.
P. Aunque no haya ganado tantas carreras por no tener un equipo a su disposición, ¿no se ha sentido más libre en vez de tener la responsabilidad de ir a una carrera, como la Vuelta a Andalucía, y estar obligado a ganar tres etapas para justificar al equipo?
R. Sí, tienes menos responsabilidad. Pero, cuando acaba el año, el equipo te pregunta cuántas carreras has ganado, qué carreras y qué tipo de carreras. Recuerdo que en el tercer año en el Rabobank me dijeron: "Este año, muy mal". Y dije: "Pues he ganado siete carreras". Y me contestaron: "Ya, pero es que no has ganado ninguna de nivel". Entonces, uno piensa que no cuenta el trabajo que han hecho para ti ni la situación en la que estás ni nada. En este Tour va a contar que he ganado una etapa. Da igual que hayan hecho trabajo o que no lo hayan hecho.
P. ¿Ha cambiado mucho el sprint desde su llegada en 1999?
R. Lo que veo es que hay gente que se arriesga mucho. Se caen muchas veces y cada vez los nuevos corredores que llegan se arriesgan mucho más. Además, hay más igualdad. Se cree que todo el mundo puede ganar. Hay corredores que son sprinters y que en una etapa de montaña se meten allí delante creyendo que pueden ganar la etapa. Y, al contrario, otros, como el escalador colombiano que se cayó el primer día, que iba siempre entre los diez primeros. Hay gente que no sabe manejarse en esos lugares y se caen y hacen que se caigan otros.
P. ¿Con quién se lleva mejor?
R. No me llevo mal con ninguno. Más o menos, puedes tener una idea muy profunda de cada uno, pero tampoco muy exacta.
P. En los Juegos de Sidney se equivocó con el cálculo de las vueltas del circuito cuando creía que quedaba una más y en Atenas se cayó. ¿Qué se puede esperar en Pekín?
R. En Sidney fue una experiencia muy buena. Estaba muy bien de forma y fue una pena lo de la confusión con las vueltas. Sin embargo, en Atenas fue todo lo contrario. Una malísima experiencia porque nada más salir me caí, con 40 grados de temperatura... Pero creo que sólo el acudir a los Juegos ya es un éxito.
P. ¿Llegará en Varese su cuarto Mundial?
R. El circuito, que está muy cerca de mi casa, se adapta a mis condiciones y espero estar allí delante. Quiero prepararme al máximo, aunque sé que estando fuerte es cuando tengo más presión, como en el Mundial que gané en Verona en 2004, cuando andaba muchísimo y me decía que no podía perderlo. Ha sido la vez que más fuerte me he sentido sobre una bicicleta.
P. ¿Cree que hay gente que está reinventando la manera de subir, de sprintar...?
R. Sí, pero la gente está muy cansada. En los últimos días del Tour, el CSC pensaba que llevaría al pelotón al límite y, después de ponerse a tirar como fieras, han empezado a reventar y han empezado a ir justitos hasta que dejaban la escapada. Hay gente que, cuando ve que va bien, le gusta hacer sufrir a los demás. Cuando pasábamos por los pueblos en las últimas etapas, los que iban tirando aceleraban a tope para que los de atrás sufrieran. El primero que entra en una rotonda lo hace a 40 y algo y a la salida se pone a 50. Así que el de atrás se tiene que poner a 70.
P. ¡Qué poca solidaridad!
R. Siempre es así. Llega una curva de 180 grados y salen a tope para castigar a los últimos. En los túneles sucede lo mismo. También aceleran los de delante. La gente, por la tele, no se da cuenta de lo que es esto.
P. ¿Ha jugado al golf?
R. Una vez, cuando estábamos en una concentración en Almería con Pedro Horrillo y los australianos. Nunca antes había jugado. Tiré una bola a 200 metros y salió un golpe perfecto. La dejé a un metro del hoyo. Fue el único golpe que di en todo el recorrido. Además, siempre recuerdo pasar entrenándome por Pedreña y ver jugar a Ballesteros, al que le gustaba tanto el ciclismo que hasta le veía siguiendo carreras de juveniles, tirando la bola. ¡Y cómo la tiraba! El golf es un deporte más relajado que el ciclismo.
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