El termómetro de Ferrari
Tras el baile en la normativa, la escudería debe ratificar el salto de calidad de Silverstone
La semana pasada, Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari, levantó la voz para contradecir a los tifosi de la marca de il cavallino rampante que, visto el universo que separaba a Fernando Alonso de Sebastian Vettel en la clasificación general del Mundial, ya daban el campeonato por perdido. "En Ferrari no se rinde nadie. Hay que luchar por ganar cada carrera. La situación en ambos campeonatos es muy difícil, pero no quiero ni oír hablar de ceder", quiso remarcar Montezemolo. Estas palabras debieron actuar de acicate (o amenaza) para los miembros de la Scuderia, que pocos días después, en un escenario tan significativo como Silverstone, vieron cómo Alonso cruzaba la meta antes que nadie por primera vez esta temporada.
Con el trofeo en manos del español, al presidente de la compañía le faltó tiempo para volver a ponerse en el escaparate: "Esto es Ferrari, un equipo que nunca deja de luchar, que nunca arroja la toalla". La alegría de Montezemolo es comprensible, tanto por el peso que se quitó de encima como por la imagen que dejó el 150º Italia en Gran Bretaña, donde el domingo, en manos del asturiano, fue el monoplaza más rápido durante la mayor parte del tiempo. Los nuevos alerones, el fondo plano, los escapes y las suspensiones que la estructura incorporó al bólido reaccionaron incluso mejor de lo que calculaban en el propio taller -"esperábamos una mejora pero la que obtuvimos fue muy grande. Hay que ser cautos", llegó a decir Stefano Domenicali, responsable de la escudería-, aunque el salto de calidad del prototipo deberá confirmarse en Nürburgring (Alemania), dentro de dos semanas.
Allí, la restricción en el caudal de gases que los escapes pueden expulsar hacia el difusor desaparecerá, y será entonces cuando Ferrari deberá demostrar que el rendimiento de su bólido en Silverstone no fue solo como consecuencia de la intromisión de la Federación Internacional del Automóvil para tratar de retrasar el alirón de Vettel y Red Bull. En este galimatías hay opiniones para todos los gustos, incluso dentro de un mismo equipo, como ocurre en el caso de McLaren, donde Lewis Hamilton y su jefe, Martin Whitmarsh, difieren por completo. "Nosotros perdimos mucho [con la limitación] este fin de semana, Fernando me dijo que ellos no perdieron nada, y es evidente que Red Bull tampoco", opina el piloto británico. "Creo que sería injusto decir que Ferrari ganó debido a la restricción, aunque seguro que habrá gente que lo dirá", concluyó Whitmarsh.
Alonso, por su parte, ya dijo nada más bajarse del monoplaza el domingo que la medida no había tenido ninguna incidencia en el resultado, y Domenicali se limitó a quitar trascendencia a según qué testimonios: "Todo el mundo puede decir la suya porque nadie sabe realmente de lo que está hablando. He oído que la diferencia [en función de la limitación] iba de tres décimas a un segundo. Es como jugar a los dados".
Con tantos argumentos enfrentados alguno puede quedar retratado en Nürburgring, un circuito que esta vez actuará como termómetro.
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