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Reportaje:

Un número uno al 25%

Nadal, descoordinado y presionado por sus fallos, se quedó sin opciones en Indian Wells por su servicio - Solo metió uno de cada cuatro primeros en el segundo set ante Djokovic

El asunto es tan importante como para que ocupe a Toni Nadal en mitad de un partido. Sucede mucho antes de que Rafael Nadal, su sobrino y número uno del tenis mundial, sucumba (6-4, 3-6 y 2-6) en la final de Indian Wells ante el serbio Novak Djokovic, dueño de un arranque inmaculado de la temporada (18-0) y feliz con el horrible día del español al servicio: 42% de primeros saques en el encuentro, reducidos a un pírrico 25% en la segunda manga, la consecuencia de la mala dinámica generada por un torneo en el que acabó con un escasísimo 53%.

A principios de marzo, el entrenador observa desde la banda cómo Nadal vuelve a la competición tras lesionarse en el Abierto de Australia. Mientras se va desgranando el primer punto del Bélgica-España de la Copa Davis, el técnico se comunica en inglés con un operario que presencia el partido con aire científico. Quiere saber cuántos aces lleva su sobrino. Quiere saber si lo que ven sus ojos queda confirmado por la estadística. El análisis tiene carácter definitivo desde hace años: el saque es el argumento que separa los grandes triunfos de Nadal en cemento (el Abierto de Estados Unidos 2010, con un 66% de primeros en la final, y el Abierto de Australia 2009, con un 64%) de las derrotas llegadas bajo formas sorprendentes (Indian Wells 2011, 42%) y más allá de la alcurnia de los rivales.

"Fuerza la velocidad. El movimiento fue además un poco raro", analiza Toni Nadal
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"El servicio es un tema de decisión", explica por teléfono desde Mallorca el entrenador del número uno. "Desde hace años, Rafael tiene la potencia para sacar a alta velocidad", continúa. "Eso es evidente. En el segundo saque tiene la posibilidad de forzar. Es cuestión de ser valiente. Por eso comete ahora más dobles faltas de lo normal: porque fuerza la velocidad. En Indian Wells, además, el movimiento que estuvo haciendo en el saque fue un poco raro", cierra el técnico, que mantuvo varias conversaciones telefónicas con su sobrino al respecto.

De esa rareza, descoordinación que llevaba a Nadal a golpear la pelota en su tramo descendente, falta de fluidez que se contagió al resto de su esquema como un virus, infectando su juego de fondo por la urgencia de encontrar soluciones, nacieron estadísticas preocupantes. Durante el torneo, tuvo un 53% como media de los primeros saques puestos en juego. En la final llegó a meter solo un 25% en la segunda manga. Promedió más de una doble falta. Todo eso sumó para que el número uno no esté en lo que va de curso entre los 35 mejores tenistas en porcentaje de puntos ganados con el primer saque (72%). El que estuviera luchando por el título evidencia tres cosas. Que hasta las semifinales, en las que se cruzó con el argentino Del Potro, el mallorquín no compitió con ningún adversario de peso. Que su juego de fondo es el mejor del mundo, aunque haya que forzarlo y retorcerlo, hasta perder el patrón por momentos, ante la ineficacia del saque. Y que Djokovic, lanzado, imparable como el toro que embiste el capote lleno de furia, derribó el domingo por la noche una barrera psicológica. Puesto ante Nadal, el serbio jugó gran parte del partido temblando.

"La diferencia estuvo en el saque", explicó Nadal tras el encuentro. "Perdí la coordinación. Tengo que ver el vídeo, trabajar y aprender de los errores", añadió. "Él ha sacado mejor y ha sabido mantener la regularidad con su servicio más que yo. No se puede aspirar a ganar a Djokovic con un 25% en el primer saque y eso es lo que ha pasado. Estaba cantado que se iba a aprovechar de ello. Con segundos saques, al final, te coge, no hay escapatoria", prosiguió; "quizás he estado demasiado pendiente del servicio y me he olvidado de jugar por momentos. Fue un error. Un error que no suelo cometer. Estaba preocupado porque de esa manera no iba a terminar bien el partido. Y así ha sido".

Mientras el mallorquín rumiaba sus problemas técnicos, Toni Nadal, que viaja ahora a Miami, siguiente parada del circuito, seguía reflexionando sobre el improbable cambio de poner nuevos pesos a la cabeza de la raqueta de su sobrino, sobre si más plomo en el marco podría ayudarle a aumentar la velocidad y sobre cómo lograr el objetivo que el número uno marcó en 2010: aumentar la velocidad del segundo saque.

"En eso estamos", explica el técnico, que hace un puñado de días vio en Charleroi a su sobrino sacando divinamente; "en los entrenamientos no necesitamos trabajar con radares. Trabajar sabiendo si el saque va a 92 o a 96 kilómetros por hora no es tan importante. Sabemos si el saque es bueno, si hace daño o no, si bota bien o no. No necesita una medición. En los entrenamientos trabajamos la decisión. Trabajamos que consiga ir relajado al saque".

Ese respiro previo le faltó a Nadal en Indian Wells. Miami le ofrece la oportunidad de recuperar el golpe que le dio su último gran título. Fue en el Abierto de Estados Unidos, sobre cemento y entre los rugidos del viento. Como ahora, había una gran dificultad: superar el aliento del aire en contra, que frenaba la pelota. De repente, una sorpresa. Nadal, sacando a 217 kilómetros por hora.

Rafael Nadal realiza un saque durante la final de Indian Wells, que perdió ante Novak Djokovic.
Rafael Nadal realiza un saque durante la final de Indian Wells, que perdió ante Novak Djokovic.MIKE BLAKE (REUTERS)

Exhibición a 2.650 metros en Bogotá

Cuando el ecuatoriano Nicolás Lapentti, ya ex tenista, entra en el gimnasio de su hotel colombiano, descubre las razones y los porqués del éxito. Allí, en Bogotá, sudando en su camiseta roja, se encuentra el hombre que acaba de ganar el torneo de Indian Wells, el mismo que ha pasado un viaje en avión de lo más accidentado por culpa del mal tiempo, ese al que todos señalan como el mejor del momento: Novak Djokovic.

El serbio y Rafael Nadal compartieron avión en su desplazamiento de California a Colombia, donde tenían firmada una exhibición a los 2.650 metros de altura del coliseo El Campín desde finales del año pasado.

Nada hay de casual en los protagonistas ni el escenario, una pista de cemento construida por una empresa española. Son los dos mejores del mundo. Son dos amigos -"eres el mejor de todos los tiempos", piropeó Djokovic a Nadal en la entrega de premios de Indian Wells; "gracias..., pero eso es una estupidez", le replicó, sonriente, el mallorquín-. Y se han comprometido a un viaje kilométrico entre Indian Wells y Miami porque, de lo contrario, los organizadores de los dos torneos habrían podido invocar el libro de reglas de la ATP, que mide la distancia mínima que debe haber entre una exhibición y una cita oficial del circuito, para que el mercado de esta no se vea afectado.

"Y yo", se apresuró a aclarar Djokovic, autor del mejor arranque de curso desde 1997 (18 victorias y ninguna derrota, 20-0 desde que ganó la Copa Davis), "no creo que sea invencible. Tengo una gran voluntad de victoria. Esto no se acaba aquí".

El saque de Nadal en cifras

- Rafael Nadal se quedó estancado en un 42% de primeros saques en la final de Indian Wells, perdida ante el serbio Novak Djokovic. Durante la segunda manga no superó el 25%.

- Ante el mismo rival,

en la final de uno de los torneos más importantes que ha ganado hasta ahora sobre cemento, el Abierto de Estados Unidos de 2010, las cifras fueron distintas: metió un 66% de primeros, pero arriesgando mucho más en la propuesta: llegó

a alcanzar los 212 kilómetros por hora.

- Los resultados del saque en Indian Wells tienen reflejo en las estadísticas:

el número uno del mundo

es el 36 en el porcentaje

de puntos ganados con

el primer saque (72%), ocupa la misma plaza en primeros servicios puestos en juego (61%) y la undécima

en puntos logrados cuando el juego se disputaba ya

con el segundo saque (56%).

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