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Reportaje:

La mala pata de Julián Miralles

El piloto valenciano ha vivido un calvario antes de que se le reconstruyera su pierna derecha

Oriol Puigdemont

Julián Miralles, un piloto de 125cc, vivió tal calvario en el hospital de Florencia que su evolución médica se ha seguido como si fuera un campeón de MotoGP. El valenciano, de 16 años, sufrió el 4 de junio pasado un grave accidente en los entrenamientos del Gran Premio de Italia, en Mugello, y desde entonces las múltiples fracturas apreciadas en su pierna y pie derechos han sido motivo de debate médico ante la impaciencia del lesionado. Aunque Miralles fue evacuado del circuito en helicóptero, tuvo que aguardar siete horas en urgencias antes de ser atendido por un problema de coordinación entre el personal de la Clínica del Mundial y el personal del hospital. Ya en el quirófano, los cirujanos abortaron la intervención por entender que la pérdida de riego sanguíneo en la pierna lo desaconsejaba. Hasta que su traslado a Madrid fue autorizado, Miralles soportó cuatro días de dolor, mitigado por la morfina. Y, una vez en casa, fue intervenido en el Hospital USP San José por el doctor Ángel Villamor, quien le practicó seis días después una primera cirugía para retirar el fijador colocado para su traslado desde Italia y se le trataron las incisiones realizadas para reducir el hematoma. Villamor procedió posteriormente, el día 20, a una segunda y definitiva intervención en la que se le reconstruyó el tobillo, fracturado en diez fragmentos, el maleolo del peroné y la tibia diafisaria. "Los fragmentos del tobillo se encontraban parcialmente consolidados en mala posición", afirma Villamor. "Tuvimos que romper, mediante micro motores, las uniones que se habían formado y reconstruirlos y sintetizarlos con mini placas y mini tornillos". Posteriormente, los espacios de entre los fragmentos fueron rellenados con injerto óseo de tejido. "En fracturas así, habitualmente se usan placas voluminosas que permiten a los deportistas el apoyo y el inicio de la marcha", añade. Pero el mal estado de la piel del piloto no lo hizo posible porque corría el riesgo de necrosis cutánea. Así que se reforzó la reconstrucción con un fijador externo. Reconstruido el tobillo, los médicos introdujeron un clavo endomedular en el peroné, mediante técnica percutánea y, posteriormente se le realizó una osteotomía de peroné [fractura provocada] para tener acceso a la tibia. "Volverá a correr en unos dos meses y medio, y no tendrá ninguna secuela", apostilla Villamor. "Los pilotos son gente especial que vive para correr".

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