"Para jugar al golf hay que ser humilde"
El golfista madrileño explica cómo superó su lesión de espalda y tres años de sequía de títulos
Gonzalo Fernández-Castaño (Madrid; 1980) es un golfista singular. No se hizo profesional hasta que se licenció en Administración y Dirección de Empresas, y hoy compagina su deporte con una fundación y una empresa. Ayer por la noche llegó a Japón, donde juega esta semana, desde Singapur, después de ganar su primer título en tres años. Una lesión de espalda le ha llevado a los peores momentos. Ahora ha vuelto a sentirse jugador.
Pregunta. Después de tres años y 71 torneos sin ganar ningún título, ¿ha recuperado sensaciones perdidas?
Respuesta. Sin duda. Me he quitado un gran peso de encima. Llevaba tres años sin ganar y en los últimos nueve hoyos de Singapur me costó mucho. Sentí otra vez la presión de volver a estar luchando por un título. Fue una sensación extraña porque nunca había estado en esa situación, con cuatro golpes de ventaja. Era un torneo importante, volvía de la lesión, tres años en blanco... se me juntó todo y se me hizo bola. Fue más complicado de lo esperado. La sensación fue magnífica. Lo tenía ganado, luego perdido y luego ganado otra vez. Soy muy competitivo y necesitaba volver a luchar por un título.
P. De cinco victorias en el circuito europeo, cuatro han sido en el desempate. ¿Le van las emociones fuertes?
R. Me estoy acostumbrado a ello, aunque en 2009 perdí también dos veces en un playoff. También le coges miedo. No me puedo quejar. La estadística es buena. Psicológicamente, en un desempate lo peor que te puede pasar es ser segundo. En una vuelta regular puede pasar de todo. Yo juego más tranquilo los desempates porque es un uno contra uno, una especie de match play. Es un mano a mano y siempre se controla mejor.
P. ¿En algún momento se ha dejado de sentir golfista?
R. No, eso nunca. Pero sí aparecen las dudas. Pensé si iba a volver a estar bien para jugar al golf de manera competitiva. Luego pensé cómo habría afectado la lesión a mi juego. Me planteé muchas cosas. La cabeza da muchas vueltas en esos momentos ociosos. Pero ha salido todo mejor de lo que me esperaba. En junio apenas daba pie con bola, tenía dolores musculares muy fuertes, y en noviembre he vuelto a ganar.
P. ¿Pensó en dejar el golf?
R. Han sido seis meses de mucha lucha, sacrificio y trabajo, con los fisios, haciendo pilates... He puesto toda la carne en el asador. Y sí, en esos meses piensas de todo, que me iba a tocar pasar por el quirófano, cómo me podía quedar, y si podría volver a jugar al golf. Un dolor de espalda para un golfista es un gran inconveniente. En la lesión no todo ha sido negativo. He aprendido la lección, he salido reforzado.
P. ¿Cuál era el problema físico?
R. Una degeneración discal en la zona lumbar. Llevó un tiempo en descubrirlo exactamente, de médico en médico... Al principio dábamos palos de ciego, hasta que encontramos a las personas adecuadas, y lo solucionamos con unos tratamientos de tejido conjuntivo.
P. ¿Ha necesitado ayuda psicológica?
R. No he necesitado ayuda profesional. Pero sí que he aprovechado este tiempo para mejorar otro aspecto con un psicólogo, Óscar del Río; era más un problema con el putt. El apoyo psicológico viene de la familia y los amigos. Agradezco sobre todo, no a toda la gente que me está llamando ahora, para felicitarme después de la victoria, sino a la gente que me ha llamado cuando estaba lesionado y fastidiado. Esa es a la que le importas, los amigos de verdad. Los jugadores de la vieja escuela probablemente se rían de la ayuda psicológica, pero en el golf es un factor determinante. También eso nace. Es muy difícil trabajarlo. Para jugar al golf hay que ser humilde, tener mucha templanza, ser paciente. Son virtudes que se tienen, es difícil aprenderlas, y más con un psicólogo.
P. ¿En qué ha cambiado el putt?
R. Quienes más me han ayudado han sido mis compañeros, los jugadores. Empezó ayudándome José María Olazábal, y luego Alfredo García Heredia, en el Open de la República Checa en agosto. Ahora cojo el palo como lo hace Sergio García, con el mismo estilo, y me está funcionando mucho mejor. Antes con el putt todo era más inestable, pero ahora veo la posibilidad de hacer vueltas bajo par con más facilidad. Puedo hacer ocho o nueve bajo par.
P. ¿Se siente un golfista nuevo?
R. Más que nuevo, me siento un golfista más maduro. Llega un momento personal en que consigues la estabilidad, y hay que aprovecharlo. La mejor edad para un golfista es a partir de los 30 años y yo acabo de cumplir los 31. Esta victoria y la lesión me han ayudado a crecer. Ojalá esto sea mi despegue definitivo.
P. Ha sido un fin de año de recuperaciones, Sergio García, usted... ¿Puede acabar ya la sequía española en un grande?
R. Ojalá. El que tiene más papeletas para acabar con la sequía es Sergio. Está otra vez disfrutando y ganando. Si tuviera que señalar a alguien, sería a él y a Álvaro Quirós. Yo como primer paso tengo que empezar a poder competir en los majors.
P. Tiene una fundación para fines benéficos y una empresa que se dedica al golf y al marketing, GFC Golf & Business. ¿Cómo combina su faceta de jugador con la de empresario?
R. Es compatible, siempre y cuando tengas el equipo adecuado. En GFC tenemos un equipo muy profesional que sabe lo que tiene que hacer. Cada cierto tiempo hablamos sobre los objetivos, doy mi opinión y decidimos. Puedo compatibilizar golf profesional con golf empresarial. Tal como están las cosas económicamente, estamos saliendo para adelante, no sin esfuerzo.
P. Usted se ha significado en ocasiones políticamente. ¿Qué opina de la situación política y de las próximas elecciones?
R. Yo alguna vez me he mojado, sí [durante un torneo dijo ante la cámara: "Un mensaje para Zapatero. Nos vas a dejar en pelotas a todos"]. España está en un momento de cambio. Necesitamos caras nuevas. Estamos en lo peor de la crisis. No va a ser fácil salir de ella, y necesitamos alguien que dé un poco de ilusión. Yo tras las últimas elecciones municipales me desperté al día siguiente con un poco más de ilusión. Y ojalá el 21-N me vuelva a despertar con más ganas de cambio.
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