El gol que sedujo a una nación
Maradona debuta como seleccionador en Hampden Park, el escenario en el que firmó su primera obra maestra con Argentina
Una aura de misticismo envuelve a Escocia, tierra dada a construir héroes y relatar mitos. Su clima gélido, los acantilados que escarpan sus costas y los castillos que salpican sus interminables praderas le conceden un aire enigmático que también caracteriza a sus habitantes. Gente aparentemente fría, distante incluso, pero que en el momento en que accede a un graderío y ve rodar una pelota se transforma en un volcán en erupción. Porque en Escocia, pese a que deportes como el golf, el rugby o el críquet dominen las retransmisiones, también existe una profunda devoción por el fútbol. Por eso no es extraño caminar por las grises calles de Glasgow y ver infinidad de supporters luciendo camisetas del Rangers o vestigios del macro homenaje que recibió hace dos años Jimmy Johnstone, figura legendaria del Celtic, tras su fallecimiento.
Hoy es un día histórico para el fútbol escocés. Y para Maradona. El aterrizaje de El Pelusa al frente de la selección argentina para disputar un partido amistoso ha revolucionado la ciudad, aunque también se trata de una cita muy emotiva para él. El encuentro frente a Escocia supone la culminación de uno de sus grandes sueños: sentarse en el banquillo de la albiceleste. Pero además, Hampden Park, el vetusto estadio en el que va a disputarse el choque, fue el escenario en el que Diego logró su primer gol con la camiseta de Argentina el 2 de junio de 1979. Una fecha grabada a fuego en la mente de Maradona, que con tan sólo dieciocho años consiguió que los bramidos de los enfervorizados seguidores escoceses se convirtiesen en aplausos y que jaleasen al combinado argentino tras el pitido final.
Una obra de arte
La selección suramericana, dirigida por César Luis Menotti, afrontaba el último encuentro de una gira europea que previamente la había enfrentado a Holanda, Italia e Irlanda. Los robustos defensores locales amenazaban con sus tarascadas los tobillos de un joven imberbe que llevaba el balón cosido a su bota izquierda y sorteaba rivales con una facilidad abrumadora. En el minuto setenta de partido, Maradona tomó el esférico en la banda derecha, lo orientó hacia el centro con un golpe de cadera y se internó en el área. Allí burló al último zaguero, pero la pelota se le marchó ligeramente hacia la línea de fondo. Cuando todo el mundo esperaba un centro forzado, incluido el meta Rouge, El Pelusa se sacó de la chistera un disparo que envió el balón directamente a las mallas.
Argentina venció aquel partido por 1-3. Luque, autor de los otros dos tantos contra Escocia, recuerda con emoción el partido. "El día anterior, en el hotel, le dije a Diego que me tenía que ayudar a hacer goles porque yo era un nueve pescador: siempre estaba con la cañita. Entonces lo apoyé y le dije que la íbamos a romper". Y así fue. "Jugamos un fútbol total, impresionante", cuenta el ex de River, que recuerda lo que le dijo a Maradona cuando marcó. "Nene, muy lindo lo que hiciste, pero la próxima es centro atrás". Ese día, Diego se ganó a toda una nación. Sin embargo, siete años más tarde, en 1986, el amor que le profesaban los hinchas escoceses alcanzó el delirio cuando Maradona sacó los colores a Inglaterra, toda una potencia futbolística mundial, en el campeonato del mundo celebrado en México.
Un aliado... y el rencor de Butcher
Escocia rememora de una manera especial la picardía de Maradona, que con la mano de Dios en primera instancia y una cabalgada antológica en los compases finales derribó al presuntuoso cuadro inglés. Uno de los damnificados fue Terry Butcher, testigo directo del escarnio producido por su adversario y que hoy desempeña la función de ayudante técnico del seleccionador escocés. Para Butcher, en su día un central de juego rústico, el partido de esta noche no es un envite más. El ex internacional de los pross nunca perdonará a Diego haber destruido el sueño de Inglaterra de ganar un Mundial y ha asegurado que no saludará a El Pelusa en Hampden. Maradona, que no se arruga ante nada, ni ante nadie, le ha replicado. "No me interesa darle la mano a Terry Butcher. Yo estoy bien con la gente que tengo que estar bien. No sé por qué no me quiere dar la mano. Yo le dejo que haga su vida y yo hago la mía. No me muero y duermo igual si Butcher no me da la mano".
Inmerso en su papel de técnico, Diego ha reaccionado a las palabras de El Carnicero (así se le conoce a Butcher por su apellido y su entrega sobre el campo) con su habitual rebeldía. "Yo le voy a recordar que Inglaterra venció una final contra Alemania (en 1966, cuando ganó en la prórroga el Mundial al equipo germano con un tanto fantasma) con un gol que no fue, que lo vimos todos y nadie dijo nada. La historia no se cambió. Butcher no me puede juzgar de ninguna manera". A sus 48 años, El Pelusa regresa a Glasgow. A las puertas del hotel en el que descansa Argentina, todavía hay algunos aficionados que muestran fotografías de sus goles a Inglaterra. "Gracias Diego, sos Dios", reza una de los retratos. En Escocia, territorio simbólico para él, siempre será bien recibido.
Maradona supera a Messi en el ranking de argentinos más famosos (lalistaWIP)
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