Se busca entrenador de penaltis

Cada vez que un futbolista de la supuesta mejor Liga del mundo lanza un córner raquítico, mordido, el aficionado de pro se pregunta si a ese nivel se puede golpear tan mal a la pelota. Cuando un futbolista lanza tan mal un penalti como los lanza el Athletic, el mismo aficionado de pro ya no articula palabra, simplemente masculla improperios y se rasca la coronilla buscando respuestas a la pregunta del millón: cómo un equipo de Primera División puede fallar la mitad de los penaltis que le han señalado esta temporada a su favor. Eso es desanimar a los árbitros o animar a los centrales a conceder antes un penalti que un saque de esquina.

Se supone que todo el mundo sabe matar, aunque no sea del todo cierto, y por eso al penalti se le llama la pena máxima, aunque tan poco es del todo cierto. El Athletic, tan filosófico, tan ancestral en sus principios, resulta que nos ha salido el equipo más emparentado con la tradición de los potreros argentinos, de esos que dicen que "de penal no se gana".

El fútbol tiene entrenadores, ayudantes de entrenador (algo así como consejeros áulicos, matemáticos de la estadística), preparadores físicos, directores deportivos, coordinadores del fútbol base, encargados de relacionarse con los clubes convenidos, médicos, fisios, psicólogos, entrenadores de porteros.... Debería el Athletic ir buscando un entrenador de penaltis. Está claro —los datos lo revelan— que el Athletic no sabe lanzar penaltis. Nadie tiene el temple necesario, ni la determinación, ni la seguridad, ni la ambición para lanzarlos. Hay equipos en los que los jugadores discuten por quién lanza el penalti, es decir, consideran que tienen derecho a la gloria del gol. En el Athletic se discute para no lanzarlos, para ceder la gloria a otro, porque la gloria tiene un punto marrón que les atormenta. Ayer le tocó a Gabilondo, el futbolista con mejor toque del Athletic, y le pegó mordido, blando, tontorrón. Y ahí se le fue un partido que debió ganar sin problemas. O se busca entrenador de penaltis o se cambia por saque de esquina. O se inventa el penalti córner. No estaría mal.