La anarquía del Madrid
Los jugadores creen que Mourinho no ha ejercitado al equipo para romper defensas cerradas, como la del Deportivo
El 0-0 de Riazor recordó a los jugadores del Madrid algo que se temen cada vez que salen de Chamartín: que el equipo está condenado a encontrar dificultades serias por débil que sea el adversario. Que con Mourinho, que ha dedicado los entrenamientos a ejercitar la defensa y los contragolpes, el Madrid está abocado a sufrir cada vez que los rivales le nieguen los espacios. Cuando el equipo recupera la pelota no tiene más plan para su administración que dársela a Cristiano o a Di María. Y a veces no basta.
Hubo futbolistas que lo advirtieron en el verano. Pasaban los días en los campos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y los jugadores del Madrid esperaban un entrenamiento dedicado al ataque estático. Lo esperaban porque su nuevo entrenador tenía fama de ser el más científico, el más innovador, del planeta. Lo esperaban porque pertenecían a un equipo español cuya historia exigía tener la pelota. Y, sobre todo, porque en muchos de los partidos de la temporada necesitarían desarrollar automatismos para enfrentarse a rivales que se cerrarían atrás. Los jugadores esperaron en vano. Durante la pretemporada, Mourinho los adiestró principalmente para defenderse en bloque ahogando a los contrarios. Además, ejercitó algunas progresiones, ejercicios de apertura a la banda, centro y remate. El abc del entrenamiento, reforzado con sesiones dedicadas a perfeccionar las transiciones rápidas. Pero no dedicó ni una mañana a proporcionar a sus jugadores mecanismos para romper defensas parapetadas en su área. No prestó atención al tipo de labor que caracteriza a equipos como el Villarreal, el Arsenal, el Barça o el Borussia Dortmund, por no hablar de la selección española. Y sigue sin hacerlo.
El grupo trabaja la defensa en bloque y los contragolpes, pero no el ataque estático
Los futbolistas dicen que falta movilidad y que los desmarques no son los adecuados
Mourinho no ha celebrado ni un solo entrenamiento con toda la plantilla sin encerrarse. Hasta los familiares de los futbolistas deben pedirle permiso a él para ver trabajar al equipo. El secretismo contrasta con la falta de contenido. Lo más que hizo Mourinho en sus sesiones de verano fue animar los partidillos de ocho contra ocho, o de seis contra seis en campo reducido. "¡Espectáculo!", gritaba, mientras pedía a sus jugadores que jugaran a un toque. Los futbolistas admiten que su mensaje es muy esclarecedor a la hora de ajustar la defensa, pero en otros aspectos no descubren nada nuevo. Tal vez por eso la plantilla se quedó perpleja en el vestuario del Rico Pérez, el 22 de agosto, a punto de saltar a disputar un amistoso contra el Hércules. El técnico convocó a la plantilla y, dirigiéndose a Özil, Canales, Cristiano y Benzema, los titulares, les lanzó una consigna inaudita:
-¡Ocupad los espacios como queráis! ¡Moveos con libertad!
Hubo un momento en el que Mourinho creyó que le bastaría con invocar el talento individual de sus futbolistas para ser desequilibrante arriba. "Nunca he tenido tantos jugadores de tanta calidad", le confesó al presidente, Florentino Pérez, en agosto. Frente al Hércules, a falta de una semana para el comienzo de la Liga, el Madrid jugó la primera mitad del amistoso sumido en la confusión. Özil, Cristiano, Benzema y Canales se movieron hacia el mismo sitio, no consiguieron combinar, ni descolocar la defensa contraria. Se descoordinaron. Intentaron improvisar, como les había dicho el técnico, pero como no habían entrenado estas situaciones lo único que lograron fue desorganizarse. Cuando el árbitro pitó el descanso Mourinho estalló:
-¡Esto es una anarquía!
Los jugadores comprendieron que Mourinho sabía algunas cosas y otras no. El patrón del Rico Pérez se ha repetido a lo largo de toda la temporada. Desde Mallorca hasta Riazor, pasando por Lyon. En Gerland, los únicos pases que recibió Adebayor en la primera mitad fueron los pelotazos de Pepe. Los futbolistas admiten que les falta movilidad, que los desmarques no son los adecuados y que los contrarios casi siempre se imponen defensivamente.
El Madrid se ha dejado media Liga visitando Mallorca (0-0), Levante (0-0), Almería (1-1), Pamplona (1-0) y Riazor. Fuera de casa, no ha habido casi partidos sin sobresaltos. Sus jugadores observan que su técnico afronta cada excursión con precauciones redobladas. Piensa más en cómo defenderse del adversario que en cómo atacarlo. En caso de meter un gol se obsesiona por cerrar el partido. Cuando ve que transcurren los minutos y el gol no entra, desequilibra al equipo en sentido contrario y lanza a todos al ataque sin orden. Como en Riazor. Dijo Guti en la Ser, el sábado: "El Madrid no ha jugado bien en la primera parte y en la segunda ha tenido ocasiones por empuje. Pero no ha jugado bien al fútbol".
Guti no lo sabe. Pero el Madrid no se ha entrenado para eso.
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