Rubin Kazán, el rival imposible
El equipo ruso es, con el Hércules, el único al que el Barça de Guardiola no ha podido ganar
Protagonista de partidos memorables y ganador de ocho títulos de los 10 últimos en juego, el Barcelona de Pep Guardiola cuenta únicamente con 13 derrotas en su currículo de 129 encuentros. Dos de ellas, muy dolorosas porque significaron su eliminación de la Copa del Rey ante el Sevilla y de la Liga de Campeones contra el Inter de José Mourinho en la semifinal previa al título que se jugó en Madrid. Las demás han sido en su mayoría intrascendentes, salvo la de la pasada temporada ante el Rubin Kazán, que ganó en el Camp Nou por 1-2 y después empató, 0-0, en su estadio. Los azulgrana han sido incapaces de batir al campeón de Rusia, el único adversario que se les resiste, juntamente con el Hércules a la espera del encuentro en Alicante en la segunda vuelta liguera. Así que hoy no solo les estimula la posibilidad de refrendar su condición de líderes de su grupo de la Champions, sino que aspiran a saldar una de sus pocas deudas pendientes. Una cuestión menor si se quiere, pero, en cualquier caso, especialmente motivadora.
Aunque no pasó la ronda y su trayectoria fue igualmente corta en la Liga Europa, el Rubin se le atragantó el curso pasado al Barça, neutralizado por el orden, la disciplina y la efectividad del equipo de Kurban Berdiev, un técnico metódico y religioso, agarrado a su tasbih (especie de rosario), capaz de colgar y degollar dos corderos de los travesaños los días de partido para que le den suerte. Guardiola no le pilló el truco y hubo cierta chanza en la prensa sobre el resultado de los encuentros de los barcelonistas con el Rubin. El campeón ruso, sin embargo, ha perdido de un año a otro equipaje, difícilmente volverá a ganar la Liga y, hoy por hoy, aparece como un conjunto menos organizado y fuerte, más asequible, porque todavía está encajando sus fichajes.
El delantero nigeriano Martins; el atacante brasileño Carlos Eduardo, incorporado del Hoffenheim por 20 millones de euros, y el central italiano Bochetti han sustituido al Chori Domínguez, traspasado al Valencia; al central Semak y al ariete Bukharov, ambos contratados por el Zenit, el líder infalible del campeonato ruso. Pero, en definitiva, el equipo continúa siendo muy competitivo, tanto que solo ha perdido dos partidos de la Liga y encajado ocho goles en 21. Fuerte defensivamente, tiene más problemas para desplegarse al ataque y su mecánica de juego aún chirría, como quedó comprobado en su estreno europeo, en Copenhague, saldado con una derrota por 1-0.
"El Barça evoluciona constantemente y el Rubin ha tenido que rehacerse tras quedarse sin la columna vertebral", concluye Berdiev, convencido de que la suerte de su equipo pasa por el contragolpe y por encomendarse a Dios. No hay intervención de un representante del Rubin en la que no se apele a la divinidad como fórmula mágica para el éxito. "Solo nos queda encomendarnos a Dios, que el año pasado ya nos ayudó mucho", reiteró el lateral Ansaldi. Las conferencias de prensa del Rubin son auténticas homilías y sus protagonistas ponen cara de cera a cada pregunta.
Mientras tanto, el Barça no hace caso a los rezos del Rubin. Escarmentado, no se plantea concesiones en un partido en el que las circunstancias también se prevén más benignas que la temporada pasada. Hace menos frío y se asegura que la hierba del campo es la mejor de Rusia. Terreno abonado para la posible reaparición de Messi, para anotar el gol 400 del Barça en la Copa de Europa y para que Busquets pueda celebrar como se merece su partido número 100 con la zamarra azulgrana. Aunque se espera un lleno en el estadio y los jugadores y técnicos del Rubin invitan a su hinchada a animar para derrotar "a los mejores jugadores del mundo", el Barça es por ahora más fiable en cancha ajena que en el Camp Nou. A los azulgrana les anima la revancha tanto como a los rusos la oración.
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