Rematar no era secundario
Entre los tres delanteros del Madrid, la línea que pidió reforzar Mourinho, solo sumaron un tiro a puerta en toda la eliminatoria
Las ruedas de prensa de los jugadores y los entrenadores del Madrid se han convertido en parte esencial de la estrategia de José Mourinho. En la plantilla, todos lo saben y los futbolistas se supervisan mutuamente las declaraciones públicas con tanto celo como cuando observan los vídeos del rival en la charla táctica. En este clima de suspicacia, el lunes pasado se asombraron al leer y escuchar las palabras de Benzema, enviado junto con Aitor Karanka, subalterno del técnico, a la conferencia de la UEFA de la víspera de la semifinal de la Champions. Respetando la consigna, Karanka dijo:
-Tras la decisión de la UEFA [de no sancionar a los jugadores del Barcelona], el partido es secundario.
Benzema se salió el lunes del guion del técnico sobre el arbitraje y ya no jugó
En vez de hacer lo que venía reclamando Mourinho y lejos de imitar a Karanka, Benzema se salió del guion. A la pregunta sobre los condicionantes arbitrales, respondió como si el tema le importase un bledo:
-Yo no estoy aquí para hablar de árbitros. Quiero hablar del partido. Hay que meter goles. Somos un gran equipo y haremos lo posible por ganar.
Benzema ha sido, con Cristiano, el jugador que ha marcado los goles más decisivos del Madrid esta temporada. Sus actuaciones en las semifinales de la Copa del Rey y en la eliminatoria europea contra el Lyon le merecieron una consideración especial en el grupo. En el club, muchos esperaban verle entre los titulares frente al Barça. Sobre todo, el presidente, Florentino Pérez. Cuando desapareció del once, en el vestuario comenzaron las especulaciones. Cuando acabó el partido sin que jugara ni un solo minuto, sus colegas comprendieron un poco más. Ayer, algunos concluían entre dientes que Benzema, como Cristiano ante el Zaragoza, fue depurado por no obedecer a rajatabla la directriz que mandaba responsabilizar de todo a los árbitros.
Los jugadores y los empleados del Madrid consultados coinciden en que echar la culpa a los árbitros es una oferta demasiado atractiva para desestimarla en tiempos difíciles. Con esta narrativa, Mourinho les proporciona una manera sencilla de evitarse problemas. Bastan unas palabras de fingido abatimiento moral para que el entrenador se quede satisfecho, la prensa comulgue, los contratos no peligren y la afición, en vez de ponerse a criticar, sienta ganas de amparar al equipo ante la conspiración que padece. El gol que el colegiado De Bleeckere impidió que Higuaín inscribiera en la ficha sirve a estos efectos como el argumento ideal para distraer la atención de otros factores, como la escasez de remates contra la portería del Barça.
El Madrid necesitaba meter al menos tres goles para pasar la eliminatoria. Antes del 1-0 del Barça y después de él, con tres goles le bastaba. El problema es que para marcar tres goles hace falta tirar por lo menos tres veces entre los tres palos. El Madrid remató dos veces en todo el partido. Solo dos disparos, si se incluye el remate de Higuaín en el gol que nunca tuvo en cuenta el árbitro por entender que, previamente, Cristiano había derribado a Mascherano. Para la UEFA, el Madrid hizo un solo remate legal entre los tres palos contra ocho del Barça.
El Madrid no supo jugar el partido porque remató menos que nunca el día que más precisaba de su pegada. En la ida, en el Bernabéu, mientras estuvo con 11, no consiguió rematar más que el Barça: cuatro disparos cada equipo. En la Liga, en el Camp Nou, el día del 5-0, el Madrid obligó a Valdés a hacer tres paradas, una producción superior a la del martes, pero discreta en un equipo que se ha gastado 500 millones de euros en los últimos cuatro años, sobre todo en atacantes. El Levante, el Racing, el Atlético, el Getafe y el Almería, con tres tiros en el mismo escenario en la Liga, han conseguido idéntico balance.
Los delanteros centros son tradicionalmente los rematadores naturales en el fútbol. Con Higuaín lesionado, Mourinho provocó una discordia institucional en enero pasado para que el Madrid le fichara uno. Sin embargo, en los 180 minutos de la eliminatoria con el Barça, de los tres que contabiliza la plantilla (Benzema, Higuaín y Adebayor), solo uno tiró a puerta. Fue Higuaín en una jugada anulada por el árbitro. Benzema no tuvo ocasión de hacerlo. No jugó ni un minuto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.