Malquerida Francia
La selección 'bleu' está al borde de la eliminación tras caer ante un México aguerrido
Francia es de alguna manera la malquerida del Mundial de Sudáfrica. A cada partido le recuerdan que si está en la Copa del Mundo es por una mano de Henry. Ayer, por ejemplo, en Polokwane, apareció un seguidor que se paseó por la cancha con un rótulo en el que se leía "Handy Henry" mientras ondeaban banderas con el nombre de "Eire, la selección eliminada". Una hora y media después, la finalista del pasado Mundial de Alemania, derrotada por Italia después de un cabezazo de Zidane a Materazzi, estaba prácticamente fuera del torneo. A Francia difícilmente le puede aguardar nada bueno en África. A México y Uruguay les alcanza con empatar en la última jornada para firmar el adiós a los bleu, y los franceses no están precisamente en condiciones de reclamar juego limpio. Así funciona el fútbol.
México ganó ayer a Francia con todas las de la ley, por más que se pueda discutir el gol de Chicharito Hernández, hijo de la mítica dinastía Chicharo, la nueva perla del fútbol mexicano, jugador ya del Manchester United. Javier Hernández atrapó en posición dudosa un pase interior de Márquez, regateó a Lloris y puso el balón en la red de Francia. El nieto imitó al abuelo, Tomás Balcázar, que también le marcó un gol a Francia en el Mundial -ayer México ganó por primera vez a los franceses-. La sentencia llegó poco después con un penalti bien tonto de Abidal a Barrera que transformó el veterano Blanco. Jóvenes como Hernández, Vela y Giovani, y veteranos de la talla de Blanco, mezclaron estupendamente en México ante una confusa Francia, víctima de sus cuitas y del astrólogo Domenech.
México empezó por defender fuerte, sin concesiones, a veces incluso con dureza. No dejó jugar a Francia y recurrió con reiteración a las faltas tácticas en la línea de tres cuartos mientras se desplegaba con vértigo a partir del triángulo formado por Giovani y Vela en las bandas y Guille Franco como falso ariete. Los puntas mexicanos eran tan veloces como selectivos: acababan la mayoría de sus jugadas con un tiro que enfocaba la portería. Lloris tuvo que poner mucha atención porque sus defensas andaban tan desafinados en el corte como en las cesiones.
Francia nunca cogió el hilo del partido porque le faltó un referente en la divisoria. Domenech volvió a tirar los dados, y ayer le tocó salir a escena a Malouda, un jugador de banda, por Gourcuff, de manera que el equipo se esponjó al tiempo que perdía jerarquía porque Ribéry nunca fue un volante central. Ribéry es un excelente solista, un futbolista capaz de desequilibrar un partido, nunca un organizador de juego. Francia se desperdigó en exceso y no solo perdió llegada sino que con el tiempo se volvió vulnerable incluso a los laterales mexicanos.
La lesión de Vela pareció por un momento la peor noticia para el partido. México acusó el golpe y bajó de revoluciones mientras Francia perdía el tiempo, incapaz de comenzar una jugada y mucho menos de alcanzar la portería, tan laboriosa como desnortada. Ribéry continuaba jugando como si fuera un extremo en el círculo central para suerte de México, un equipo bien armado, con tanto ritmo como falto de pegada. A México le faltaba un 9 para cuajar en el partido y a Francia un 10.
Domenech, sin embargo, continuó a su bola y prefirió cambiar de delantero: retiró a Anelka, insustancial y holgazán, y puso en escena a Gignac, un punta del Toulouse que representa la nueva generación, nada que ver con Henry, que esperó turno en el banquillo. A México le dio exactamente igual, así que Márquez continuó tirando los hilos del juego hacia las bandas, siempre con buen gusto, a veces también sin atinar. Los muchachos del Vasco Aguirre están cargados de buenas intenciones a diferencia del grupo de Domenech, un gallinero que está a expensas de la jugada individual para resolver las situaciones de máximo apuro.
El partido cayó necesariamente del lado del equipo que mejor jugó y apostó por la victoria. A Chicharito Hernández no le tembló el pulso después de ser habilitado por el linier en una acción muy discutible. Los franceses, sin embargo, ni siquiera protestaron sino que tomaron un segundo gol definitivo después de un penalti transformado por Blanco. Domenech dejará de ser seguramente el seleccionador francés antes de lo que hubiera querido. Anunció que se iba después del Mundial de Sudáfrica. Y resulta que pueden echarle con su equipo antes de tiempo. Francia se ha quedado estéril desde el gol con la mano de Henry.
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