Kanouté rompe el ideario
El Sevilla gana la ida de la Supercopa ante un Barcelona sin los campeones del mundo, de buenas maneras pero blando
Sin los campeones del mundo, con un puñado de canteranos emergentes de buenas maneras, el Barcelona se mantuvo fiel a su estilo en el primer asalto de la Supercopa para acabar fagocitado por un Sevilla que supo rehacerse con orgullo para ganar un partido que se le puso complicado con un gran resultado.
Ayudado por un Sevilla que le facilitó el camino en la primera parte, el Barcelona acabó superado de forma evidente por un rival inocuo al principio y mucho más equipo cuando recuperó, en la segunda parte, sus indudables señas de identidad. Entre ellas, jugar al asalto, siempre con dos delanteros, y olvidarse de acumular hombres en el centro del campo faltos de ritmo y tensión, como Renato y Romaric. Contó además el Sevilla con un hombre fundamental a la hora de derribar, a base de contundencia, lo que Guardiola había manejado en su pizarra: Kanouté. El delantero, enorme, se comió a medio Barcelona con su fiereza en el remate.
SEVILLA 3 - BARCELONA 1
Sevilla: Palop; Konko, Fazio, Escudé, Dabo; Navas, Zokora, Romaric (Cigarini, m. 46), Perotti; Renato (Kanouté, m. 63) y Luis Fabiano (Negredo, m. 70). No utilizados: Javi Varas, Squillaci, Alfaro y Capel.
Barcelona: Miño; Alves, Milito (Adriano, m. 80), Gómez, Abidal; Romeu, Dos Santos (Thiago, m. 65), Keita; Bojan, Ibrahimovic (Messi, m. 52), Maxwell. No utilizados: Oier, Muniesa, Sergi Roberto, Nolito y Jeffren.
Gol: 0-1. M. 20. Ibrahimovic. 1-1. M. 61. Luis Fabiano. 2-1. M. 73. Kanouté. 3-1. M. 81. Kanouté.
Árbitro: César Muñiz. Amonestó a Zokora, Dabo, Cigarini y Alves.
Unos 40.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán. Partido de ida de la final de la Supercopa. La vuelta, el próximo sábado.
En el choque de idearios, brilló primero con luz propia el del Barcelona, que se permitió el lujo de gozar con los movimientos que apuntan a futbolista grande de Oriol Romeu e incluso vislumbrar síntomas de mejoría e implicación en Ibrahimovic. Ante este bagaje, el Sevilla, superado en un inicio, respondió bien en la segunda mitad, cuando volvió a sus orígenes, al juego más directo en busca de Luis Fabiano y Kanouté más la ayuda de Cigarini, un fichaje que ofreció visión de juego y toque.
Entonces, el Sevilla fue fiel a sí mismo para remontar un partido que el Barcelona dominaba a su antojo y que acabó perdiendo de forma justa. Fue en el momento en el que los de Antonio Álvarez soltaron amarras y fueron al asalto de un rival de buenas maneras, pero poco cocido. Así, el Sevilla pudo golpear primero en la Supercopa.
Todavía embelesado por la consecución del título mundial en Sudáfrica, el fútbol español se dio de bruces con la competición oficial en este duelo de ida de la Supercopa. Un torneo menor, tozudamente condenado a jugarse a ida y vuelta y aún más empequeñecido por la ausencia de ocho protagonistas muy significativos de la gesta africana. No quiso Guardiola asumir riesgos y dejó en casa a los campeones.
Todavía dio un paso más el preparador al situar en el banquillo a Messi. Menos brillo para la Supercopa y puesta en escena de un once con cuatro canteranos y siete jugadores del primer equipo, los que obligaba la normativa de la competición. Con muchas menos reservas encaró el choque el Sevilla, que si bien mira de reojo la previa de la Liga de Campeones ante el Sporting de Braga, se tomó la Supercopa con seriedad. Tanta, que al final Antonio Álvarez decidió alinear a Jesús Navas, homenajeado antes del choque.
Eso sí, consciente de que jugar con el Barcelona siempre es un asunto delicado, Álvarez optó por blindar el centro del campo y jugar con un solo punta, Luis Fabiano. Kanouté y Negredo se quedaron en el banquillo en una decisión extraña en el manual del técnico andaluz.
El Sevilla, favorito casi sin quererlo y más rodado, quiso ser protagonista desde el inicio y no se arrugó ante la enésima demostración de fidelidad del Barcelona a su estilo, una simbiosis de presión, toque y posesión. Con niños o con hombres, el campeón de Liga no pierde sus señas de identidad. La iniciativa fue del Barça, aunque los futbolistas del Sevilla respondieron con una presión feroz, casi intimidatoria ante un rival preñado de juventud. Pudo golpear Navas, que probó a Miño, pero quien lo hizo fue el Barcelona.
El excepcional pase de Maxwell, que jugó de interior, fue bien rematado por Ibrahimovic, más listo que un lento Fazio. El universo de superioridad del Barcelona se disipó luego, justo cuando el Sevilla ahuyentó sus complejos y mostró el repertorio que le he hecho grande.
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